viernes, 6 de mayo de 2016

Propósito de Vida

Vive tu vida a propósito


Hay quien asegura que preguntarse acerca del por qué y para qué de la vida y sus senderos es una pérdida de tiempo. Pero lo cierto es que sin resolver esa cuestión, el qué, la rica esencia de la realidad, siempre quedará oculta ante nuestros ojos.

Dos son los días más importantes de tu vida: el día en que naciste y el día en que descubriste por qué.
–Mark Twain–

El propósito de la vida es hallar tu don; el trabajo de la vida es desarrollarlo. El sentido de la vida es entregarlo sin pedir nada a cambio.
–David Viscot, psiquiatra–

Los anillos y las joyas no son dones, sino excusas para regalar. El único don es una porción de ti mismo. Has de sangrar para mí. Por tanto, el poeta me trae su poema; el pastor, su cordero; el granjero, su grano; el minero, una piedra; el pintor, su pintura; la chica, un pañuelo por ella tejido.
–R.W.Emerson–

Porque yo sé los planes que tengo para vosotros –declara el Señor [Yhwh, Luz de luces]– planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza
–Jeremías 29:11–

Cuando saquéis lo que tenéis dentro de vosotros [el potencial/la semilla], eso que saquéis os salvará. Si no tenéis eso dentro de vosotros, eso que no tenéis  dentro de vosotros os matará.
Yahshua, Evangelio de Tomás, Dicho 70–[1]


Todo en la vida tiene su fin, su telos, en el cual cada ser se hace completo.

Vida, plenitud, luz, eternidad y salvación del doloroso caos es lo que aguarda al que logra hallar el modo de desarrollar su potencial y su propósito divino. 

Ahora, la cuestión es ¿qué es ese potencial y cómo puede uno encaminarse al propósito de Vida cuando numerosas influencias dañinas nos desvían y hunden constantemente?

Yahshua dijo:

Si no os conocéis a vosotros mismos sois empobrecidos, y sois la pobreza.
   
Quien conoce de todo pero carece de conocerse a sí mismo, carece de todo 
Dichos 3 y 67, Evangelio de Tomás

Sin embargo, conocerse y desarrollarse puede ser algo muy enrevesado si no se tienen las claves necesarias.


Es evidente que no basta con querer ser buenos y felices. Muchas religiones y filosofías de vida aseguran buscar el bien y la felicidad, pero el resultado a menudo es el vacío, el odio o la indiferencia hacia los que no piensan igual.


Tampoco basta con seguir dictums new age del tipo haz lo que te gusta; sigue tu dicha; déjate llevar por el Flujo...

¿Quién dice que lo que nos gusta es realmente lo que más desarrollo y felicidad nos va a proporcionar? ¿Y si el gusto es un condicionamiento social adquirido y no proviene del Ser más íntimo? ¿Y si al no estar conectados al íntimo Yo Soy el flujo de la vida nos lleva donde no nos corresponde?


El mundo está lleno de semillas que no se desarrollan, como en la Parábola del Sembrador.

Se hace por tanto necesaria una visión completa de Vida para conocer y comprender sin rodeos inútiles ni la superficialidad de las instituciones religiosas.

La Palabra de Vida fue legada por la Mente Divina a través de profetas, mensajeros y pistas de vida, en todas partes. 


Por ejemplo, en el Libro del Génesis, la Sabiduría de la Torah-Instrucción transmite que quien persigue el bien aparente de este mundo, –i.e placeres, cosas bonitas, o incluso la bondad moral, no come del Árbol de la Vida sino del Árbol del Bien y del Mal, y acaba peor que el primer Adam. 


Las vacas gordas siempre son devoradas por las flacas, como en el sueño del faraón, que Yosef interpretó en el relato bíblico (Génesis 41).
  
Sólo Dios es bueno, enseña Yahshua (Marcos 10:18). 

No se le ve, huele ni se le toca, pero su Palabra de Vida sí puede alcanzarnos en cada aliento.

La moral y la ética persiguen el bien y a menudo consiguen lo contrario, pues rara vez están vivificadas por la Palabra de Vida.

¿Cómo recibirla y ser plenamente felices entonces?
 

La Palabra de Vida nos habla de equilibrar y abrazar opuestos. La Vida es para vivirla en todos sus matices. 


Hay un tiempo para todo, un tiempo para nacer, y un tiempo para morir, y un tiempo para plantar... (Eclesiastés 3, trad. La Biblia de las Américas)


Al abrazar la Vida con ecuanimidad, nos da vitalidad suficiente para restringir la tendencia mecánica a los placeres excesivos que roban Luz


De ese modo, el Fuego (Shin) de la Inteligencia calienta nuestras emocionales Aguas vitales (Mayim), dando lugar al vapor o Espíritu (Ruaj), luz pura, que son los Shamayim, los Cielos en la Tierra, dentro de cada uno; uniendo así espíritu y alma en el cuerpo.
  
Por ello se dijo:

el que no nace del Agua y Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios (Juan 3:5 LBA)

Y esto sólo puede lograrse comenzando con el equilibrio del cuerpo.


De hecho, la idea moderna de que el humano tiene tres cerebros que deben armonizarse para vivir el bienestar de paz (primer cerebro), agradecimiento (segundo cerebro) y
amor compasivo (tercer cerebro), ya viene expresada en el Antiguo y Nuevo Testamento.

Equilibrar el sistema motor-reptiliano, el emocional paleo-mamífero y el neocortex de inteligencia superior, es lo que nos permite "casarnos" con el Ser Eterno en vida, haciéndonos humanos, y no monstruitos con un cerebro lleno de cables cruzados.
   


Inspirando el Propósito 

Antaño, la Enseñanza de Vida tuvo que presentarse de modo digerible debido a una incapacidad del homínido sapiens de recibirla si no era en forma de cuentos y alegorías

Así, Moisés tuvo que romper las tablas que contenían la Sabiduría viviente de los primeros tiempos (Deuteronomio 32), y recibió una Torah-Instrucción velada, plagada de alegorías, anagogías y fórmulas kabalísticas que pocos han querido entender.

Buda y sus parábolas fueron igualmente mal comprendidos y de su enseñanza brotaron diversas interpretaciones sesgadas y sectarias.

En cuanto a Yahshua, aún tuvo que expresarse en parábolas que sólo explicaba a sus fieles seguidores (Marcos 4:34), para proteger la enseñanza y hacerla accesible sólo a quienes tienen oídos y corazón puros:


para que viendo vean pero no perciban, y oyendo oigan pero no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados (Marcos 4:12 / Isaías 6:9 LBA).


Ignorar dicha Instrucción de Vida condujo al surgimiento de sistemas de creencia que presuponen que el "humano" sigue siendo imagen de Dios y que le basta con creer en mantrams, rituales y dogmas.


Pero la historia ha demostrado que la parafernalia no transforma ni ayuda a realizar el verdadero propósito Humano, de lo contrario hoy habría docenas de Yahshuas y Budas vivientes, y menos monstruitos.


Es curioso comprobar cómo las zonas del planeta donde más pobreza y enfermedad hay es donde la superstición y los dogmas han calado más hondo, alimentando la dolorosa situación, de la cual se sirven numerosas instituciones para reafirmar su poder y riqueza.

No menos triste es ver que la gente espiritualmente huérfana acude a sacerdotes,
pastores y otros gurúes para llenar un vacío, pero a la par acuden –por si acaso– al psicólogo o al life coach, logrando apenas paliar el doloroso vacío y las enfermedades que del mismo se derivan.

Es evidente que el homo sapiens está muy alejado de lo que debería ser, lo cual nos hace tremendamente infelices.

 
Aún así, sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para lo que son llamados conforme a su propósito [de Vida] (Romanos 8:28 LBA)

En cierto sentido, todo sucede como debe suceder, siempre y cuando estemos conectados al propósito de Vida.

 Con ánimo de formar una visión holística muchos han tratado de sintetizar enseñanzas, picoteando de aquí y de allá, pero visto está que algo así no ofrece garantías de completud, claridad y efectividad.

En cambio, en pleno siglo XXI aún queda volver a reunir el Antiguo y Nuevo Testamento como dos piezas complementarias, empleando la Llave del Conocimiento (Lucas 11:52 LBA) y la lectura de su transfondo arameo (mesopotámico) y hebreo, a la luz de otras tradiciones.


Al unir lo masculino y femenino de las Sagradas Escrituras, sin prejuicios religiosos, emerge una visión integral que no existe en el Neo-Judaísmo –sea rabínico o mesiánico–, ni en la Iglesiandad, ni en otros movimientos igualmente huérfanos –al menos a nivel de superficie.


Sin embargo, la visón integral puede satisfacer a todos, pues contiene todas las piezas del puzle y permite estudiar todas las enseñanzas sin conflicto.


Todo el mundo tiene parte de la verdad, pero nadie la posee completa. Existe algo superior que se nos escapa y aún clama para ser descubierto.


Según el gran rabino Hillel (siglo I a.C), toda la Torah se resume en la Regla de Oro, presentada en Levítico 19:18: amarás al prójimo como a ti mismo: yo soy el Señor (YHWH).


¿Pero cuántos fueron capaces de cumplirla? ¿Y cuánto menos amar a un enemigo?


La Regla de Oro fue mayormente ejemplificada por Yahshua (Mateo 22:39), quien se la jugó de verdad –no de boquilla–, dando la vida para enseñar a los que pertenecen y buscan casarse con el Ser Eterno en vida y manifestar sus dones.


Obviamente, el deseo de hacer lo mismo no es suficiente. Uno debe saber cómo y recibir la inspiración necesaria. 

Según la Torah inspirada, amar a un enemigo es como quitarse un doble problema y hacerse más inteligente


Y no es tanto por el enemigo, cuanto por la naturaleza del Sol interior, que no hace distinciones, brilla sobre todos y crece iluminando la oscuridad.


El mismo adversario puede incluso servirnos de espejo, mostrando qué debemos corregir en nosotros.


Sin rencor ni odio uno es más feliz y sabio:


He aquí, el temor del Señor es Sabiduría [pues nos hace ver la propia desnudez], y apartarse del mal, inteligencia (Job 28:28 LBA)


el temor del Señor es aborrecer el mal (Proverbios 8:13 LBA)


Muchos aspectos de la Torah-Instrucción ayudaron a las tribus de Israel a ser uno de los pueblos más poderosos y prósperos en la antigüedad, despertando grandes envidias; pero al pervertir la visión del Nombre Yhwh (Ezekiel 36:22), se esparcieron por toda la tierra, y no reconocieron la Mente/Corazón del Hijo de Dios
 interiormente, prostituyéndose con sucedáneos.

Por contra, los cristianos nazarenos de los dos primeros siglos comprendieron algo profundo y lograron sin uso de la violencia poner en jaque al Imperio romano, que al final tuvo que perseguirlos y masacrarlos para frenar su revolución sin igual.

Un proceso que condujo a la conversión de muchos débiles al paganismo idólatra de Roma, comenzando por Marcus, de cuya iniciativa derivaron las iglesias posteriores, que fomentaron guerras, persecuciones y arrojaron la Instrucción por el sumidero, y con ella un propóstivo divino, quedando deslegitimadas desde el punto de vista la Enseñanza.


¿Cómo marcaron la diferencia los primeros cristianos nazarenos? ¿Cómo eran capaces de sanar con sus manos a ciegos y paralíticos y transformar a las masas? ¿Por qué ya no se ven esa clase de hombres?

En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también (Juan 14:12 LBA).

Ellos no obedecían a líderes de carne ni falsas doctrinas, ni se postraban ante ídolos mentales o físicos, sino que seguían al Yo Soy, la "partícula divina" del Hijo de Dios que moraba dentro de ellos, la cual también guió a Moises (Éxodo 3:14-15)


Y eran capaces de hacerlo porque conocían bien la Instrucción/Torah sin velo de piedra y el significado de santificar el Nombre Yhwh, fórmula kabalística que alude a los cuatro mundos de la Luz señalados sutilmente en Isaías 43: mundo de Emanación; mundo mental de Creación; mundo emocional de Formación: mundo físico de Acción.


Al comprender cómo se manifiesta la Luz dentro del cuerpo y su cerebro, no hay necesidad de hacer brujería gritando nombres religiosos para invocar a superhéroes santos o divinos–algo que aún se practica de modos tremendamente cómicos.

En hebreo, invocar el Nombre es adquirir un estado de ser, pues un nombre es una vibración. No consiste en gritar nombres por mor de la piedad o la propaganda religiosa.

Para los Nazarenos el modelo a seguir era un Hombre que encarnó plenamente al Yo Soy, albergando la plenitud de la divinidad en la tierra (Colosenses 2:9). 

Esto no significa que Yahshua fuese el Dios Supremo en síque es infinito e indescriptible–, sino la encarnación física de su Luz de Vida (Juan 14) –el Hijo del Hombre o Cristo/Mesías–, como se le describe en las Escrituras.


La Biblia nunca habla sobre el Supremo, sino sobre las atributos, funciones y cualidades divinas de su Luz/Irradiación/Amor y su relación con el mundo.

En Juan 1:51 se identifica al Hijo del Hombre con la escalera de Jacob (Génesis 28), y por tanto con ciertas esferas del Árbol de la Vida.

Pablo describe a Cristo como la imagen del Dios invisible (1:15; 2 Cor 4:4), irradiación de su gloria (Hebreos 1) y forma de Dios (Filipenses 2:6).

Conceptos que recuerdan mucho a la idea del Adam Kadmon u Hombre Primordial que se menciona en el Bahir, y el Hijo de Yah en el Zohar. 


No debe olvidarse al Anciano de los Días y su Hijo, descritos en Daniel 7:9-13, de donde procede esa visión.

Por otro lado, el Evangelio de Juan
 identifica al Mesías con la Mente-Logos hecha carne, el Ungénito, Monogenés:

Nadie [oudéis] ha visto jamás a Dios [Supremo Inmanifestado]; el Ungénito Dios [Mente-Luz], que está en el seno del Padre [en la Luz-Voluntad, primer atributo del Adam Primordial], Él le ha dado a conocer (Juan 1:16-17 LBA)

Matizando aún más:
la cabeza de todo hombre es Cristo/Mashiaj [Mente-Corazón-Yo Soy], la cabeza de la mujer (emotions) es su marido (mind), y la cabeza de Cristo es Dios [Padre, Hombre Primordial] (1 Corintios 11:3)

En los Cielos de los Cielos, el Hijo es Hijo, engendrado por la Luz infinita del Anciano de los Días: pero es Causa (i.e Padre) que también ejerce funciones de Mesías, Maestro y Marido con respecto a este mundo físico, siendo la Luz que emana las almas-semilla que han de nacer dentro del mundo creado una vez es formado y hecho; es principio y fin, alfa y omega,
 la función de guía divina por excelencia, dentro de los humanos.

Aún así, Padre e Hijo no deben confundirse con la Causa Suprema, que es Causa de todas las Causas y no tiene ni comienzo ni fin; es Todo lo que no se puede pensar y Nada de lo que se piensa.

Al no comprender estas distinciones, muchos creen que el Hijo y el Padre son dos entes distintos, y no dos "funciones, niveles o atributos de la Luz-Hijo llamada Adam Primodial", i.e, dos capas de una misma Llama; Luz sobre Luz dicen los Sufíes citando el Corán (Sura de la Luz).

Dicha unidad se expresa en la Shemá (Deut 6:4):


Escucha Israel, Ywhh Elohym (poderes cósmicos de la Luz) y Yhwh (Luz Substancia), son unidad.

Yo y el Padre somos uno (Juan 10:30) 


Está el Hijo del Hombre y el Hijo [alma humana] del Hijo del Hombre (Evangelio de Felipe).

Otra idea errada es que uno puede conectarse al Padre creador directamente, sólo tratando de hacer mandamientos, lo cual es como si una célula del hígado tratase de convertirse en célula cerebral ejerciendo su actividad natural. 


La Ley sin la Gracia del Espíritu es impracticable y su transgresión lleva a la muerte  (Jacobo/Santiago 2:14)


Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie viene al Padre si no por mí (Juan 14:16).


Mientras tanto, los movimientos religiosos, en su mayoría, siguen sin estudiarse a sí mismos con las Escrituras, y consideran al Padre o al Hijo como una especie de súper-héroes  o ídolos externos, apartados de la propia mente, y le esperan "pasivamente", lo cual es hasta "romántico", pero inútil, pues anula también el desarrollo interno, engendrando infelicidad a la larga.

Al Padre y al Hijo se les puede representar con fines educativos, mas no como ídolos de adoración, lo cual viola el segundo llamamiento: no te harás ídolo ni semejanza alguna de lo que está arriba...no los adorarás (Éxodos 20 LBA)

Yahshua nunca hizo tal cosa, y por eso echó un sermón a la samaritana (Juan 4:22).


Otra idea hebrea extendida en la antigüedad es que el alma-cuerpo del Hijo del Hombre sigue diseminada en fragmentos, esperando a manifestarse en los humanos.


y después de dar gracias, lo partió y dijo: esto es mi cuerpo que es para vosotros (1 Corintios 11:24 LBA)


El propósito humano por tanto es volver a conectarse a su partícula divina y ser Imagen del Hombre Cósmico, es decir, reflejar los cuatro niveles de Yhwh: Luz-voluntad, Mente creadora, Corazón compasivo en el cuerpo vivificado; siendo así mini Yhwh´s, al igual que hizo Yahshua encarnando al Cristo/Mesías.

Yahshua mismo, citando el salmo 82:6, manifestó:

¿No está escrito en vuestra Ley: Yo dije: Sois dioses? (Juan 10:34 LBA)

Dioses caídos y emborrachados habría que añadir.


Curiosamente, hasta Tomás de Aquino pareció pillar algo de onda:


El Hijo Ungénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres (Oficio de la Festividad del Corpus, Maitines, primer Nocturno, Lectura 1).


Hoy en día los movimientos Mesiánicos, huyendo de la cristiandad huérfana, mantienen que Yahshua era la Torah viviente

Y aunque llevan algo de razón, en realidad no reconocen la Torah sin velo, y por tanto ignoran al Cristo/Mashiaj interiormente, pues no ven quién y qué es realmente


Y por desgracia, esto reitera errores pasados.


Según el mesianismo moderno, los primeros Nazarenos serían idólatras si aceptaban la divinidad del Mesías. Por eso prefieren negar que los Nazarenos sostuvieran eso. Pero el Nuevo Testamento es muy claro.


¿Y acaso Hombre y divinidad son incompatibles?  


En realidad, el Hombre es divino por derecho propio, en cuanto Imagen del Adam Cósmico, como lo fue el primer Adam edénico, antes de su caída.

Y una vez más, el error radica en pensar que ya somos Humanos, cuando en realidad apenas llegamos a chimpancés vestidos, con un cerebro que no sabemos emplear. El cocodrilo se come al león y ambos al cordero, pues el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza (Mateo 8:20).

Realizar la divinidad interior no tiene nada que ver con la auto-idolatría sino con eliminar la animalidad, equilibrar el cerebro y hacernos partícipes de la Vida por medio de la sangre/espíritu del Hijo de Luz, que nos viene a rescatar y guita a cada momento, ayudándonos a tomar las decisiones acertadas. 

Sin esas decisiones lúcidas, no podremos vivir felices en plenitud, hagamos lo que hagamos; seremos probres física y espiritualmente.


De ahí la importancia de estudiar el cerebro y las Escrituras, sin velos ni dogmas sectarios.


Si nada lo impide, en el próximo artículo veremos las claves donde la Ley de Vida y la Gracia operan juntas, contrariamente a la creencia más extendida.


Para ver una serie de clases excelentes sobre la visión Cristiana-Nazarena de la Torah, ir al link [3]

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[1] Evangelio de Tomás: