miércoles, 1 de noviembre de 2017

Despertad en el Ungido, sed del último Adam

Nuestra semilla divina

Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará el Ungido [la Conciencia divina] (Efesios 5:14)

Incluso aquellos que sentimos un fuerte llamado a ser llenos de Vida, olvidamos que descendemos de la familia Adámica, aquellos legendarios seres de Luz o "almas vivientes" que una vez gozaron del Jardín del Edén, un plano superior de conciencia desde el que se les permitió explorar este mundo físico, donde existía el no menos famoso Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, la visión dual de las cosas: doloroso-placentero, correcto-incorrecto, etc.

¿Y qué fue realmente comer de ese Árbol? 

Las almas vivientes intimaron demasiado con los sentidos carnales de la humanidad animal, esas bestias del campo hechas para multiplicarse, habitar la tierra y ser dominadas por la luz  o unción divina del alma viviente (Génesis 1:25-27).

Según Génesis 3 la transgresión fue hacer demasiado caso a las sugerencias de la mente más astuta y rebelde de una de esas bestias, que servía de vehículo a las almas adámicas en aquel entonces, y cuya naturaleza literalmente les tomó el pelo. Ella sólo veía lo bueno, lo placentero, y nunca lo negativo y doloroso. Así sugería: "comamos sabrosos vegetales hasta reventar, cocinemos semillas, y transcendamos lo puramente físico, pues seremos finalmente divinos, como Elohim".

Y eso hicieron las almas adámicas, identificarse con cuerpos animales y comer sólidos en vez de la Luz de Sabidiría, acabando desconectados de su origen divino, ganándose el pan con el sudor de la frente, hasta engendrar a quienes comen macarroni con carne hasta las trancas de Caín, el agricultor, y asesino de Abel (conciencia espiritual).

En efecto, de aquella mezcla de lo divino y lo animal surgimos los humanos de hoy, que a decir verdad, seguimos siendo animalitos en comparación con las almas adámicas de Luz. Así lo afirma también el Midrash, la tradición oral hebrea.

Ahora, obviamente, la familia adámica no estaba preparada para descender al mundo de los sentidos físicos, pues como dice el Zohar, para comer del Árbol del Conocimiento uno ha de comer también del Árbol de la Sabiduría de Vida, ya que este mundo está lleno de trampas que nublan la visión, como por ejemplo es exceso de alimentación física al que estamos sometidos. De tanto meter para el buche, se nos han fundido los plomos divinos.

Y evidentemente, la Caída fue tan frustrante, que existen rencores y emociones descontroladas que en realidad no nos pertenecen. Sin embargo, debemos transformarlas con la Luz de Gracia que se nos ha dado. 

Por eso no basta con ser descendientes de Adam. Algunos recibimos la semilla de Abraham el Hebreo, quien venció a reyes rebeldes en su interior; sometió a su Ego, Lot y su esposa (Génesis 14), y finalmente transmitió la Luz a las naciones, lo mejor que supo.

En eso consiste ser "hebreos", luz para otros pueblos.

Pero ser adámico y hebreo tampoco basta. La propia Escritura enseña que Adam cayó por no saber labrar su tierra carnal y comer del Árbol de la Vida. Y que Abraham moró en las Montañas elevadas de la meditación, mientras que Isaac trabajó duro en "el Campo". 

Pero ninguno de ellos pudo construir la Casa interior del Alma y reunir a las Doce Tribus dentro de la misma. Ésa fue la hazaña de Jacob, que se fue a trabajar a las tierras de su astuto tío Laban [mente carnal], para conseguir a la mujer que amaba, Raquel, la Shekina, la Presencia Divina, la Virgen que nos llena de Luz. Aunque, tras los primeros siete años de trabajo, su tío sólo le dio a Leah, que representa el Entendimiento o Binah, sin el cual no se puede recibir la Shekina.

Jacob, con la semilla espiritual heredada de Abraham el compasivo e Isaac el laborioso, logró hallar el término medio y vencer al Ángel Caído que susurraba maldad en su interior.

Por ello Jacob fue llamado Israel, que como dije viene de Yi-Sara-El, el que lucha contra el dios-elohim, la naturaleza caída (Génesis 32:28). Pero también  Yashar El, directo al Elohim-Naturaleza divina.

Así se dijo: 

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono (Apocalipsis 3:21).

Israel el vencedor es el "alma-niño" naciente en una nación adámica rectificada. Y eso sucedió de hecho una vez en la historia, con la llegada de Israel (almas vencedoras) y la entrega de la Torah. Por desgracia, llegó a perderse con la religión, la adoración del Becerro de Oro, una nueva caída:

Estábamos encinta, nos retorcíamos en los dolores, dimos a luz, al parecer, sólo viento. No logramos liberación para la tierra, ni nacieron habitantes del mundo (Isaías 26:18 LBA)

Por eso Pablo vino a decir algo que aún hoy muchos cristianos maliterpretan:

Cristo [el alma-ungida-Israel] murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras (1 Corintios 15:3)

¿Qué Escrituras? ¿Los Evangelios? ¿Cómo, si no existían?

El texto no habla de un salvador de carne que murió en sacrificio por los pecados de la humanidad. Eso sí que sería una salvajada de proporciones cósmicas. La única sangre que purifica es la naturaleza espiritual del Alma divina.

Precisamente, el Cristo que muere o se vuelve a dormir es la semilla de Alma ungida por el Espíritu de Sabiduría, pero que al no desarrollarse, es dominada por la mente animal.

Ahora, la diferencia es que hoy ya tenemos un ejemplo de verdadero "nacimiento y resurrección":

[Cristo/Conciencia de Ungido] fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; que se apareció a Cefas y después a los doce [apóstoles/ tribus perdidas del alma Israel] (1 Corintios 15:4)

Ahora piensen de nuevo, recordando el inicio de este artículo. ¿Dónde fue sepultada la Conciencia divina por vez primera? ¿Y qué Escritura dice que resucitó al tercer día? ¿Los Evangelios? ¿Cómo, si Pablo no los conocía aún? No había evangelios escritos todavía.

La Sabiduría revelada habla del tercer día de la Creación (Génesis 1:9-13), cuando surge el terreno seco del Ego, debajo de las aguas de la Conciencia, naciendo así la semilla y la vegetación interior que ha de dar fruto. Pues, ciertamente, en los mundo espirituales somos como árboles. Algunos quizá ya lo hayáis comprobado.

 Pero la Creación del Humano divino en la Tierra Celeste no se completa hasta el día séptimo, que está a punto de empezar, tras este sexto milenio de historia adámica.

Aún así, numerosas Iglesias siguen centrándose en doctrinas de "religión externa" que ni siguen al Ungido/Cristo ni ayudan a hacer Ungidos/Cristos, sino que más bien cuelgan a Cristo, literalmente, pues no ungen con Amor, Vida, Luz y Paz de Conciencia divina.

¿Por qué buscar Luz entre zarzas cuando el primer ejemplo de Adam resucitado se produjo en el Nazareno que llegó a ser Iesou u Hombre Universal.

Y no sólo vive en alma-cuerpo glorificados, sino con su "espíritu de acción", dentro de quienes obran como él, manifestando Amor consciente, Vida, Luz y Paz, en vez de luchar contra adversarios externos.

Ciertamente, el primer ejemplo de Adam regenerado se salvó en cuerpo, alma y espíritu. Y todo comenzó con la resurrección del Ungido "emocional y mental" en su interior, marcando la pauta:

Mas ahora Cristo [Conciencia de Ungido] ha resucitado de entre los muertos [Adámicos], primicias de los que durmieron. Porque ya que la muerte entró por un hombre [primeras almas de luz], también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Así también está escrito: El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente. El último Adán, espíritu que da vida (1 Corintios 15:45, LBA).

Cuando todos los adanes caídos despierten y nazcan de nuevo emocionalmente (por la Palabra) y mentalmente (Entendimiento superior), se completará la profecía. Después de los siete pastores de Israel (Abraham, Isaac, Jacob, Jose, Moisés, David) llega el Octavo, el Mesías que los reúne a todos, para encarnar la Humanidad rectificada, el último y verdadero Adam o Humano de Luz, que no sólo vence al ángel caído, sino que vivifica e inmortaliza el alma animal humana. 

El Nazareno fue el cabecilla o primogénito completo, el primer fruto de resurección, pero también Verbo Unigénito, pues llegó a fusionarse con la Cabeza del Adam Primordial, el Verbo Divino, conocido como Iesou Kristo.

Y eso es lo que pone de los nervios a la Serpiente, el amigo Luci, Iblis para los musulmanes, el Adversario que cayó dentro de la humanidad animal y aún creyó ser superior a la misma, decidiendo echarle un pulso al Adam primordial (el Verbo Divino), para ver a cuántos despistados se lleva al saco. Aunque como dicen las Escrituras y el Corán, tiene de plazo hasta el día del Juicio, final del séptimo milenio.

De momento ha causado incesantes abortos espirituales inspirando las ideas de la religión exterior, la política, el cientifismo y arte torcidos.

Pero la lucha interior prosigue, y consiste en no dar tregua a la oscuridad, pues ella no lo hará. Como siempre, la llamada  "mujer extraña" de pensamientos y emociones oscuras seguirá colándose en mentes vacías y desprevenidas.

De ahí la importancia de una mente limpia, atenta, humilde y silente.

Allá por el siglo XIII, el gran místico cristiano, Meister Eckhart, enseñó que dentro de nosotros espera un espacio prístino no contaminado por las imágenes del mundo, un alma pura que es la virgen donde el Espíritu divino se engendra a sí mismo y nace como puer aeternus, Niño Eterno, Humano Divino.

En ese sentido decía:

Estamos llamados a ser Madres de Dios. ¿Qué bien me hace si este eterno nacimiento del Hijo tiene lugar permanentemente pero no acontece dentro de mí? ¿Y qué bien me hace si María está llena de Gracia si yo no estoy igualmente lleno de Gracia? ¿Qué bien me hace si el Creador hizo nacer a su Hijo si yo no le doy nacimiento en mi tiempo y cultura? Esto es, pues, la plenitud del Tiempo: que el Hijo del Hombre sea engendrado dentro de nosotros (Meister Eckhart, 1260-1328).

Alucinantes palabras, ¿no les parece? 

¿A qué esperamos entonces para asumir nuestra verdadera naturaleza?

Las almas en gestación estamos llamadas a ser de triple estirpe, dejando de ser Adanes caídos, pasando a ser hijos abrahámicos de la semilla de Luz que llevan la Fe al mundo; Israelitas que vencen al Ángel Caído interior, pasando a ser Hijos del Hombre Divino realizado, hijos del Iesou Kristos de Pablo, Adam Kadmon de Kabalistas judíos, el Jesucristo Universal de Cristianos, o incluso el Krishna que nunca llegó a encarnarse en los Arjunas de la India.

Llámenlo como gusten. Ahora, al manifestar plenamete lo humano y lo divino, las etiquetas sobran, y nada puede derrocarnos, ni las trampas de la Serpiente ni la muerte física. 

En cada cual ha de acontecer el Matrimonio Místico de alma y epíritu en el cuerpo rectificado, encarnando el patrón del Nombre Divino (Yud, Hei, Vav, Hei=Adam Kadmon).

Así seremos hechos a Imagen de la Idea Original, el Adam Primordial en la Tierra Celestial y su "semejanza corporal.


Mas por ahora...

Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre [Cósmico] no tiene dónde recostar la cabeza (Mateo 8:20).


Y para darle cobijo debe crecer la Mente del Ungido. Si no, ya pueden venir los pastores de Belén, el Pontifex Maximus y toda su cohorte, que no hay nada que hacer.

Así pues, a comer como locos del Árbol de la Sabiduría.