lunes, 1 de octubre de 2012

Observador espontáneo


¿Estamos criando una generación de hombres y mujeres que no son conscientes de que la mente tiene el poder de separarse de sí misma y ser libre de las adicciones, hábitos, el condicionamiento, el pensamiento automático que acaece en gran parte de nuestras vidas?
  Ésta es una pregunta que el profesor Jacob Needleman lanzó en una de sus presentaciones del libro Why Can´t We Be Good?, con respecto a una constatación psicológica importante que podemos resumir del siguiente modo:

 En una  de sus clases filosofía, Needleman había sugerido a sus estudiantes la tarea de tratar de constatar "estoy enojado", sin juzgar, cada vez que sintieran algún tipo de enfado. Y bien, al día siguiente les preguntó acerca de la tarea y sólo dos estudiantes la habían recordado. Uno de ellos la había interpretado erróneamente, mientras que el otro, una joven de rasgos orientales, aprendió algo y lo describió muy bien:
  Ella había ido a una tintorería para recoger ropa, y al preguntar si ésta ya estaba lista, el dependiente, de malas maneras, contestó: "no, no está lista". Esta respuesta poco amable causó una reacción interna de enfado a la chica, ya que le habían dicho que la ropa estaría lista para ese día. Con todo, al instante "se vio a sí misma en ese estado negativo" y pensó:  "oh, esto debe ser a lo que el profesor se refería". Acto seguido se dio cuenta de que el acto mismo de “verse enojada” había "disuelto parte del veneno que el estado contenía". Así lo expresó ella; en otras palabras, el enfado ya no controlaba su mundo interior. Finalmente, ella salió de la tienda con un sentido inusual de la libertad interior.
  Este es sin duda un estado reconocido por quienes están conscientemente involucrados en un proceso de auto-descubrimiento. Y a pesar de que es muy revelador, mostrando nuestra "constante identificación con delirios cotidianos", también tiene una cualidad muy elusiva; el acto de consciencia es en sí mismo tan sutil que nunca puede llegar a ser una "práctica" o un "hábito", y cuando tratamos de convertirlo en eso, quedamos atrapados en una nueva identificación. ¿Por qué? ¿Acaso se debe a la creencia de que la persona que creemos ser puede realmente hacerse consciente por sí sola? ¿Creemos que la consciencia es algo que podemos poseer de la misma manera que tenemos zapatos? ¿Qué es esa tendencia a controlar incluso lo que puede hacernos libres? ¿Qué nos puede hacer más espontáneos?
  Parte de la respuesta radica probablemente en todas estas mismas preguntas, pero el problema parece ir más allá de eso. Haciéndonos eco de Empédocles, nuestro ser es una semilla que ha de crecer y extender sus raíces hacia las profundidades de la realidad, la cual contiene todo, incluso el cuerpo y la mente. Por tanto, mientras sigamos experimentando la vida desde el nivel de la mente ordinaria y el cuerpo, jamás seremos verdaderamente libres. La semilla necesita agua para crecer. 
Enlace a la presentación de Dr.Needleman antes mencionada: