miércoles, 27 de marzo de 2013

Pascua Arriba, Pascua Abajo – Parte I


Pietro Lorenzetti (1320)
Dominio Público, Wikipedia

El silencio y la contemplación son por supuesto importantes, pero la mente también necesita "alimento" para desarrollarse. Y dado que un aspecto importante del desarrollo interno es el proceso de comprensión de los ciclos evolutivos reflejados en el arte sagrado, hoy damos inicio a una serie de artículos con el fin de investigar una cuestión muy antigua e importante: 

Todas las escrituras sagradas contienen al menos siete niveles de interpretación que se complementan entre sí y pueden ayudar a conocernos a nosotros mismos. Uno de estos niveles fue re-descubierto por eruditos como Volney, Depuis y Kersey Graves durante los siglos XVIII y XIX y estudiado bajo el nombre de "astro-teología". Aquí lo vamos a abordar en el contexto de la Pascua Cristiana, en sincronía con la interpretación psico-espiritual, y dejando también la puerta abierta al Jesús histórico, cuestión que abordaremos más tarde.

Con ciertas claves, es bastante fácil seguir las historias de los evangelios como una imagen perfecta del Viaje del Sol a lo largo de la Eclíptica, el legendario Viaje del Héroe, que también se lleva a cabo dentro de nosotros. Como arriba, así abajo, decían los hermetistas; así en la Tierra como en el Cielo, reza la oración cristiana.
Varias etapas solares importantes son representadas en el tiempo de Pascua, que comienza con Domingo de Ramos –hace cuatro días este año–. En Mateo XXI se presenta de la siguiente manera:
 [1] Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé,[2] al Monte de los Olivos,[3] Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: "Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y en seguida hallaréis una asna atada y un pollino con ella. Desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dice algo, contestadle: "El Señor los necesita, pero luego los devolverá"".[4] Todo esto aconteció para que se cumpliera lo que dijo el profeta: "Decid a la hija de Sión: tu Rey viene a ti, manso y sentado sobre un asno, sobre un pollino, hijo de animal de carga".[5] Entonces los discípulos fueron e hicieron como Jesús les mandó. Trajeron el asna y el pollino; pusieron sobre ellos sus mantos, y él se sentó encima. La multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían en el camino.[6] Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: "¡Hosana [7] al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas!"
Cuando leemos este texto y otros con cierta llave interpretativa, todo aparece claramente en su lugar, incluso las aparentes contradicciones entre los evangelios sinópticos. En principio puede ser molesto encontrar que el evangelio de Marcos comienza este mismo episodio con una pequeña variación en el texto que incluso hace a los estudiosos pensar que el escritor ignoraba la geografía. En Marcos XI, 1 leemos: Cuando se aproximaban a Jerusalén, estando ya al pie del monte de los Olivos, cerca de Betfagé y de Betania...
¿Por qué se introduce Betania? Resumiendo, posiblemente esto se hizo para llamar la atención del lector, ya que el término se puede perfectamente interpretar como Beth Anu, traducción semítica de la expresión egipcia Casa de Anu, dios de Heliópolis, la Ciudad del Sol.
Pero fundamentalmente debemos recordar que el ministerio de Jesús comienza a la edad de "doce años" y tiene una duración de un año, es decir, doce meses, exactamente lo que tarda el sol en cruzar –desde un punto de vista observacional– las doce casas del Zodíaco. 

Casualmente, los evangelios presentan a Jesús diciendo cosas como: En la casa de mi Padre hay muchas moradas (Juan 14:2); Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá luz de vida (Juan 8:12) o Yo soy el Camino (Juan 14: 6).
Por otra parte, Jesús elige a "doce discípulos" y su ministerio se desarrolla en torno al llamado mar de Galilea –nombre posiblemente derivado de la palabra hebrea Galil (círculo), reminiscencia de la rueda zodical. Además, autores antiguos como Porfirio ya señalaron que la expresión "mar de Galilea" es extraña, ya que en Galilea no hay más que un lago conocido como Tiberíades. 

Por lo tanto, en este contexto, el término “mar” bien podría referirse a lo que tradiciones míticas llamaban Aguas de la Existencia, relacionada con la Rueda de las Reencarnaciones, que las Escrituras y sabios hebreos denominan Gilgal.

Dicho esto, advirtamos que el pasaje evangélico comienza haciendo referencia a "Jerusalén", lugar donde se dirigían, y recordemos que antes de dicho episodio, Jesús anunció su futura pasión tres veces, y después de la primera tomó Jesús a Pedro, Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó a un monte alto. Y se transfiguró ante ellos; brillo su rostro como el Sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz (Mateo 17: 1).

Preguntémonos ahora por qué justo antes de entrar en plena ciudad de Jerusalén, Jesús se encuentra con "dos hijos de Zebedeo" y sana a "dos hombres ciegos", en su "ascenso a Jerusalén". ¿Qué es Jerusalén? ¿Por qué cura a "dos" ciegos en Mateo y a "uno" en Marcos? ¿Quiénes son esos Dos? ¿Acaso aluden a los Gemelos de Géminis, justo antes del signo Cáncer, donde el Sol alcanza su cenit?

Ahora centrémonos simplemente en la orden dada por Jesús a, nuevamente, "dos discípulos": "Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y en seguida hallaréis una asna atada y un pollino con ella. ¿Cuál es esa aldea de enfrente? 
Más adelante Jesús entra triunfal en Jerusalén sentado sobre un asno, sobre un pollino, hijo de animal de carga".  

Vaya, esto sí que tiene gracia. ¿Iba Jesús sobre un asno o sobre un pollino? ¿Acaso sobre los dos? ¿Pero qué maneras son esas de entrar triunfante? 

 Algunos eruditos ven aquí una simple “expresión enfática”, defendiendo que Jesús iba sentado en la burra, acompañado del pollino. Pero se mire por donde se mire, en el pasaje de Mateo se recalca: Trajeron el asna y el pollino; pusieron sobre ellos sus mantos, y él se sentó encima –se entiende que de ambos–. 

 De hecho, en la antigua y famosa versión inglesa de la Biblia, la del rey James, se traduce del mismo modo; es más, en la primera frase incluso se afirma que iba sentado en el asno y en el pollino. Así aparece hasta en un pasaje del Antiguo Testamento que aparentemente alude a lo mismo. Y es que se ha argüido que el pasaje evangélico es el cumplimiento de una profecía judía:He aquí que viene tu Rey justo y victorioso, humilde montado en un asno, y en un pollino hijo de asna (Zacarías 9: 9).  

Aunque por desgracia, hay muchas traducciones alteradas, pues muchos intérpretes, más listos que nadie, se aventuran a modificar lo que no cuadra con su doctrina, cuando no lo suprimen del todo por miedo a la Verdad.

Ahora, la cuestión es ¿y si se nos está invitando a estudiar más detenidamente las “rarezas”? Hay que tener en cuenta que  normalmente las obras de arte sagradas contienen "contradicciones" e "imágenes sin sentido" que no son meros despistes ni caprichos, sino más bien "pistas" que apuntan a un "doble fondo". La Biblia está llena de extrañas "adivinanzas" y "profecías" que,  casualmente,  comienzan a cobrar enorme sentido cuando se ven como alegorías psicológicas, matemáticas y astronómicas que nunca pueden dar pie a confusión ni a disputas:
Una vez el Sol cruza el Equinoccio de Primavera el 21 de Marzo, asciende a través de Aries, el Carnero, aún cual Cordero, de Dios, más creciendo en fuerza, irradiando luz sobre los campos arados a fuerza de bueyes –simbolizados por Tauro–, y es que los campos "psicológico" y "terrenal" han de ser preparados para que las "semillas" puedan germinar.

 Finalmente, el Sol alcanza su Esplendor en su punto celeste más álgido, haciendo así a los días más largos e inaugurando el Solsticio de Verano el 21 de Junio, Hosanna en las alturas.
En términos astronómicos esto corresponde al momento en que el sol entra en la Casa de Cáncer, el Cangrejo. De ahí en adelante el Sol se mueve a través de Leo –otro símbolo de Jesús, quien fuera llamado "victorioso" León de la Tribu de Judah (Apocalipsis V, 5)–. ¿Por qué victorioso?
Esta acción retrógrada de dejar atrás el “esplendor solsticial” y dirigirse hacia el Equinoccio de Otoño se simboliza con el movimiento lateral del Cangrejo, a saber, Cáncer, una constelación más bien difusa que, curiosamente, da cobijo a dos estrellas prominentes conocidas en la antigüedad como "asselus borealis" y "asselus australis", los "dos asnos"

Y curiosamente, el signo del Cangrejo también estuvo representado con dos colas de asno que parecen formar el número 69. Y estos "asnos" están cerca de un brillante cúmulo de estrellas conocido como Colmena o Pesebre –Praesepe en Latín. Es ya demasiada coincidencia que un par de asnos reaparezcan más tarde, durante el nacimiento de Jesús, en el pesebre, tal vez a modo recordatorio de todo el proceso que condujo a su muerte y resurrección. 

Por otro lado, desde un punto de vista espiritual, estas imágenes alegóricas apuntan al proceso de conocer y domeñar esa testaruda "mente de asno" que se niega a seguir las órdenes de la divinidad interior. En la lengua inglesa, el asno se designa incluso con un vocablo "ass", que alude también a la parte baja del ser humano, o para ser más precisos, al culo.
Como podemos ver, el verdadero arte nunca muestra cosas al azar. Y si bien es cierto que los evangelios están llenos de paralelismos sorprendentes y toda su historia puede leerse en términos psicológicos, matemáticos y cosmológicos, la interpretación “astro-teológica” –que dirían los eruditos decimonónicos– se le ha subido a la cabeza a muchos estudiosos, los cuales tienden a pensar que el mito cristiano es una "fábula" tejida para gobernar a las masas. Sin embargo, esto es una simplificación excesiva, ya que estas enseñanzas sagradas son todavía una herramienta de transformación interior que nunca podría ser forjada por tiranos. 

Además, es necesario distinguir entre la idea del Cristo –"Arquetipo de Consciencia", más que una persona–, de la posibilidad de existencia de un hombre histórico que pudo haber encarnado tal nivel de desarrollo interior, en un lugar y tiempo determinado, por una razón específica, como varias tradiciones defienden. Espero que podamos examinar esta cuestión en los siguientes artículos pascuales.

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