jueves, 16 de julio de 2015

Meditando el Padre Nuestro – Parte IV

Escena egipcia del Balance del Corazón
en el Juicio de la Verdad tras la muerte

Suelta nuestras deudas en la medida en que 
soltamos las de nuestros deudores

No nos dejes caer en la tentación 


Mas líbranos del orgullo, ira, envidia, miedo, rencor...


Mateo 6:12-13


En la tradición nazarena original la idea hebrea de jub (deuda) era central. Uno ha de pagar por todo lo que recibe:

por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro Espíritu (1 Corintios 6:20)

El verdadero amor consciente implica ayudar al Ser Primordial a reparar todo el daño causado por nuestros antepasados y que nosotros perpetuamos, generando nuevas deudas (jubim). Y nadie puede hacerlo por nosotros. 

El Nazareno destacó una idea muy interesante: el servicio con amor consciente mitiga las consecuencias de nuestros errores e incluso lavar nuestras deudas morales, es decir, quema el karma, la deuda (jub).

Esto lo vemos en el perdón de la mujer pecadora que lava los pies de Y´shua con sus lágrimas y los seca con el pelo, ungiéndole posteriormente –signos claros del trabajo consciente (Lucas 7:40)

Pero las ideas de Y´shua sobre el pago de la deuda moral no se detuvieron ahí. Hizo hincapié en las enseñanzas sobre el perdón consciente, salaj, que en hebreo significa dejar ir, soltar.

No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. Dad, y os será dado... Porque con la medida con que midáis, se os volverá a medir –Lucas 06:37

Para ilustrarlo, en Mateo 18:21-27 se narra la curiosa historia de un siervo que debía diez mil talentos a un rey, y cuando fue llevado ante él, el rey exigió que le vendieran junto con su esposa e hijos para pagar la deuda. Sin embargo, el siervo cayó de rodillas a sus pies en acto de adoración, con la promesa de pagar la deuda. Entonces, el rey, movido por la compasión, le perdonó la deuda. 

Sin embargo, lo primero que el mamoncete del sirviente hizo después de ser liberado fue agarrar por el cuello a uno de sus criados, que le debía un poco de dinero. Y por supuesto, cuando la noticia llegó al rey, el siervo fue entregado a los verdugos para que pagara su deuda. 

Es decir, la deuda no había desaparecido por medio del "perdón" emitido por el rey, sino que estaba destinada a ser pagada con el perdón y el amor consciente del siervo. 

Pablo enfatizó la idea evangélica de que el Mesías pagó la deuda del pecado de Adam tras convertirse en el cordero sacrificado que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). 

Sin embargo, introdujo una noción tremendamente confusa que sólo puede comprenderse en contexto:

si confesares con tu boca que Yshu es [la Palabra de] YHVH, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo–Romanos 10:9

Pablo se dirigía a gente que por el mero hecho de confesarse cristiana era perseguida y echada a los leones en Roma. Es decir, para vivir como cristiano, había que echarle un par, o dos. 

Por desgracia, semejante idea fue malinterpretada por corazones y mentes indolentes de épocas posteriores que vieron en ella un camino libre para hacer lo que les viniese en gana, creyendo de boquilla. 

Pero es evidente que la enseñanza indica que en la Luz del Mesías, todos están a salvo y redimidos desde el punto de vista espiritual, siempre y cuando uno la encuentre en sí mismo y dé el primer paso  para vivir desde dicha Luz. Algo que no se puede hacer si uno sigue excluyendo y escupiendo barbaridades tales como: "fuera de esta iglesia no hay salvación".

La creencia ciega no puede lavar "fallas morales", por muy devota que sea. 

Recibimos en la medida en que damos.

En la Enseñanza hebrea, si uno no logra finalizar todos los requerimientos de evolución del alma o mente superior (Neshemah), inevitablemente dicho alma –no la persona– vuelve a la Luz para luego retornar a otro cuerpo y así poder nacer completamente y poder aspirar a la resurrección en un cuerpo de gloria, pagando toda deuda en la Luz. 

Así queda ligada a lo que la enseñanza hebrea llamaba Gilgal, rueda dentro de rueda; una especie de transmigración de los componentes del alma.

El Doctor de la Iglesia Orígenes fue uno de los que escribió abiertamente sobre la preexistencia del alma y su reencarnación. Y la  idea aparece implicada en varios pasajes del Nuevo Testamento, pues era bien conocida por Yeshua y los Apóstoles, como bien vemos en Juan 9: 

Al pasar Yshu, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?

Y muchos pasan por alto que no habrían preguntado si el pecado venía del ciego si presupusiesen la idea de pre-existencia en otra vida.
 
Con todo, la idea de la reencarnación del alma fue prohibida en el siglo VI a petición de Teodora, esposa de Justiniano, pues restaba demasiado poder a la Iglesia de Roma. 

Por desgracia, olvidaron las palabras de Pablo:

No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra (Gálatas 6:7)

Por lo tanto, el trabajo espiritual no es sólo una cuestión de perdón, sino también de purificación consciente, que comienza con la resistencia e impecabilidad ante de cualquier prueba dolorosa o molesta.

La palabra griega traducida como tentación en la oración es peirasmon, que también significa prueba o juicio, y fue sin duda utiliza para traducir el término hebreo masah.

Y puso a aquel lugar el nombre de Masah (tentación) y Meriba (contienda), por la contienda de los hijos de Israel, y porque tentaron a Yhvh Elohim, diciendo: ¿Está YHVH entre nosotros o no? –Éxodo 17:7

Todo impulso orgulloso y egoísta se convierte en fuente de tentación, y es reforzado cuando la persona lo alimenta con imaginaciones, pensamiento negativo, glotonería y lujuria, los cuales generan adicción. 

El hábito ciego hace que la luz de la consciencia se fragmente, quedando atrapada en cáscaras (qlipoths en hebreo), las cuales se vuelven en cierto modo autónomas y tentadoras. Si no se las alimenta, mueren de inanición y se disuelven.

El mismo apóstol, Yakob ha Tzadik, mal traducido adrede como Santiago el Justo, hermano de Yshu, escribió lo siguiente en su Epístola (I:13):

Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie. Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión.

Esto se halla en contradicción con lo que leemos en Mateo 6:13: mê esenenkês hêmas eis peirasmon, que literalmente significa no nos lleves o conduzcas a la tentación, que en Latín pasó a ser ne nos inducas in tentationem. 

Algunos eruditos prefirieron traducirlo como no nos dejes caer en la tentación. Pero teniendo en cuenta la información que tenemos sobre este punto, la frase hebrea original debe haber querido decir: no nos dejes caer en las tentaciones y contiendas, recordando Éxodo 17:7.

Se pide luz para evitar generar ataduras innecesarias y severidad celestialCada vez que alguien cae en una tentación, se genera una respuesta negativa en esferas invisibles. Lo que uno desata abajo, repercute arriba y viene de vuelta. No por castigo, sino para restablecer el equilibrio. 

...todo lo que atares en la tierra será atado en el cielo; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en el cielo –Mateo 6:19

Como arriba, así abajo.

Por contra, transformar los impulsos bajos lleva a una respuesta beneficiosa de nuestra propia naturaleza divina (Ser real), lo cual nos abre a la guía superior.

Como vimos en el artículo del pasado mes, las tradiciones espirituales también se refieren a ciertas energías cuya función es oponerse al trabajo interior y tentar. 

Ellas son el "oponente" o "adversario", satan en hebreo, y diabolos, que en griego significa acusador, difamador, ya que cada una de sus victorias es como una acusación: "los humanos son sólo unos malditos monos"

Cuanto más alto es el nivel espiritual de un alma, más duras son sus pruebas, aunque el poder espiritual es también mayor. La ley cósmica impide que un alma sea probada allende sus capacidades.

Si la actitud es correcta, no puede haber tentación, sino tan sólo pruebas para aumentar la fuerza, como alguien que se entrena para reforzar los músculos. El verdadero hombre sabio saca su fuerza de las debilidades de su animal. 

La siguiente frase, líbranos del mal, es aún más explícita, aunque puede ser ambigua, lo que genera un debate sobre lo que significa "mal". La palabra griega que aparece es ponerou, que puede significar dificultades/ problemas o bien el Satan y los espíritus impuros.

Ahora, puesto que los problemas son intrínsecos a la vida en la tierra, y ningún guerrero espiritual debería tenerles miedo, el mal debe referirse a lo segundo. 

Todo lo que se llama satán u opositor, sólo gobierna a través de los impulsos negativos del corazón: orgullo, soberbia, odio, envidia...

La Enseñanza relativa al corazón ya aparece en la historia del Génesis 2, cuando Adán fue formado. La palabra para "formar" es yetzer, que en ese pasaje del Génesis aparece como yyetzer, con dos yods, en referencia a los dos impulsos que surgieron en el corazón de Adam cuando se formó: el Yetzer ha Ra o impulso negativo y el Yetzer ha Tov o impulso positivo.

Esta polarización es inevitable mientras Adam se mantenga en un cuerpo animal homínido. Y sólo los impulsos negativos alimentan el Satán interno, sobre todo el orgullo (gah en hebreo). 

Es pues irresponsable e infantil culpar sólo a entidades externa de las caídas de la humanidad. La única causa se encuentra dentro y depende por completo del objeto de nuestro amor orgulloso.

Así pues, líbranos del orgullo, la ira, la soberbia...

En la siguiente parte trataremos con el famoso cierre de la oración, que apunta de nuevo al Árbol de la Vida, como otros pasajes de los evangelios, siendo una continuación perfecta de la tradición hebrea.


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