lunes, 1 de agosto de 2016

Mirando desde el Origen



El Nombre Divino es la Vibración Fundamental de la Luz Pura No Diferenciada y sus armónicos, no el nombre personal de un Dios perteneciente a un credo en particular.

La belleza sublime del Supremo vibra en una octava de Ser donde a nadie le importa un pimiento la diferencia entre mi religión y tu religión, mi verdad y tu verdad, mi Dios y tu Dios, tú y yo, bueno y malo, blanco y negro. 

En el estado fundamental de Ser, hay sólo Yo Soy Pleno en unidad con todo lo demás, como esa nota sostenida bajo las cambiantes armonías que manifiestan su riqueza.

La visión del Divino no es otra cosa que realizar y sentir Su presencia en nosotros mismos y en todas partes a nuestro alrededor, porque el Divino es todo lo que penetra el Espíritu e impregna el universo entero. Los mundo manifiestos no son diferentes de Él puesto que son tan sólo su propia expresión en términos de nombre y forma (Swami Ramdas).

Y a cada vibración le corresponde una forma, como bien muestra la ciencia cymática.

¿Mas cuál es el otro lado de la forma?

La quietud dichosa desde donde uno atisba el eco del Infinito, libre de los contingentes fenómenos naturales y creencias limitantes.

Pero cuán fácil es olvidarnos de quiénes somos cuando nos dejamos seducir por los susurros de este mundo oscuro en el que habitamos temporalmente. 

No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mudo, como tampoco yo soy del mundo (Juan 17:15-16)

No está de más recordar quienes amamos desde nuestro verdadero Ser –y no desde la anestesiada personalidad adquirida– que no somos criaturas ni objetos, sino seres espirituales eternos viviendo variadas experiencias humanas, habitando en forma de criaturas mortales, atrapados en ellas desde hace miles de años, por insistir en ver oscuridad y no lo evidente. 

Pero es tiempo ya de despertar, pues ya estamos sentados en lugares celestiales (Efesios 2:4), y nuestra misión esencial es iluminar toda la oscuridad que proyecta nuestra propia Luz. 

El mal no existe en sí mismo, sino sólo en cuanto sombra de lo no revelado, desconocimiento del Corazón Infinito.

Al iluminar las sombras, nos hacemos capaces de recibir la grandeza, felicidad y libertad que el Infinito inefable nos otorga sin pedir nada. 

Quejarse, acusar, culparnos y culpar a otros o a las circunstancias de las propias miserias no está en sintonía con nuestro Ser.

Tampoco es muy inteligente esperar recibir reconocimiento ni amor de otros, ni siquiera de la pareja o padres terrenales, que son un lejano eco de los Padres Celestiales, cuyos destellos son nuestras consciencias eternas. 

¿Qué sentido tiene buscar la plenitud de la felicidad en lo externo cuando toda la dicha ya se halla presente en nuestro Ser?

Todo lo que necesitamos, incluido el Conocimiento, lo llevamos dentro, envuelto en forma de regalo que rara vez abrimos. 

Y si parece que recibimos de fuera, es sólo porque ignoramos que estamos recordando y percibiendo los reflejos de la riqueza interior. Lo igual es percibido por lo igual.

Nada hay de malo en experimentar relaciones personales, alegrías, placeres, tristezas, enfermedades, aventuras, traumas, políticas, religiones, filosofías..., siempre y cuando no quedemos atrapados en ellas. 

Ellas no son sino "impresiones vitales" para ayudarnos a comprender, madurar y recordar quiénes somos en realidad, y así poder desplegar todo el potencial luminoso, haciéndonos más felices, independientes y responsables.

Si realmente fuésemos capaces de alimentarnos de las impresiones vitales, una vida sería suficiente para madurar,  necesitaríamos menos comida sólida, y además estaríamos más nutridos a todos los niveles. 

Asimilar esto en la presente Era del Conocimiento y la Comprensión es esencial. Por eso  los viejos moldes ya no sirven.

¿Para qué seguir insistiendo en el camino del dolor, la tortura, la culpa y el pecado, que fueron introducidos por la oscuridad para empañar la visión de la verdad?

Siendo ya libres en lugares celestiales, muchos se siguen sintiendo culpables, enfadados consigo mismos, por no ser capaces de cumplir la promesa de luz que se hicieron antes de encarnar, lo que ni siquiera recuerdan.

¿Pero quién nos va a culpar o juzgar sino nosotros mismos?

Ya sabemos que la vida humana ha sido saboteada por parásitos. ¿Pero no es eso una oportunidad para iluminar?

Muchos descargan su frustración en forma de odio, violencia o ateísmo, que es en realidad odio inconsciente hacia el Creador, pues no existe un ateo plenamente consciente, y en situaciones de dolor extremo, hasta los ateos claman al cielo o a los dioses.

Dicho odio es especialmente intenso en las chispas de inteligencia solar que se detuvieron en su desarrollo, atrapadas por las fuerzas del mundo físico. 

Simbólicamente se conocen como ángeles caídos, pues son energía estelar inteligente incorporadas en el genoma animal y humano.

Conocidas también como Lucifer, estas energías solares dieron lugar a almas inmaduras al formarse la mezcla de animalidad y racionalidad, y ahora dichas chispas de luz se hallan exiliadas para aprender una lección. A pesar de enseñar y emplear artes y ciencias para catapultar la evolución de la humanidad –como hiciera Prometeo–, han quedado también atrapadas en cuerpos humanos, sin hallar el camino de vuelta a la Fuente. Prueba evidente de que el fuego solar de la razón es también insuficiente para doblegar la oscuridad de mente.

Pero la verdad es para todos la misma:

La propia mente es el amigo o enemigo de uno mismo (Bagavad Gita, Capítulo V, 5)

La oscuridad es alimentada por el sectarismo, incluso en la forma de "ecumenismo" (del griego oikúmene, tierra conquistada y habitada), esa vieja política del Imperio Romano encaminada a "unificar pueblos" bajo una sola bandera o credo para imponerse sobre ellos.

El ecumenismo, sea del carácter que sea, no reconoce que un cristiano, por ejemplo, puede también ser musulmán, judío, hindu o budista, y vice versa.

Tristemente, las visiones ecuménicas no ven la misma verdad en otros credos, sino sólo en aquellas que son parecidas. 

Así, el "diálogo interreligioso" se emplea como camuflaje de una intolerancia silenciosa. La tolerancia y el respeto son a menudo pretexto y medio para convertir a otros o simplemente coexistir en paz relativa, pues, como podemos ver por todas partes, al final prevalece "mi religión es la verdadera y la mejor", "mi Dios es la única verdad"... 

Por supuesto, esto no sucede en las visiones de corte místico-experiencial, donde hablar de la Matrix Natural de Elohym es tanto como hablar de las acciones de Allah, y hablar del Camino del Buda/Despierto es compatible con hablar del Camino del Cristo y Krishna. 

Yo soy el comienzo, el medio y el fin the todos los seres–Bagavad Gita 10:20

Yo soy el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin, el Primero y el Último –Apocalipsis 22

Todo vocablos sagrados referentes a los aspectos de la Mente Universal o Logos que nos guía o confunde, dependiendo del contenido de nuestra mente y corazón; y códigos armónicos para aquellos que saben descifrarlos. 

Los textos sagrados dan fe de ello al enseñar las mismas verdades.

Incluso la misma palabra "católico", del griego katholikós (universal), se relaciona con el milenario sánscrito, ketu loka, que significa líder cósmico/universal.

Pocos saben que el verdadero Katolicismo y Kristianismo renacido en  el siglo I –antes de ser pervertido por el Imperio Romano– era un universalismo existente desde la prehistoria, manifestado en culturas de Asia Central, y en la India, cuyos textos sagrados hablan de una primera humanidad divina conocida como Krishtayas, quienes sembraron genes superiores para regenerar la humanidad y posibilitar el nacimiento de santos y mesías [3].

El verdadero Katolicismo nunca tuvo como intención crear una sola fe o una sola religión institucional, pues todas las religiones son sólo piezas de una Verdad mayor.

La verdadera cristiandad no está en contra de ninguna religión. No buscamos la unidad entre religiones sino la armonía entre religiones (Raimon Panikkar) [2]

Ya no hay griego, ni judío; ni esclavo ni libre; hombre ni mujer, porque todos sois uno en Kristos Iesous (Gálatas 3:28).

Por eso se dice que los apóstoles "hablaban en lenguas"–y no precisamente como la niña del Exorcista. No, simplemente se da a entender que dejaron atrás la confusión de Babel establecida por magos oscuros detentadores de poder, quienes desde épocas remotas explotan el Conocimiento con fines egoístas, esclavizando a las masas, en contra de la intención de culturas universalistas, como la codificada en el nombre Abraham, que según el Midrash se opuso al totalitarismo de Nimrod y su "religión única".

¿Pero a cuántos les interesa profundizar en la realidad? ¿No sigue siendo Babilonia más apetitosa para las masas?

Y oí otra voz del cielo que decía: salid de ella, pueblo mío...(Apocalipsis 18:4)

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[1] Misma versión en vivo:


Interesante selección de folk de Tuva:


[2] Artículo sobre la visión de Raimon Panikkar:


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