miércoles, 12 de octubre de 2011

Sufrimiento Consciente


Quizá el mayor desafío al que se enfrenta todo humano es la necesidad de hacer frente a la abrumadora presencia del sufrimiento en todas sus formas: dolores, angustias, insatisfacción...

El sufrimiento puede incluso cegarnos y es empleado como una cruel herramienta de manipulación. La gente puede hacer y creer cualquier cosa con tal de escapar del sufrimiento. 

Es así más fácil desear la felicidad y la dicha, así como adoptar un pensamiento puritano superficial, comprando la verborrea típica sobre el amor y la luz.

Pero si somos realmente honestos con nosotros mismos, se hace obvio que el rechazo de la oscuridad hace a la situación más dolorosa. 

Y el mismo deseo de amor y luz se halla en contradicción con nuestros orgullo, soberbia, egoísmos y acciones ciegas, todo lo cual no puede transformar ni lo interior ni lo exterior. Nos hace sufrir tanto a nosotros como a otros seres. 

¿Cuántas veces aceptamos otros puntos de vista, sin criticarlos, sin excluirlos? ¿Cuántos esfuerzos hacemos por superar hábitos negativos como la auto-compasión, la auto-indulgencia en pequeños o grandes placeres, el auto-desprecio...?

¿Cuánto nos preocupamos por nosotros mismos y los demás, en sentido profundo? 

Ciertamente el Amor perdona y trasciende todo, incluso el sufrimiento (1 Corintios 13); pero no es menos cierto que tal y como somos, no podemos amar conscientemente

Nadie sufre ni ama conscientemente si no es en el espíritu del Eterno que ha de morar en el templo de nuestro cuerpo. Nada más existe realmente.

Con el Ungido de Conciencia he sido crucificado, más ya no soy yo quien vive en mí, sino que es Ungido de Conciencia quien vive en mí (Gálatas 2:20)

De modo que tal vez un paso crucial es tener el coraje de pararnos por un momento, vernos y sentirnos tal y como somos, abrazando humildemente el dolor, la decepción, la angustia, la depresión, de la misma manera que abrazamos el placer y la felicidad. 

Como bien enseñaron Buda y Yeshua, puede haber "dolor" sin "sufrimiento innecesario". Y es que el dolor y la alegría son inherentes a la vida, haz y envés de una hoja

Además, no vinimos a la tierra de vacaciones. Hay muchas deudas que pagar, por la vida que hemos recibido y comportamientos erróneos. 

¿Acaso el Padre Nuestro no dice: perdona nuestras deudas en la medida en que perdonamos a nuestros deudores?

Sólo al vivir desde un espacio de compasión y aceptación podemos pagar deuda espiritual, abriéndonos a una verdadera paz y amor conscientes. 

El dolor se hace así divino, cargado de sentido, pues ya no es del hombre viejo que sufre sino Dios mismo a través de nosotros. 

Así aliviamos también Su sufrimiento.

Por eso, cuanto más amamos de verdad, más duele la vida, pero más dicha se hace manifiesta para compensarlo. 

Mensaje parece implícito en aquéllas famosas palabras

El que quiera ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame (Mateo 16:24)

Seguirle es estudiar su Palabra, alimentarse de ella, ya que constituye su cuerpo, mientras que beberla es vivirla con su Espíritu, y estar listos para la Vida, incluido el dolor.

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