martes, 3 de julio de 2018

Transformando Negatividad


Advirtiendo que estamos en medio de la Luna de Cáncer, merece la pena recordar que este mes tiene la peculiaridad de hacer a la gente centrarse demasiado en el lado negativo de las cosas, los demás y acusar como diablos, para luego escondernos como cangrejos bajo la arena evadiendo toda responsabilidad, como el pueblo de Israel protestando en el desierto por carencia de agua y alimento, y adorando el becerro por desesperación (Números 11), o como los apóstoles que pensaban que cinco panes y dos peces no eran suficientes para alimentar a 5000 hambrientos, incluidos ellos (Marcos 6).

De hecho, las personas a quienes más les cuesta soltar lo negativo y perdonar son quizá las nacidas bajo el influjo lunar de Cáncer, ya que son muy rencorosas, y los sentimientos negativos se les incrustan en las tripas, generando todo tipo de dolencias. 

¿Cómo podemos salir entonces del  impasse, viendo la luz incluso en la oscuridad? ¿Cómo ser golpeado por las fuerzas negativas de la existencia, sufrir y no ser derrotado en el proceso?

La única salida es conectándose a nuestra Cabeza Divina o Hijo de Dios y emplear el sufrimiento como "fuego alquímico" del trabajo consciente, chamuscando impurezas internas, catalizando la evolución del propio "embrión de alma" inmortal mesiánica adquirida o heredada. 

Muchos olvidan que dicho "embrión de alma" mesiánica debe ser alimentada con los cinco panes, i.e, los cinco sentidos internos y externos que nos ayudan a comprendrer la Torah de Luz, y los dos peces, o partes del alma que nadan en el océano espiritual de mente y emociones. 5x2 da 10, que son las esferas del Árbol de la Vida que crece dentro para dar fruto al 30 %, 60 % y finamente 100% (10x10), como se indica en Mateo 13:8.

Y cuando somos ungidos con la Conciencia Divina del Alma mesiánica en evolución, es sobre todo para integrar la negatividad en una unidad mayor de la que procedía, superando todo orgullo oculto, reflejando el Amor auto-transcendente del Creador.

Esto lo vemos en el verdadero significado de la famosa lección del Maestro Nazareno: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra (Mateo 5:39)

Es una práctica profunda que pocos han comprendido en su verdadera dimensión psicológica interna, que consiste primero en no reaccionar externamente ante las provocaciones, y segundo manejar la reacción mecánica interna: pensamiento negativo, ansiedad, frustración, miedo, rabia, ira... Y eso sólo se consigue comprendiendo que todos hemos sido infectados en nuestro complejo psico-biológico por la semilla satánica de este mundo, heredada vía genética desde la Caída. Y que sólo merece la pena perdonarse y perdonar al otro,  que probablemente está en peor situación que la nuestra.

Con todo, perdonar a otros es más fácil que perdonarse a uno mismo y a las circunstancias, porque nos han programado para odiar hasta la propia vida. Por ello se requiere lograr ver un sentido más profundo para superar la oscuridad vivida.

Desde hace muchos años me he sorprendido al encontrar dicho sentido de superación reflejado en recuerdos, experiencias, libros o incluso películas como El Guerrero Pacífico, o un instante de la película Waking Life, concretamente en el minuto 26:

La búsqueda debe liberarse de lo negativo, que es realmente nuestra propia voluntad de la nada. Y una vez que dice sí al instante, la afirmación es contagiosa. Estalla en una cadena de afirmaciones que no conoce límites. Decir Sí a un instante es decir sí a toda la existencia.

Para algunos esto podría parecer una reformulación del imperativo de Nietzsche de querer vivir cada momento como si se repitiera eternamente en una Eterna Recurrencia, lo que implica afirmar todos los eventos que condujeron al mismo, así como los futuros, convirtiéndose uno en el Superman que afirma la vida, el Ja-Sagender nietzscheano.

Y a pesar de que hay algo de cierto en ello, Nietzsche definitivamente se quedó corto en gran parte de su filosofía nihilista, narcisista e individualista, quedando carente de la visión divina verdadera, pues es una sombra de la afirmación real del espíritu divino, que es transformar la negatividad de la materia con el Amor Auto-Trascendente que el Creador Infinito transmite a través de Su vehículo, el Hombre Mesías Universal o Megalocosmos Divino, que Nietzsche ni siquiera llegó a atisbar, a pesar de ser el gran afirmador de la Vida:
Porque el Hijo de Dios ... no fue Sí y No, sino que en Él siempre es SÍ (2 Corintios 1:19)

Un Sí a la Vida que incluso puede convertir el dolor en bienaventuranza, trascendiendo todas las barreras, rescatando y devolviendo la Creación caída a la Fuente olvidada de Vida, donde el Universo entero iluminado es la Casa del Padre Universal, allende toda negatividad y vaciedad nihilista.

Sólo cuando vivimos conscientes de dicho Hogar, adquiriendo el Alma verdaderamente inmortal, somos el Cuerpo del Hijo Ungido de Dios que realiza sus restantes obras divinas en la tierra:

Me regocijo por lo que estoy sufriendo por ti, y llené en mi carne lo que aún falta con respecto a las aflicciones del Ungido, por el bien de su cuerpo, que es la Congregación de los Llamados (Colosenses 1:24)

Y este es un proceso continuo de trabajo mesiánico que nos hace llevar en la frente el Nombre divino del Hombre Universal, YHWH, que es la reconciliación de todos los opuestos, luz y oscuridad, divinidad y humanidad, cielo y tierra, ya que el verdadero Ser Divino viviente es infinito, y por lo tanto, sólo puede ser a la vez transcendente e inmanente, desde el Infinito hasta la Eternidad, el Tiempo y de vuelta al Infinito:

... sobre todos, a través de todos y en todos (Efesios 4).

Dios estaba reconciliando el mundo consigo mismo en el Ungido / Mashiaj (2 Corintios 5:19)

como un plan para la plenitud de los tiempos, para unir todas las cosas en el cielo y en la tierra en el Ungido (Efesios 1:10)


Una profunda realización presentada no sólo en el Nuevo Testamento, sino también en la Kabbalah Zoárica e incluso la psicología profunda de Jung, como se describe en este maravilloso libro, La enfermedad que somos: una crítica jungiana del cristianismo, escrito por el recientemente fallecido sacerdote católico John P. Dourley

Aquí les traduzco un fragmento de lo más iluminador:

La visión de Jung concerniente al sufrimiento de Cristo más bien simboliza o ejemplifica el sufrimiento que cada cual debe sufrir en el proceso de maduración. Por lo demás, cuando la expiación vicaria se toma literal e históricamente, podría bloquear en lugar de alentar el proceso de maduración, anulando el sufrimiento que sólo puede ser vivido por el individuo en el proceso de hacerse completo: 

[...]

 ¿cómo puede una vida humana tener significado en sí misma o por su principio de origen autosuficiente?

La respuesta general de Jung a esta pregunta -una que la teología cristiana tradicional se ha negado constantemente a adoptar- es que Dios necesita a la humanidad para que pueda llegar a ser plenamente consciente, y especialmente para hacerse plenamente consciente de los opuestos absolutos que existen en el divino potencial creativo. Así, una de las implicaciones metafísicas más importantes de la psicología de Jung es que la conciencia humana trasciende su origen divino (el inconsciente), específicamente en su capacidad para diferenciar los opuestos irreductibles y en su capacidad para sufrir conscientemente su conflicto. Desde este punto de vista, Dios, como fuente creativa primordial de todas las oposiciones latentes, debe entenderse como el recurso psíquico en el que los opuestos permanecen indiferenciados pero mucho más poderosos en su primitividad que lo que puede contener cómodamente la capacidad relativamente frágil del ego. Sin embargo, es el ego el que permanece como el lugar histórico donde el pleno poder y el significado de las contradicciones divinas se hacen conscientes. Esto sucede, según el punto de vista de Jung, a través del sufrimiento humano que resulta de tomar conciencia y sostener las verdades innegables y contradictorias que son la esencia tanto del inconsciente como de lo divino.

Un Dios tan inconsciente es personificado para Jung en el arbitrario y caprichoso Yahweh con el que Job tuvo que contender y finalmente educarse moralmente, a pesar del punto de vista mucho más vulnerable de Job en la conciencia... 

Jung identifica la conciencia de Job de la auto-contradicción divina como el ego que es consciente de los profundos opuestos con los que se enfrenta en sus propias profundidades. Y sin embargo, esta conciencia, aunque lastimosa en sí misma, es el primer paso para la diferenciación consciente de los opuestos en aras de su eventual unificación.

 Todo lo que uno puede agregar es que al despertar, la vida no nos sucede, ni se nos aparece como algo negativo, sino que la modelamos con la gratitud y  humildad de la conciencia purificada en el cuerpo del Hombre Universal, como un alfarero moldea sus vasijas de barro, como Yeshua untando los ojos del ciego con su saliva cubierta de arena (Juan 9:6), viendo todas las cosas con unos ojos que superan y humedecen la mente carnal, polvorienta y seca del hombre caído, conscientes de la silenciosa Palabra, Mente y Aliento de Vida divinos que mantienen todas las cosas unidas en una sola Historia Divina de Creación y Evolución, desde la Inconsciencia del Alma divina, pasando por la Auto-conciencia y llegando a la Superconciencia transegoica que llena el vacío de cada instante con el Amor de toda la Existencia, convirtiéndose así en una Ventana para la Visión Eterna del Ser Infinito, que transciende todo nombre.

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 [1] Transcripción de la película: