domingo, 27 de marzo de 2016

Resurrección en Vida



 En este mundo tendréis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo (Juan 16:33 NC)

Contemplad el mundo tal como es: una burbuja de jabón, un espejismo...Nada puede el rey de la muerte ante esta visión (Buda, Dhammapada)

Qué fácil decirlo y cuán difícil verlo, decimos a veces.

Con todo, el hecho de que esta existencia en 3D es una divina ilusión llena de Verdad, que puede ser conquistada, es la conclusión cuando uno es tocado por los silencios de la Eternidad, cuando las emociones y los apegos comienzan a debilitarse por efecto de la Consciencia Amante que viene del Océano de Luz, lista para rescatarnos en cada momento, justo cuando dejamos de aferrarnos como posesos a la mente parlanchina, los deseos y turbulencias emocionales, todo olas del Inconsciente donde tantas veces nos ahogamos. 

La verdadera Luz no es impersonal, ya que es enviada por el Padre Común por medio de las olas del Océano Madre para rescatar a sus hijos perdidos.

Y nuestro alma caída no puede ser plenamente rectificada si las vibraciones de la divina Consciencia silenciosa no toca nuestra sombra inconsciente cada día, generando remordimiento constructivo por las propias imperfecciones y compasión, conectándonos más y más a la Verdad.

 El mundo exterior es un reflejo del interior. De modo que cada vez que alguien nos juzga y acusa, ¿no será que hemos juzgado y acusado primero? Cuando la vida apesta, ¿no será que es el interior lo que apesta, bañando todo con su olor hediondo?

Vivir con intensidad la Consciencia silenciosa y amante que comprende y disuelve los nudos emocionales inconscientes y sus proyecciones, ejerce un efecto a todos los niveles: físico, psicológico y espiritual.

Y cuando su Luz comienza a cristalizar a nuestro alrededor, puede entonces decirse que somos ungidos con le aceite llamado "chrisma" en griego, "shemen" en hebreo. 

He aquí lo que Felipe el Evangelista dice al respecto:

La unción es superior al bautismo, pues es por la unción por la que hemos recibido el nombre de cristianos, no por el bautismo. También a Cristo se le llamó (así) por la unción, pues el Padre ungió al Hijo, el Hijo a los apóstoles y éstos a nosotros. El que ha recibido la unción está en posesión de todo: de la resurrección, de la luz, de la cruz y del Espíritu Santo [...] El fuego es la unción; la luz es el fuego [...] si te haces luz, es la luz la que se unirá contigo; si te haces como uno de los de arriba, son los de arriba los que vendrán sobre ti (Evangelio de Felipe) [1]



Ahora, cuando Felipe se refiere a la resurrección, no alude a la convencional, sino aquella de la que habló Yahshua:

En verdad os digo que si alguno guarda mi palabra, jamás verá la muerte (Juan 8:51)

Y guardar su Palabra es guardarla tal cual es. No ver la muerte es no ver la muerte, ni siquiera la física.

San Gregorio de Nisa, Doctor de la Iglesia Oriental Katólica, describió una profunda verdad sobre este asunto: 

La resurrección no es otra cosa que la restitución de nuestra naturaleza a su forma original [i.e el hombre celestial no caído] (Del Alma y la Resurrección) [2]  



Y esta primera y verdadera resurrección implica la muerte del hombre viejo con su psique carnal, lo cual trae las partes del alma juntas, dando buen fruto en vida:

En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto (Juan 12:24) 

Si pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios (Colosenses 3:1) 

Algunos de los primeros cristianos, seguidores del Camino de Trasformación, tenían muy claro qué era la resurrección genuina:

Los que afirman: "Primero hay que morir [físicamente] y (luego) resucitar, se engañan. Si uno no recibe primero la resurrección en vida, tampoco recibirá nada al morir (Evangelio de Felipe)

Por desgracia, cuando se oye acerca de la resurrección, algunos creyentes sólo piensan en una resurrección después de la vida física, pues pocos leen y estudian las Escrituras.

Ciertamente, el Antiguo Testamento y las Cartas de Pablo aluden a una "resurrección de los muertos".

Sin embargo, Yeshua no se centró en ese tipo de resurrección, que tenía que ver con las promesas hechas a Abraham, y que casi todos los judíos daban por sentado, excepto los saduceos, quienes precisamente violaban la Ley porque no creían en el castigo y existencia post-mortem.

Pero por norma general, en aquellos tiempos, los judíos ya creían que tras la muerte física, aquellas almas que no hayan quedado corrompidas debido al odio y las pasiones bajas, son purificadas y llevadas a un Paraíso llamado Seno de Abraham (Lucas 16:19-31), donde se encuentran con familiares y conocidos.

De hecho, muchas culturas hablan de este reencuentro con los antepasados y familiares en un Paraíso.  

Pero la tradición hebrea especifica que allí las almas son instruidas acerca de la "resurrección de los muertos", que es una reencarnación excepcional en una Nueva Tierra, donde las almas tendrán la oportunidad de vivir con un cuerpo físico espiritualizado, disfrutando de los frutos de sus acciones en vida, pero sin el caos ni necesidades de la presente tierra.

Juan el Evangelista también tuvo la visión de dicha Tierra:

Vi unos cielos nuevos y una nueva tierra; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más (Apocalipsis/Revelación 21 RV)


Es más, los eruditos hebreos llegaron a discutir acerca de si la resurrección de los muertos tiene lugar antes o después de la Era Mesiánica que se aproxima.


Para Nachmánides y otros, esa resurrección tiene lugar en la Tierra Celestial del Mundo Venidero (Olam Haba), después del día de descanso de la Creación, es decir, después del séptimo milenio, la Era Mesiánica, la cual será ya estable en unos 230 años, precedida por el sabroso anticipo del Pan Venidero, que ya estamos comenzando a recibir en este último tramo del sexto milenio de la presenta Edad del Mundo, cuando la Sabiduría llega mucho más fácilemente [3].


Y es razonable pensar que la resurrección de los muertos tiene lugar en la Nueva Tierra, y no durante los 1000 años de regeneración terrestre que acontecerán durante la cercana Era Mesiánica.


Sin embargo, hay pasajes sugerentes cuando menos, tales como Apocalipsis 20:6.


Además, tanto el Libro del Esplendor o Zohar como Pablo hablan incluso de un "muerte y resurrección súbita" o arrebatamiento para aquellos que aún sigan vivos en la tierra al final del milenio mesiánico: 

...los muertos en Cristo resucitarán primero; luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor (1 Tesalonicenses 4:16) 


Algo para que cada cual reflexione e interprete.

Con todo, es preciso darse cuenta de que esto es algo que ya existe en la Eternidad, pues el tiempo es una ilusión. Y tiene que ver con lo que los antiguos llamaban apokatastasis o restitución de todas las cosas, cuando incluso la raza humana es perfeccionada en su forma verdadera, a pesar de la Caída.

Aún así, cada cual elige cómo acabar en el proceso de formación del Reino, de acuerdo a las acciones y esfuerzos conscientes. 

Aquellos que lleguen a vivir en la Era Mesiánica no tendrán tanto mérito como aquellos que vivan y superen un infierno en la tierra; aunque no estarán exentos de riesgos.

No sería sorprendente oír acerca de falsas Nuevas Tierras, pues este mundo está sujeto a los engaños del Dios de este mundo (1 Corintios 4:4) / 2 Tesalonicenses 2:11)

Además, la resurrección de los muertos no es necesariamente completa en cada caso. Como bien aclaró Isaac Luria, sólo las partes del alma que hayan sido previamente rectificadas –i.e cristificadas– en vida, pueden reencarnar/resucitar en la Nueva Tierra del Mundo Venidero. Lo cual implica que sólo cuando la rectificación es completa puede el alma re-generar un cuerpo idéntico al que tenía la persona cuando falleció, pero espiritualizado. En cuanto a aquellas partes del alma que no hayan sido rectificadas juntas, deberán primero rectificarse en otros cuerpos, y luego resucitar también en otros cuerpos.

Estos matices son por lo general ignorados. De ahí que muchos se confíen con la "creencia ciega", orando mucho al cielo, pero dejando el perfeccionamiento interior para otros.

Por tanto, no es prudente conformarse con las promesas del Mundo Venidero. 

Más sabio es escuchar al Maestro, aspirando a la auténtica resurrección, restituyendo la forma-esencia original y manifestándola en vida:

En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto (Juan 12:24) 

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[1] Para una buena traducción del Evangelio de Felipe, ver Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero:



[2] Una interesante colección de textos patrísticos, incluido el de San Gregorio, puede hallarse en:

 
 http://www.newadvent.org/fathers/2915.htm


[3] La creación de la tierra no tiene lugar en el 4000 a.C, como creen los fundamentalistas. Las Escrituras no hablan en esos términos. 

La enseñanza hebrea deja muy claro que la presente tierra corresponde a la 7ª Edad-Mundo, que fue precedida por otras 6 Tierras-Mundo. Y cada Mundo dura 7000 años, dado que cada día de creación es equivalente a 1000 años, según 1 Pedro 3:9 y otros pasajes.

En teoría estamos ya viviendo el 6º Milenio de la 7ª Edad-Mundo, y el Gran Ciclo concluirá al finalizar los 49.000 años que abarcan las 7 Tierras-Mundo. 
 

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