sábado, 15 de febrero de 2020

Comunión con nuestro Ser real: el Árbol de las Vidas





Diferentes tipos de espiritualidades han hablado siempre de conectar con el Yo Real. Hoy en día hay incluso el teórico Jean Garnier Malet sugiere la existencia de Doble Cuántico que cada persona tiene, un ser multidimensional que puede ver todas nuestras líneas de tiempo y comunicarnos el camino para los mejores futuros o despejar para atraer la mejor versión de nosotros.


Y no digo que no haya verdad en esto. Sin embargo, en todas estas visiones podemos ver que hay una mezcla de verdad y mentira que llevan al error. 


En primero lugar, conectarse a algo que conoce detalles del futuro o información sorprendente de registros akáshicos, no es garantía de verdad, pues hay falsos guías.

Ciertamente, el Alma Divina puede conectarse a las líneas de tiempo y guiarnos, pues es nuestro Ser, pero no es cuántica porque no pertenece al espacio-tiempo.

Por eso lo más aconsejable aproximarnos a nuestro ser con el esquema del Árbol de la Vida, que es el Alma Divina. Y hacerlo desde la visión del Maestro Yeshua/Iesou, es aún más completo, ya que Él es el Árbol mismo: Yo Soy la Vid y vosotros las ramas (netzarim).



Tradicionalmente la Kabbalah hebrea considera que hay grados de devekut o comunión divina. Se puede ser Esclavo de Elohim, Siervo de Elohim, Novia de Elohim, Hermano de Elohim, Amigo de Elohim y Esposa de Elohim. Y los eruditos van de abajo arriba en el árbol sefirótico. Pero al asumir que somos cuerpo del Mesías, unimos lo de abajo con lo de arriba y vamos siempre desde nuestro centro, que es el Bendito Ser mismo, teniendo ya a disposición Su Voluntad, Su Conciencia y Su Personalidad. Él en nosotros es lo que tenemos que descubrir, dejando que se exprese.

En general la gente es esclava de Elohim, las fuerzas naturales desbocadas, como la Serpiente, Najash, que es un deseo insaciable lleno de orgullo y ansia de destrucción por frustración. Sin embargo, en ella yace un potencial de transformación, porque si no se transforma, hay destrucción. El orgullo es la piedra de cambio.

Así, incluso en este Reino de Muerte, Malkut, yace la semilla de Vida en forma de Shekinah dormida, Presencia Divina latente.

Por eso, Yhshua nos insta a que hallemos dentro el Malkut ha Shamayim, la Esfera Fundamental del Alma Divina. Neshemah y haShamayim tienen el mismo valor gemátrico, 395.

Y una vez entramos en el Fundamento del Árbol de la Vida, ya no somos esclavos de Elohim, las fuerzas naturales no nos emplean como recurso cuando estamos bajo las alas del Espíritu de Vida. Más bien somos uno con nosotros mismos.

Y al estar conectados a la Conciencia Universal, no somos siervos, sino sirvientes de Elohim, porque realizamos un trabajo de servicio interior y exterior que libera y armoniza las energías. La Naturaleza es beneficiada con nuestro trabajo interior y nos ayuda, pues básicamente transformamos la Energía de la Serpiente destructiva, que pasa a ser luz vital purificada, haciendo de receptáculo divino. Se despierta así la Shekinah o Presencia Divina, trayendo serenidad, incluso buenos olores.




Y este trabajo se representa con la Esfera de Hod (Esplendor/Consciencia), donde encendemos las Luces de la Casa interior, como en la parábola de la mujer que tiene diez monedas, enciende la luz y barre para encontrarla. Esto es conocer cada parte del cuerpo y la mente, viendo cómo ciertos pensamientos negativos desencadenan ciertas emociones y acciones, por qué comer mucha comida insana genera depresión, falta de vitalidad, etc.

Y cuando este trabajo de consciencia emerge, entonces se produce una armonización emocional que nos eleva. Es la Esfera de Netzaj, el Éxito.

En la Torah Netzaj es Moshe, Hod es Aaron, y la energía vital e imaginativa de Yesod viene representada por el manto multicolor de Yosef, ya que alude a los colores del cuerpo energético. La sublimación genera incluso olores perfumados, como el olor a rosas.

Pero Yesod es también la esfera de la Novia (Nukva), la Doncella en la Torre, que debe ser alcanzada por el Novio (las primicias de Conciencia/Israel), ya que ella guarda su rebaño en la torre Migdal. Y cuando se vuelve receptiva la Novia, el triángulo Netzaj, Hod, Yesod deja de apuntar hacia abajo, uniéndose a Tifereth (el Novio), apuntando hacia la Conciencia Universal (Da´at Elyon), lo cual genera una ola de elevación emocional, fruto del vortice Merkaba, que eleva la frecuencia de vibración.



 

Y  en Tifereth, la Belleza interior, tenemos una esfera de auto-reconocimiento, donde comenzamos a sentir nuestro origen divino y sus virtudes: compasión, calma, amor incondicional…Aquí la mente y cuerpo divinos comienzan a manifestarse juntos. Y a ese estado de conciencia se le da el nombre de Israel.

Sin embargo, hay fuerzas oscuras que ven la Luz y de inmediato quieren reducir el nivel de vibración. Comienza entonces la fricción. 

En mitos antiguos esto se ve con la lucha entre hermanos, Enki vs Enlil, o Jacob vs Esau, etc. Jacob incluso lucha contra el hombre interior, su elohim propio, y al vencerle, recibe el nombre de Israel, que significa Yashar El, Esfuerzo hacia El, o Vencedor de fuerzas Solares (Ra), fuerzas lunares (Isis) y fuerzas planetarias (El).

Y la victoria sólo puede tener lugar en Tifereth.

Y cuando llega la serenidad (Shalom), la lucha cesa, y somos Amigos de Elohim, como Abraham. Vemos entonces la unicidad de las cosas. De hecho, el Sefer Yetzirah muestra la relación de todas las cosas en la Matrix: cuatro, elementos, días, meses, letras hebreas…

Eso es básicamente el Dios o Elohim de Abraham, El Shaday, la Naturaleza proveedora, pero de un universo modificado. El mismo mundo es objeto de adoración en la New Age y las Teorías Cuánticas, que no conocen el Kosmos Original donde no hay fragmentación ni mátrix cuántica.

La unicidad de abajo sólo es un destello de la unicidad de arriba. Y eso lo vemos con la Mente del Mesías, Da´at Elyon, la Conciencia Universal, la unión de la Sabiduría intuitiva que nos aparta de la destrucción, y la Comprensión (Bynah), donde los opuestos comienzan a integrarse. Entonces  reconocemos la unión plena con nuestro Ser. Mas no somos Esposa de Elohim, pues en la Unicidad ya no hay ni hombre ni mujer.

Nuestro Yo más profundo está sentado en regiones celestiales y nos guía cuando escuchamos su voz silenciosa, por medio de intuiciones, visiones…Podemos incluso percibir otras líneas de tiempo y existencias, pero sin quedar atrapados en ellas.

Esto es comunicarnos con los centros superiores de Conciencia, que son cuerpo el Corazón contemplativo y la Mente de Luz, que nos muestra las esferas donde todo es Luz. 

Yeshua era incluso capaz de conectarse a la Luz primordial desde el cuerpo, pues su estado de Conciencia era Yehidá. 

Huelga decir que en la comunión con nuestro Ser necesitamos cultivar el silencio, la humildad y la atención, armonizando cuerpo, mente y emociones, o incluso visualizando con Imaginación iluminada. Sólo así seremos capaces de escuchar las intuiciones, recibiendo todo lo que estamos destinados a manifestar.

Pero no debemos convertirlo en técnicas rígidas ni rutinarias, pues la Vida del Árbol interior es espontánea.

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