domingo, 26 de agosto de 2012

La Muerte como Maestra

Es muy posible, en efecto, que pase inadvertido a los demás que cuantos se dedican por ventura a la filosofía [Amor a la Sabiduría] en el recto sentido de la palabra no practican otra cosa que morir y estar muertos. (Sócrates en Fedón 64 a, Platón).

Si tomo conciencia de la muerte en vida, la reconozco, la encaro de lleno, me liberaré de la ansiedad ante ella y de su mezquindad–y sólo entonces seré libré de ser "mí mismo". (Martin Heidegger)

Recordar que pronto estaré muerto es la herramienta más importante que jamás haya encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones de mi vida, pues casi todo –todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo el miedo a la vergüenza y al fracaso– todas estas cosas simplemente desaparecen al encarar la muerte, dejando sólo lo que es realmente importante. Recordar que vas a morir es la mejor forma que conozco para evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás al desnudo. No hay razón para no seguir los dictados del corazón. [...] Nadie quiere morir. Incluso aquellos que quieren ir al cielo no quieren morir para llegar allí. Aún así, la muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha escapado de él jamás, y así es como debe de ser, ya que la muerte es la mejor invención de la vida; es un agente transformador de la vida; aclara lo viejo para abrir camino a lo nuevo. Ahora mismo lo nuevo sois vosotros [dirigido a estudiantes], pero algún día, no muy lejano, os habréis convertido en lo viejo gradualmente y desapareceréis. Disculpad el dramatismo, pero es que es muy cierto; vuestro tiempo es limitado. De modo que no lo malgastéis viviendo la vida de otro; no quedéis atrapados en el dogma, que es vivir con los resultados del pensamiento de otro; no dejéis que el ruido de las opiniones de otros ahogue vuestra propia voz interior. Y lo más importante, tened el coraje de seguir vuestro corazón e intuición. Estos seguramente ya saben lo que realmente queréis realizar. Todo lo demás es secundario. (Steve Jobs, Discurso en Stanford, 2005) 

Hemos de intentar vivir nuestras vidas de tal manera que cualquier día pudiéramos decir: "Hoy puedo morir y no lamentar nada" [...] Intenten imaginarse a ustedes mismos en su última hora de vida en la tierra, de manera más o menos clara. Escriban una especie de guión de esta última hora, como si fuese el guión de una película. Pregúntense: ¿es así como quiero disponer mi vida? Si no están satisfechos con la respuesta, reescriban el guión hasta que les guste. [...] Para comprender las posibilidades reales de este mundo, es necesario encontrar aquello que podemos alcanzar en este mundo que será de utilidad en el Mundo Real" (extractos de La Última Hora, discurso de G.I.Gurdjieff).

Cada uno de aquellos desafortunados [los humanos], durante el proceso de existencia, debería sentir constantemente y ser consciente de la inevitabilidad de su propia muerte, así como de la muerte de aquellos sobre los cuales sus ojos o atención descansan. Sólo semejante sensación y conocimiento puede destruir ahora el egoísmo completamente cristalizado en ellos –que se ha tragado toda su Esencia–, así como esa tendencia a odiar a otros que fluye de dicho egoísmo. (Del Todo y De Todo, G.I.Gurdjieff).

Estas palabras no necesitan explicación. Aún así, el darse cuenta de nuestra finitud existencial normalmente genera dos actitudes distintas:


Cuando uno hace un esfuerzo para superar la inercia de la semi-consciencia, luchando por recordar y sentir la inevitabilidad de la propia muerte, esto genera un "stop psicológico", un "re-inicio vital" desde el cual pueden tener lugar acciones puras –no meras reacciones–, como si se nos diese una nueva oportunidad de pasar página y comenzar a escribir sobre un papel en blanco, de manera que nuestra vida se acerque más, desde ese mismo momento, a la transparencia y perfección del Ser.

Sin embargo, es también chocante ver que mucha gente, por no decir la mayoría, adopta una postura radicalmente opuesta. Tan pronto como recuerdan, más o menos, el hecho de que van a morir, se ahogan en un miedo irracional y comienzan a pensar en todas las formas posibles de satisfacer el mayor número de caprichos insignificantes, siguiendo la máxima "comamos y bebamos, que mañana moriremos". 

Esta última actitud parece estar directamente relacionada con ese estado de "vaciedad interior", "tristeza" y "decepción" que todos los humanos experimentan cada vez que "decidimos" cerrar la puerta a esa apertura que revela quiénes y qué somos en cada momento.

Bajo esta luz, la muerte humana apunta hacia nuestro verdadero potencial y Esencia, sugiriendo las posibilidades de "ser" y de "no ser".