martes, 11 de septiembre de 2018

El Nacimiento del Mesías comenzó el 11 de Septiembre del 3 a.C según Apocalipsis 12.



Imagen del programa Stellarium. Reflejo exacto de Apocalipsis 12.

Hoy se ha llegado a ver la fecha 11 de Septiembre como oscura, desde el famoso atentado –o mejor dicho, pérfida demolición controlada– de las Torres Gemelas, símbolo del velo-dualidad que comenzó a caer a partir del 2001. 

Pero ahora, gracias a la tecnología informática, se ha confirmado lo que algunos autores y sabios venían diciendo [1]. 

Ya vimos en su día cómo el nacimiento del Mesías se asocia a Sukkot, que es la última fiesta de este mes de Tishri que marca la encarnación, juicio y transfiguración [2]. 

Pero faltaba la pieza clave del puzzle, que ya nadie puede negar: ahora sabemos que el 11 de Septiembre del año 3 a.C era Luna Nueva del mes de Tishri, es decir, Año Nuevo judío o Rosh Hashanah,  y que curiosamente refleja la configuración astrológica de Apocalipsis 12, la cual anuncia el nacimiento del Mesías y su cuerpo colectivo, que en la tradición hebrea siempre se ha celebrado y anunciado en Tishri, hacia Septiembre:

Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.



El Sol justo a la altura del plexo


Y doce estrellas en su cabeza

También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas;

En un nivel el dragón hace referencia a la Hidra, junto a Virgo, como vemos en la primera imagen, pero también a Draco, que rodea a Polaris, cuyo movimiento arrastró a ciertos espíritus a encarnarse en esta tierra:

y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. 

Presumiblemente esto sucede cada vez que la individualidad divina–esa tercera parte– queda atrapada en cuerpos físicos con ADN reptil–como los nuestros–, tal como aconteció en los episodios prehistóricos que dieron lugar a las Caídas luciféricas de Adam. 

En cuanto a las estrellas, sabemos por los profetas que representan a los Hijos de Dios, los llamados "espíritus mensajeros" o semillas de inteligencia –logoi spermatikoi–  que permanecen en planos estelares superiores, esperando a ser "activados", cual Wifi, en relación a un software, i.e alma emocional o mental y un ordenador, i.e cerebro físico. Pero de esto ya hablaremos el próximo día de Yom Kipur, juicio de ángeles.

Por el momento tengamos en cuenta que en el año 3 a.C tuvo lugar, según la Revelación de Juan, la encarnación de una semilla-célula cerebral o "cabello" de la Cabeza del Hijo Unigénito o Anciano de los Días, es decir, una manifestación del Hijo-Imagen del  Adam Primordial, Adam Kadmon para los cabalistas.

Se le llama Anciano porque es el Padre celestial que precede y origina la humanidad adámica, y se ha manifestado de modo parcial en otras épocas.

Según la profecía Su última manifestación nacería de la tribu de Judá, asociada a la constelación Leo, el León de Judah:


Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. Y sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad (Miqueas 5:2)

El Verbo [YHWH] reina, vestido está de majestad…Desde la antigüedad está establecido tu trono; tú eres desde la eternidad (Salmo 93)

Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Verbo y de su Ungido; y él reinará por los siglos de los siglos (Apocalipsis 11:15)

La primera encarnación de la Cabeza hace poco más de dos mil años supuso el comienzo del cumplimiento de otra profecía que se registró en Génesis 3:

Y pondré enemistad entre ti [naturaleza reptiliana] y la mujer [alma humana], y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar (Génesis 3:15)

Y nuevamente, este episodio viene reflejado en los cielos, como vemos en la primera imagen, con el León de Judá pisando la cabeza de Hidra. Aunque los paganos tienen su versión de mesías, y le pusieron el nombre de Hércules, que en los cielos nocturnos pisa la cabeza de una serpiente.





Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos (Salmo 19).

Esto fue demostrado con detalle por Ethelbert W.Bullinger en su famosa obra El Testimonio de las Estrellas, The Witness of the Stars, publicado en 1893.

Pues, ciertamente, las estrellas son "signos", mashalim, que  como enseña el Libro de Job, configuran un Mazzarot o Rueda de Signos astrológicos para aquellos que tienen oídos y ojos no embotados por la parafernalia de la religión, que mantiene a las masas dormidas, haciéndoles odiar incluso esta Sabiduría, y celebrar en el solsticio del 25 de  Diciembre, el nacimiento de un cierto Mesías de reemplazo, como siempre se hizo en los cultos paganos dirigidos por ángeles caídos. Eso sí, con coca-cola navideña, gambitas y regalillos para hacerlo más ameno.

Ya sabemos que el espíritu del Anti-mesías se disfraza de cristiano, judío, musulmán o budista si es necesario; recursos no le faltan.




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