martes, 1 de septiembre de 2015

Amigo Dragón

                               Montaña del Purgatorio                     Naga Mucalina sobre
                según la Divina Comedia de Dante              Buda –Angkor, Camboya


No basta con reconocer impulsos negativos en el corazón, sino que es preciso comprender de dónde provienen y cómo se purgan. 

En concreto, los siete vicios capitales no son sino energías que enmascaran las cualidades creativas o virtudes:

El Orgullo/Soberbia es ausencia de Humildad, su mejor antídoto, que nace del servicio incondicional. 

La Envidia es la ausencia de Benevolencia, la cual sólo puede nacer de la compasión que conoce el sufrimiento ajeno.

La Ira es falta de Paciencia hacia los demás, la cual requiere perdón.

La Pereza es falta de Diligencia, la cual lleva a la laboriosidad, haciendo a uno abeja recolectora de miel de sabiduría.

La Avaricia es ausencia de Caridad, generosidad que nace cuando uno recibe y percibe lo Divino por doquier, queriendo compartirlo, hallando así la verdadera paz y felicidad. 

La Glotonería es falta de Moderación, la cual viene por sí sola cuando incluso el cuerpo se convence de que le hará sentirse mejor.

La Lujuria es ausencia de Pureza, que es no es una castidad física represora, sino una castidad de mente, cuerpo y emoción que nace del uso adecuado de la energía creativa.

Sobre la transformación interior se ha hablado mucho, pero muy pocos lo ponen en práctica, ya que pocos superan el orgullo, que es el primer escalón en el Purgatorio hacia el Edén, como bien enseñó el iniciado Dante Alligieri.

Dante describió de manera visual la correlación de vicios y virtudes en su famosa obra La Divina Comedia –con claras influencias gnóstico-helenas. 

En ella describe su viaje por el Purgatorio junto a Virgilio, y ambos ven cómo aquellos que adolecen de orgullo caminan deslomados con grandes piedras a la espalda. Y son animados a purgarlo con imágenes de humildad, como la Anunciación de María, que se pliega como sierva de la Luz interior (Lucas 1:38). 

Al tallar las piedras con humildad, gozan de su beneficio –clara imagen alquímica. 

El orgullo es lo que nos hace envidiosos e iracundos, cualidades reflejadas por el apóstol Kephas, apodado Pedro por una razón:

Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia –Mateo 16:18

Lo que nos duele y hace miserables es precisamente la Piedra que Fundacional que rechazaron los constructores (Salmo 118), lo que debemos trabajar. 

Pero como siempre, muchos miran y sólo ven lo literal, cuando han de verse a sí mismos.

Las siete energías destructivas también se conocen como Eros, Dragón, Serpiente, Kundalini o Satán, fuerza opositora que mantiene al humano esclavo de lo físico, a no ser que descubra cómo invertir su dirección para hacerla creativa. 

En realidad esa energía creativa/destructiva es luz condensada y atrapada con una fuerza imparable. Por eso, luchar contra la Serpiente es un suicidio. Por cada cabeza cortada le nace otra, como a la Hidra de Hércules. 

Así pues, sólo cabe transformarla en escudo protector.

Muy sugerentes son las estatuas del Buda bajo la Cobra Real de siete cabezas, como la de arriba.

Estas imágenes no deberían asustar ni ser condenadas, pues así sólo nos condenaríamos a vagar sin ojos, oídos, mente y corazón.

Quien tenga oídos, que oiga.


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