viernes, 1 de septiembre de 2017

Alma virgen

Virgo


Estando hoy a día 10 bajo la Luna del mes de Elul (año 5777 del presente Mundo-Era), tiene sentido reflexionar sobre su signo (mazal en hebreo), que es Virgo, la Virgen, la cual representa el Espíritu Madre que transporta la semilla activa del Alma divina individual, cuyos polos son el corazón puro o Hija virgen y su marido, el Hijo divino o Mente del Mesías, también conocida como Niño Cristo.

El Mazal de este mes enseña acerca de soltar lo viejo para gestar el nuevo Alma y servir a los demás desde la naturaleza del Mesías, dejando así de caer en los mismos errores una y otra vez, pues eso es realmente el infierno abrasador, el gehena, donde se quemaban las basuras en Jerusalén. 

Realizar el cambio implica encarnar el alma divina, tanto su conciencia virgen como su mente divina, vaciádonos de prejuicios y viejas cargas para no tomar el nombre en vano.

Virgo es un signo que implica el ansia por dar a Luz y traer bendición con el servicio y el cuidado del otro.

Y como dice el Zohar, el mayor acto de caridad o tzedaká es desvelar los secretos del cielo, pues ellos alimentan el alma, que cuida del cuerpo y nos guía por los rectos senderos de la plenitud. 

Así pues, allá van algunos, para quienes tienen hambre y sed de justicia (tzedaká):

Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí, una Doncella (Almah en hebreo) concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel (Isaías 7:14)

La virgen (Betulah) concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel, que significa "Dios con nosotros" (Mateo 1:23).

Como vemos, Isaías empleó el término Doncella (Almah), mientras que en la versión aramea y hebrea de los Evangelios, Mateo hace uso de Betulah, que es Virgen

¿Pero hay diferencia? En el fondo no, si leemos desde el alma y no desde la mente carnal.

En el Tetragrammaton, la Madre Virgen y su Hija, que es nuestro Neshemá o Alma divina, aparecen como las dos Hei: YHWH

Mientras tanto, en la imaginería cristiana están simbolizadas por Miriam/María, esposa de Yosef/José (la semilla espiritual) y la Magdalena.

Y aunque su  naturaleza de humildad y servicio es esencialmente la misma, en nuestro plano, la vibración del Alma divina permanece dormida y atrapada en el mundo de oscuridad, como le ocurría a Magdalena, que se vio invadida por siete demonios, hasta que fue liberada por el Mesías (Lucas 8:2).

En la Kabbalah hebrea eso se conoce como el exilio de la Shejiná, la dimensión fenemina de la Divinidad.

Nuestro Alma virgen es también la Doncella durmiente en espera del beso del Príncipe o de la aparición de la Mente del Mesías, una de cuyas permutaciones hebreas significa yesh moaj, hay comprensión. 

Así pues, besarla y despertarla implica adquirir entendimiento o razón (binah). De hecho, en el Árbol de la Vida, la Hei y Neshama o Alma divina son asociadas a Binah, la inteligencia que busca y conoce el porqué de las cosas, siendo la consorte de la Sabiduría intuitiva (Jokma). 

Entender aquí comienza por ver que Elul es un "mes de arrepentimiento", o mejor dicho, de "retorno", que es el significado de Elul y de "hacer teshubá" 

Cabalísticamente hablando teshuba es teshub Hei, retorno a la Hei, al Alma divina.

Por eso, hacer teshubá no es meramenre ser sumergido en un río, mar o mikvé como acto bautismal o purificatorio, ni confesar pecadillos a un cura. De hecho, cuando esos ritos se realizan del modo mecánico habitual, adormecen la conciencia de creyentes que no buscan comprensión, sino sólo dormir tranquilos, y a poder ser con el estómago a reventar. 

Retornar al Alma divina y acercarse al Ser Divino tiene que ver con dedicar un tiempo al estudio y la meditación de la Palabra, recogiéndose en silencio para ponerse así en contacto con la conciencia del Alma divina, cuyo embrión necesita ser alimentado por la Doctrina del Mesías.

De lo contrario jamás podrá desarrollar su razón (binah) y nacer desde el vientre de su Madre en este mundo físico. 

Ello implica también que no habría "salvación de la personalidad/alma baja o nefesh".

El Alma divina es espírtu y siempre está a salvo, aunque necesita manifestar su Luz. 

En cambio,  nuestro alma personal o nefesh es aún pasto para el Inframundo y la "segunda muerte" (Apocalipsis 20:12-15), ya que se halla más perdida que un pato en un parking y es zarandeada por fuerzas oscuras que no entiende.

Su única esperanza de purificación y salvación es ser sanada por el Alma divina, que es despertada o activada por la Palabra inspirada emocionalmente por Espíritu de Santidad y alimentada por la Conciencia del Mesías.

Sólo el alma que hierve de amor y anhela comprensión puede hacer sentir un verdadero "arrepentimiento", sin caer en errores pasados. 

El hombre que se extravía del camino de la sabiduría, vendrá a parar en la compañía de los muertos (Proverbios 21:16)

Contrariamente a la creencia carnal de la que quedó imbuida la Iglesiandad, nadie nace con un alma inmortal ya desarrollada, ni siquiera con una semilla. Del mismo modo, creer en un Salvador externo tampoco equivale a tener asegurada la salvación del alma personal.

Como enseñó el Mesías:

el que no naciere del Agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios; pues lo que nace de la carne es carne pero lo que nace del espíritu es espíritu (Juan 3:5)

Ciertamente, se nace del agua al recibir la Palabra que lava los pecados implantando nuevos datos en el subconsciente, una nueva Conciencia. Pero es sólo el comienzo, la "semilla plantada" que debe crecer:

Ya estás limpio por la Palabra que te he hablado (Juan 15: 3)

habiéndola purificado mediante el lavado de agua con la Palabra (Efesios 5:26)
La fe viene de la audición, y la audición por la Palabra del Mesías (Romanos 10:17)

Pues habéis nacido de nuevo [fecundados mejor dicho], no de una simiente [de alma animal] corruptible, sino de una que es incorruptible [alma espiritualizada], es decir, mediante la Palabra de Dios que vive y permanece (1 Pedro 1:23).

Y esta fecundación sólo se hace efectiva mediante un cambio de conciencia simbolizado por el Bautismo de Juan:

os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego (Matero 3:11)

Yojanan bautizó con el bautismo de arrepentimiento (Hechos 19:4) 

Arrepentimiento, es decir, retorno, teshubá.

Y como indican los Evangelios con el pasaje sobre el Bautismo del Mesías facilitado por Yojanan, esto es seguido de 40 días de tentación en el desierto, que son también simbolizados por los 40 días desde Elul hasta Yom Kipur, la Fiesta de Expiación donde se sacrifica a la cabra (ego, Satán). 40 son las aguas de la Vida.

Elul por tanto un mes de "tentación", que sólo se supera barriendo la "vieja mente".

Retornar a nuestro Alma divina también se conoce desde los tiempos de Moisés y Aarón como recibir la circuncisión del corazón, ya que el pueblo de Israel fue circuncidado dos veces, física y espiritualmente:

En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo (Colosenses 2:11).

Y circuncisión del corazón es renovación de mente:

No os conforméis a esta era [de oscuridad], sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento (Romanos 12:2).

Y es esta renovación mental la que eventualmente trae un bautismo de Espíritu (i.e Pentecostés) con el que el alma-bebé da paso a la Mente del Mesías, que es guiado plenamente por la Sabiduría de la Palabra se expande hasta convertirse en el Alma madura u Hombre-Niño, el cual salva la personalidad, naciendo plenamente del Espíritu. 



Sin embargo, como enseña el Nuevo Testamento, la Virgen embarazada es perseguida por el Dragón, que simboliza el alma asediada por fuerzas oscuras que tratarán de abortar su desarrollo.

estaba encinta, y gritaba, estando de parto y con dolores de alumbramiento (Apocalipsis 12:2)

 Nacer del Espíritu plenamente es una hazaña que muy pocos han logrado, aunque es lo único que garantiza la "resurrección en vida", con la salvación del "alma personal", la cual es imortalizada no por el aliento divino del Alma o Neshema, sino por el cuarto nivel del Alma, llamado Hayá (Vida), el cual completa el Nombre (YHWH). 

En los Evangelios ese nacimiento superior está simbolizado por la Transfiguración del Mesías.

Mas por el momento, afortunados son aquellos cuya Mente divina ha nacido y se han convertido en vírgenes embarazadas con sus lámparas bien cargadas de aceite, que en hebreo es shemen, cuya gematria se relaciona con neshema, el Alma divina, y su comprensión. 

Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo (Mateo 25).

Desgraciadamente, y por lo general, la Casa de Judá (judíos) y la Casa de Efraim (cristianos), aún no parecen darse cuenta de lo que está en juego.

Ambas casas de Israel sólo han comenzado a unirse en quienes estudian las raíces cabalísticas de la Torah y los Evangelios, como anunciaron los profetas.

Sin embargo, Judá, i.e, Judas el traidor, y la Congregación de los Llamados, i.e, la Ekklesía (Iglesia), siguen siendo hoy fuente de "abortos espirituales". 

Ya son demasiados los "embriones de Alma" que nunca llegan a nacer debido a la prostitución espiritual tan promovida por la religión institucional.

Y esto retarda la "regeneración del Alma caída de Adam", promoviendo el Gilgul o Rueda del Sufrimiento, que retorna generación tras generación, con los mismos errores y vicios repetitivos.

Pero ya va siendo hora de retornar. 

Así pues, vírgenes, abran bien los oídos y pónganse manos a la obra, que un nuevo Arca yace sobre las aguas agitadas de este mundo. El diluvio de oscuridad que está cayendo no es para bromas.

En cuanto a las prostitutas (ovejas perdías de Israel)...hagan lo que quieran. Mas no olviden las palabras de Mesías a los fariseos:

las prostitutas os precederán en el reino de los cielos (Mateo 21:31) 

Eso sí, cuando despierten de una puñetera vez.