sábado, 24 de diciembre de 2011

Renacer

Por sorprendente que pueda parecer, el tema central de la Navidad siempre tuvo un significado especial, incluso antes del nacimiento de Jesús. La razón es que no apunta exclusivamente al nacimiento de un individuo en concreto, sino al nacimiento de algo mucho más sutil y profundo. Merece la pena recordar el evangelio de Juan, cuando Jesús habla a Nicodemo:

En verdad te digo que quien no naciere del Agua y del Espíritu no entrará en el Reino de Dios.

Se nos invita a descubrir el significado de estas palabras  dentro de nosotros, no fuera. Y nuestra búsqueda tal vez sea guiada por la antigua visión, según la cual el Buda o Cristo son el arquetipo de la Consciencia Solar, un nivel de Ser que constituye el derecho de nacimiento de todo humano que aspire a ser libre. 
La cuestión es, ¿estamos preparados y dispuestos a reconocer el Yo Profundo como la fuente de Amor y Compasión, naturaleza última de la Realidad?

Dado nuestro condicionamiento podríamos pensar que la "iluminación" está muy lejos de seres ordinarios como nosotros. Con todo, no debiéramos olvidar que para la mente atenta, no existe nada ordinario en la vida, y que la luz de la Consciencia está siempre disponible, haciéndonos ver cómo somos presa de deseos ciegos, aversiones e ilusiones. ¿No es este darse cuenta el comienzo de un nacimiento?


Queda pues claro que no hemos de esperar a mañana o cualquier otro día festivo para crecer interiormente. ¿Qué es lo que obstruye el paso de la Luz en nosotros, ahora?





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