sábado, 26 de marzo de 2016

Crucificando a la Serpiente – 2




Serpiente en Cruz Tau de bronce
Cima del Monte Nebo, en el Jordan
Foto de Jerzi Srtzeleki, Creative Commons 



 Parte Segunda 
De tanto ver a Dios separado y fuera, la humanidad se ha olvidado de que lo lleva sufriendo en las propias carnes.

Como bien dijo Pablo, eso es precisamente lo que les pasó a quienes cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles (Romanos 1:23-28 RV)
¿Quieren ver la Palabra-Verbo del Supremo hecha materia visible? Observen los árboles, los animales, las flores, el propio cuerpo respirando, y un mundo perdido lleno de dolor, y así descubrirán cuán lejos está la omnipresencia divina de recibir la atención que merece, para así florecer como merece.
 
Los símbolos de adoración religiosa y política son a menudo una fuente de división conflicto y guerra

Por ello Pablo hizo una nueva advertencia al hablar del inicuo, las señales y los milagros:

Dios les envía un poder engañoso para que crean en la mentira (2 Tesalonicenses 2:11) 

¿Pero de qué Dios habla? ¿Cuál es la mentira?

El derecho de elección entre la vida y la muerte es un ingrediente necesario en el aprendizaje divino dentro de Matrix

¿Y quién se encarga de hacerlo posible?  

El Dios de este siglo (2 Cor 4:4)


Pero veamos de dónde arranca todo. 

Parte Segunda

Jueves es el día de Júpiter, Jovis para los romanos, Zeus para los griegos, es decir, el Padre pagano de los dioses paganos, rector de sacrificios, como el Yaweh Elohim judaico, que en el Árbol de la Vida ocupa un nivel inferior al impronunciable YHWH, el Todo Ser ignoto que no necesita nada pues lo da todo de sí mismo.

En los mitos, Zeus-Júpiter aparece como hijo de Kronos-Saturno, dios del Tiempo, y del Shabat, Saturday, séptimo día de la Creación, descanso en el Tiempo serpenteante

Todo nombres que aluden a fuerzas dinámicas planetarias a las cuales están sometidas las criaturas naturales, con los humanos carnales inclusive, cuyas energías son empleadas para regular procesos de la Naturaleza, como si de esquilar y sacrificar ovejas se tratara; para el Cosmos, la humanidad "carnal" es mero ganado, crea o no crea en dioses, tenga o no tenga doctorados en teología y física.

Estas fuerzas son conocidas como Sistema de la Serpiente, el famoso Ouroboros que se muerde la cola, alimentándose de sí mismo



El Alma del Kosmos, para no caer en lo que la física conoce como muerte entrópica, se alimenta de luz vital emitida por las formas de vida que en ella viven.

Y aunque parezca siniestro, el Alma del Mundo, el Dragón del Tiempo, cumple la función de Ego divino.  
Su juego de Luces y Sombras, Amor y Odio, ayudan al Hijo a aprender y ganarse el puesto a la derecha del Padre (Efesios 1:21)no del Padre Zeus, sino del Padre de las Luces, que como bien dice Jacobo, no se ve afectado por el Tiempo (Santiago 1:17).


Es decir, el Hijo Crístico vence al Dragón del Tiempo, el Ego divino, pero no matándolo, sino subiendo por encima de él con la Luz y Amor de la Consciencia.

Nosotros hemos de hacer lo mismo, aprendiendo a gobernar el Inconsciente, con la Luz que El envía el Hijo para que formemos parte de su cuerpo liberado.

Sed sabios como serpientes e inocentes como palomas (Mateo 10:16)

Eso implica ver que las Leyes Draconianas del Tiempo rigen toda la vida estelar y la transformación de energía, y cuando se violan, el Dragón muerde para obtener las energías necesarias y comer. 

No es casual que haya tantos desastres naturales y guerras. Evidentemente, alguien no hace sus deberes. El Inconsciente está desbocado. Y la Naturaleza sólo hace aquello para lo que está programada.

Las culturas posteriores al llamado último Diluvio, habían oído campanas sobre esto. De ahí que el dragón y la serpiente fuesen siempre venerados en todas partes: Egipto, Méjico, India, China, Turkía, Irlanda, Sumeria..

Pero obviamente no todos comprendían. He ahí el origen de ciertos rituales de sacrificio y adoración. 

Una degeneración que no aplaca las inclemencias del Tiempo y la psique. El trabajo espiritual es lo único que puede armonizar la Naturaleza, y a la vez alimentar al propio Ser, pues así la calidad de energía producida es infinitamente superior a la de la muerte física, las ofrendas, las oraciones a deidades externas, etc.

Algo más sofisticado se les ofreció a los judíos: la Instrucción o Torah espiritual (Éxodo 32). Pero la rechazaron y prefirieron la Torah carnal (Éxodo 36).


Entonces, ¿para qué sirve la Ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles [mensajeros] en mano de un mediador. Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno (Gálatas 3:19 RV)

Las Leyes carnales rigen mientras uno está sometido a las condiciones de vida terrestre, con un cuerpo que tiene que comer, mantenerse sano, curarse, protegerse del frío...

Es el mundo de la Serpiente que decidió experimentar la humanidad, comiendo del Fruto del Árbol del Conocimiento de Bien y del Biel.

Y el mundo mortal de la Serpiente que se devora a sí misma, no es malo en sí, sino sólo un Espejismo que parece bueno y malo a la vez.

Aún así es es un divino engaño que enseña a elegir sabiamente.

Las Escrituras lo enseñan claramente, tras anunciar los mandamientos y preceptos de la Torah carnal:

hoy pongo ante ti la Vida con el bien, la muerte con el mal...Escoge la Vida para que vivas tú y toda tu descendencia (Deuteronomio 30:14-19)

Los 613 mandamientos de la Ley-Instrucción o Torah, fueron dados en una época determinada, para cubrir necesidades planetarias, mantener a raya a la Serpiente hambrienta y regular relaciones sociales, de tal manera que hubiese armonía.

El rabino Hillel expresaría que la Torah se resume en un solo mandamiento, la Ley de Oro: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Levítico 19:18). 

Shaul Katan, es decir, Pablo, que estudió con el rabino Gamaliel, dijo lo mismo en latas 5:14.

Pero obviamente, el pueblo no estaba preparado para comprender y cumplir dicha ley, ni siquiera el primer mandamiento: amar a Dios por encima de todas las cosas (Deuteronomio 6:4), pues al preferir el Becerro de la religión y sus deidades inferiores antes que la Torah de Vida espiritual, se negaron a conocer la Verdad sobre el Supremo.

Mientras el pueblo judío siguió las leyes, se hizo tan próspero y poderoso que despertó envidia en todas las demás culturas. De ahí el odio antisemita.

El problema vino con la idolatría, incomprensión e indolencia, la sustitución de las leyes por tradiciones humanas para servir a fines egoístas, lo cual llevó finalmente a la barbarie, destrucción y dispersión del pueblo judío.

Quedó así demostrado que la Ley sin Espíritu de Vida oprime a quien está llamado a ser algo más que una oveja al servicio de un sistema legal. 

En ese contexto, el espíritu de Yahshua vino del Padre de las Luces –que no demanda ni requiere sacrificios, pues lo da todo. Y era muy consciente de que la humanidad que él mismo sembró en el Edén, cayó muy bajo al mezclarse con cizaña (Mateo 13:24-43), dejándose seducir por el mundo de la Serpiente, que sabía cuán útil le iba a ser la "luz superior" del Alma Humana. Adam era el mejor alimento.

Y Yahshua, con su ejemplo vino a demostrar cómo anular en uno mismo el yugo de la Ley carnal planetaria mediante el Espíritu de Vida, abandonando los sistemas religiosos

haciendo uso de esa misma Ley. No por otra razón fue presentado como Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29)

Pero lo que se sacrificó no fue a Yahshua, ni al Ungido que encarnaba, sino la limitación del cuerpo físico, que representa la Serpiente y su Ley carnal, el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.


Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados [transgresiones de la Ley], anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz (Colosenses 2:13-14)


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