sábado, 11 de mayo de 2024

Vislumbres sobre el Recuerdo de Sí

 




 Vislumbres sobre el Recuerdo de Sí




Fragmentos de una Enseñanza Desconocida, En Busca de lo Milagroso, Capítulo 8: 

El despertar de un hombre empieza en el instante en que se da cuenta de que no va a ninguna parte y de que no sabe a dónde ir... 

[...] En una de las reuniones siguientes, Gurdjieff volvió a la cuestión de la conciencia.
—No se pueden comprender ni las funciones psíquicas ni las físicas, dijo, salvo que se haya captado el hecho de que ambas pueden trabajar en estados diferentes de conciencia. 

"Hay cuatro estados de conciencia posibles para el hombre (recalcó la palabra "hombre"). 

[...] "El primero, el sueño, es el estado pasivo en el cual los hombres pasan un tercio y a menudo hasta la mitad de su vida. Y el segundo, el estado en que los hombres pasan la otra mitad de su vida es en el cual caminan por las calles, escriben libros, conversan de asuntos sublimes, participan en la política, se matan los unos a los otros; es un estado que ellos consideran como activo y que llaman de «conciencia lúcida» o «estado de vigilia». Las expresiones «conciencia lúcida» o «estado de vigilia» parecen haber sido escogidas en broma, sobre todo si uno se da cuenta de lo que debe ser una «conciencia lúcida» y de lo que es en realidad el estado en que el hombre vive y actúa. 

"El tercer estado de conciencia es el recuerdo de sí, o conciencia de sí, o conciencia de su propio ser. Es habitualmente admitido que tenemos este estado de conciencia o que podemos tenerlo a voluntad. Nuestra ciencia y nuestra filosofía han pasado por alto el hecho de que no poseemos este estado de conciencia y que por sí solo, nuestro deseo es incapaz de crearlo en nosotros mismos, sin importar cuan clara sea nuestra decisión. 

"El cuarto estado de conciencia es la conciencia objetiva. En este estado un hombre puede ver las cosas tal como son. Algunas veces en sus estados inferiores de conciencia puede tener chispazos de esta conciencia superior. Las religiones de todos los pueblos contienen testimonios de la posibilidad de un tal estado de conciencia que califican como «iluminación» o por otros varios nombres, y lo definen como indescriptible. 

[...] "El cuarto estado de conciencia representa un estado totalmente diferente del anterior; es el resultado de un crecimiento interior y de un largo y difícil trabajo sobre sí. 

"Sin embargo, el tercer estado de conciencia constituye el derecho natural del hombre tal cual es, y si el hombre no lo posee, es únicamente porque sus condiciones de vida son anormales. 

Puede decirse, sin exagerar nada, que en la época actual, el tercer estado de conciencia no aparece en el hombre sino sólo por chispazos muy breves y muy raros, y que este estado no puede convertirse en algo más o menos permanente sino por medio de un entrenamiento especial. 

[...] "Los dos estados superiores de conciencia — «la conciencia de sí» y «la conciencia objetiva» — están ligados al funcionamiento de los centros superiores del hombre. 

"Además de aquellos centros de los cuales hemos hablado, hay en el hombre otros dos centros, el «centro emocional superior» y el «centro intelectual superior». Estos centros están en nosotros; están plenamente desarrollados y trabajan todo el tiempo, pero su trabajo nunca llega a nuestra conciencia ordinaria. La razón debe buscarse en las propiedades especiales de nuestra pretendida «conciencia lúcida». 


[...] en el estado de vigilia, puede hacer algo todo el tiempo y los resultados de sus acciones repercutirán sobre él y sobre lo que lo rodea. Y, sin embargo, no se recuerda a sí mismo. Es una máquina, todo le sucede. No puede detener el Unjo de sus pensamientos, no puede controlar su imaginación, sus emociones, su atención. Vive en un mundo subjetivo de «quiero», «no quiero», «me gusta», «no me gusta», «tengo ganas», «no tengo ganas», esto es, un mundo hecho de lo que él cree que le gusta o no le gusta, de lo que él cree que desea o no desea. No ve el mundo real. El mundo real le está oculto por el muro de su imaginación. Vive en el sueño. Duerme. Y lo que él llama su «conciencia lúcida» no es sino sueño — y un sueño mucho más peligroso que su sueño de la noche, en su cama. 

[...] "No hay nada nuevo en la idea del sueño. Casi desde la creación del mundo se ha dicho a los hombres que están dormidos y que deben despertar. Por ejemplo, ¿cuántas veces se dice esto en los Evangelios? «Despertad», «vigilad», «no durmáis». Los discípulos de Cristo, aun en el Jardín de Gethsemani, dormían mientras su Maestro oraba por última vez. Esto lo dice todo. 


La Auto-Observación & Inconsciencia 

Hay dos métodos de observación de sí: el primero es el análisis, o las tentativas de análisis, es decir las tentativas de encontrar una respuesta a estas preguntas: ¿de qué depende tal cosa, y por qué sucede? — y el segundo es el método de las constataciones, que consiste solamente en registrar, en grabar en la mente, en el momento mismo, todo lo que uno observa. 

"Sobre todo al comienzo, la observación de sí no debe llegar a ser análisis, o tentativa de análisis, bajo ningún pretexto. El análisis no es posible sino mucho más tarde, cuando ya se conocen todas las funciones de la propia máquina y todas las leyes que la gobiernan. 

"Al tratar de analizar tal o cual fenómeno que lo ha impresionado fuertemente, un hombre generalmente se pregunta: «¿Qué es esto? ¿Por qué sucede esto así y no de otra manera?» –Fragmentos, Capítulo 6 

[...] Al observarse, de alguna manera proyecta un rayo de luz sobre sus procesos interiores que hasta ahora se habían efectuado en total oscuridad. Bajo la influencia de esta luz, éstos comienzan a cambiar. Hay un gran número de procesos químicos que sólo pueden ocurrir en la ausencia de luz. Del mismo modo, un gran número de procesos psíquicos sólo pueden ocurrir en la oscuridad. Aun una tenue vislumbre de conciencia basta para cambiar completamente el carácter de los procesos habituales, y hacer totalmente imposibles gran número de ellos. Nuestros procesos psíquicos (nuestra alquimia interior), tienen muchos puntos en común con aquellos procesos químicos cuyo carácter cambia por causa de la luz, y están sometidos a leyes análogas. 

[...] “Cuando un hombre llega a darse cuenta de la necesidad no sólo del estudio y de la observación de sí, sino también de la necesidad de trabajar sobre sí con el objeto de cambiar, entonces debe también cambiar el carácter de su observación de sí. 

[...] " 

Su principal error es el creer que siempre tiene conciencia, el creer, en general, que la conciencia siempre está presente o que nunca está presente. En realidad, la conciencia es una propiedad que cambia continuamente. Ora está presente, ora no lo está. Hay diferentes grados, diferentes niveles de conciencia. La conciencia y los diferentes niveles de conciencia deben comprenderse en nosotros mismos por la sensación, el sabor que tenemos de ella. Ninguna definición nos puede ayudar y no es posible ninguna definición, mientras no comprendamos lo que debemos definir. La ciencia y la filosofía no pueden definir la conciencia porque quieren definirla donde no la hay. Es necesario distinguir la conciencia de la posibilidad 

de conciencia. 

[...] No comprendí inmediatamente lo que G. decía sobre la conciencia. Sin embargo, los principios básicos de su enseñanza llegaron a ser claros para mí en el curso de las conversaciones siguientes 


[...] Para este fin un hombre debe ejercitarse en tomar, por así decirlo, fotografías mentales de sí mismo en momentos diferentes de su vida y en sus diferentes estados emocionales; ya no fotografías de detalles, sino vistas globales. 

Al observar en ustedes mismos la aparición y desaparición de la conciencia, inevitablemente verán 

un hecho que ni siquiera reconocen ahora, y es que los momentos de conciencia son muy cortos y están separados por largos intervalos de funcionamiento mecánico completamente inconsciente de la máquina. Entonces se darán cuenta de que pueden pensar, sentir, actuar, hablar, trabajar, sin ser conscientes de ello. Durante largos períodos de mecanicidad, infaliblemente verás en otras personas 

cuándo son conscientes de lo que están haciendo y cuándo no. 


El Recuerdo de Sí 

Un día, al comienzo de una reunión, G. nos pidió contestar por turno a esta pregunta: "¿Qué era lo más importante que habíamos notado durante nuestras observaciones?" Algunos dijeron que durante sus tentativas de observación de sí, lo que habían sentido con más fuerza era un flujo incesante de pensamientos que les había sido imposible detener. Otros hablaron de su dificultad en distinguir el trabajo de un centro del trabajo de otro centro. En cuanto a mí, evidentemente no había comprendido del todo la pregunta, o más bien contesté a mis propios pensamientos. 

G. estaba visiblemente descontento con nuestras respuestas. Yo había comenzado a adivinar que en tales circunstancias esperaba de nosotros testimonios de algo bien definido que se nos había escapado o que no habíamos podido asimilar. 

—Hasta ahora, dijo él, ninguno de ustedes ha captado la importancia capital del punto que, sin embargo, yo les había señalado. Ustedes siempre se olvidan, nunca se acuerdan de sí mismos. (Pronunció estas palabras con una insistencia especial.) Ustedes no se sienten a sí mismos; no son conscientes de sí mismos. En ustedes, «se observa», o bien «se habla», «se piensa», «se ríe»; ustedes no sienten: «Soy yo el que observa, yo observo, yo noto, yo veo.» Todo se nota por sí solo, se ve por sí solo... Para llegar a observarse realmente, ante todo hay que recordarse a sí mismo (insistió de nuevo). Traten de recordarse a sí mismos cuando observen, y más tarde me dirán lo que ha pasado, cuál ha sido el resultado. Tan sólo tienen valor los resultados obtenidos durante el recuerdo de sí. De otra manera, ustedes mismos no existen en sus observaciones. Y en este caso, ¿qué valor pueden tener?" 

Estas palabras de G. me hicieron reflexionar mucho. De inmediato me pareció que eran la llave de todo lo que había dicho antes sobre la conciencia. Sin embargo, decidí no sacar de ellas conclusión alguna, sino solamente tratar de recordarme a mi mismo mientras me observaba. 

Desde las primeras tentativas, pude ver cuán difícil era esto. Al comienzo, las tentativas de recuerdo de sí no me dieron ningún resultado, pero me mostraron que de hecho nunca nos recordamos a nosotros mismos. 

—¿Qué más quiere usted? dijo G. Comprender esto tiene en sí una importancia capital. Los que saben esto ya saben mucho. Todo el problema es que nadie lo sabe. Si usted le pregunta a alguien si puede recordarse a sí mismo, naturalmente le contestará que si. Si le dice que no puede recordarse a sí mismo, se enojará o pensará que usted está loco. Toda la vida está basada en esto, toda la existencia humana, toda la ceguedad humana. Si un hombre sabe realmente que no puede recordarse a sí mismo, ya está cerca de una comprensión de su ser." –Fragmentos de una Enseñanza Desconocida, Capítulo 7 

Mi primera impresión fue que los ensayos de recuerdo de sí, o de ser consciente de sí, de decirse: Soy yo el que camina, soy yo el que hace esto, al tratar continuamente de experimen- tar la sensación de este yo — detenían los pensamientos. Cuando tenía la sensación de mí, ya no podía ni pensar ni hablar: las mismas sensaciones se obscurecían. Por eso no se puede "recordarse a sí mismo" de esta manera sino por algunos instantes. [...] 

Cuando observo algo, mi atención se dirige hacia lo que observo: 

Yo ——————————> fenómeno observado. 

Cuando, al mismo tiempo, trato de recordarme a mí mismo, mi atención está dirigida a la vez hacia el objeto observado y hacia mí mismo. 

Yo <—————————> fenómeno observado. 

Habiendo definido esto, vi que el problema consistía en dirigir la atención sobre uno mismo sin permitir que se debilite o se eclipse la atención dirigida sobre el fenómeno observado. Más aún, este "fenómeno" podía estar tanto dentro de mi como fuera de mí. 

Las primeras tentativas de hacer tal división de la atención me mostraron su posibilidad. Al mismo tiempo hice otras dos comprobaciones. 

En primer lugar vi que el "recuerdo de sí" resultante de este método no tenia nada en común con la "introspección", o el "análisis". Se trataba de un estado nuevo y muy interesante, con un sabor extrañamente familiar. 

En segundo lugar comprendí que momentos de recuerdo de sí ocurren de hecho en la vida, aunque raras veces, y que sólo la producción deliberada de estos momentos creaba la sensación de novedad. Yo había tenido además la experiencia de tales momentos desde mi más temprana infancia. Llegaban, ya sea cuando me encontraba en circunstancias nuevas o inesperadas, en lugares nuevos, entre extraños, por ejemplo durante un viaje; uno súbitamente mira a su alrededor y se dice: "¡Qué extraño! ¡Yo y en este lugar!", o en momentos muy emocionales, en momentos de peligro, en momentos en que es necesario conservar la cabeza, cuando uno oye su propia voz y se ve y se observa a sí mismo desde afuera. 

Vi muy claramente que los primeros recuerdos de mi vida, que en mi propio caso eran muy tempranos, habían sido momentos de "recuerdo de si". Y en el mismo instante tuve la revelación de muchas otras cosas. De esta manera pude darme cuenta que no me acordaba realmente, sino sólo de los momentos en que me había recordado a mi mismo. De los otros momentos sólo sabía que habían transcurrido. No era capaz de revivirlos enteramente, ni experimentarlos de nuevo. Pero los momentos en que me había "recordado a mí mismo" estaban vivos y no diferían en manera alguna del presente. Aún temía el llegar demasiado rápido a conclusiones, pero ya veía que me encontraba en el umbral de un gran descubrimiento. Siempre me había asombrado ante la debilidad y la insuficiencia de nuestra memoria 

[...] Algunas veces el "recuerdo de sí" no tenía éxito; en otros momentos estaba acompañado de curiosas observaciones. 

En cierta ocasión estaba caminando a lo largo de la Liteiny hacia la avenida Nevsky y a pesar de todos mis esfuerzos no era capaz de mantener mi atención en el "recuerdo de mí mismo". La bulla, el movimiento, todo me distraía. A cada instante perdía el hilo de mi atención, lo encontraba de nuevo y luego lo volvía a perder. Finalmente sentí una especie (le ridícula irritación conmigo mismo y doblé hacia la calle de la izquierda, firmemente decidido, esta vez, a recordarme a mí mismo al menos por algún tiempo, y en todo caso hasta que hubiera llegado a la calle siguiente. Llegue a la Nadesjdinskaya sin perder el hilo de mi atención salvo, quizás, por breves momentos. Entonces, dándome cuenta de que me era más fácil no perder la línea de mi pensamiento en las calles tranquilas y deseando probarme en las calles más ruidosas, decidí retomar la Nevsky, mientras continuaba recordándome a mí mismo. Llegué a la Nevsky sin haber cesado de recordarme a mí mismo y comenzaba ya a experimentar el extraño estado emocional de paz interior y de confianza que sigue a grandes esfuerzos de esta clase. Justamente a la vuelta de la esquina, en la Nevsky, había una cigarrería donde compraba mis cigarrillos. Todavía recordándome a mí mismo pensé pasar por ahí y encargar algunas cajas. 

Dos horas más tarde, desperté en la Tavrisheskaya, es decir, muy lejos. Estaba yendo en un trineo hacia la imprenta. La sensación de despertar fue extraordinariamente vivida. Casi puedo decir que volvía en mí. De golpe recordé todo. Cómo había estado caminando a lo largo de la Nadejdinskaya, cómo había estado recordándome a mí mismo, cómo había pensado en los cigarrillos y cómo, en este pensamiento, había caído como anonadado en un profundo sueño. 

Sin embargo, mientras estaba sumido en este sueño, había continuado ejecutando acciones coherentes y oportunas. Había salido de la cigarrería, telefoneado a mi departamento en la Liteyni y luego al impresor. Había escrito dos cartas. Luego había regresado a la casa nuevamente y retomado la Nevsky por la acera izquierda hasta la puerta Gostinoy con intención de llegar a la Offitzerskaya. Luego había cambiado de opinión porque se estaba haciendo tarde. Había tomado un trineo para ir a la imprenta en la Kavalergardskaya. Y por el camino, mientras me dirigía por la Tavricheskaya comencé a sentir una extraía inquietud, como si hubiese olvidado algo. Y de pronto me acordé de que había olvidado recordarme a mí mismo. 

Hablé acerca de mis observaciones y deducciones a las personas de nuestro grupo así como a varios amigos literatos y otros.
Les dije que éste era el centro de gravedad de toda la enseñanza y de todo trabajo sobre uno mismo; que ahora, el trabajo sobre sí ya no era una palabra, sino un hecho real, pleno de significación, gracias al cual la psicología se convertía en una ciencia exacta y al mismo tiempo práctica. 

–Fragmentos de una Enseñanza Desconocida, Capítulo 7 

La incapacidad del hombre para recordarse a sí mismo es uno de los rasgos principales y más característicos de su ser y la causa de todo lo demás que hay en él. La incapacidad de recordarse a sí mismo se expresa de muchas maneras. Un hombre no recuerda sus decisiones, no recuerda la promesa que se ha hecho a sí mismo, no recuerda lo que dijo o fue hace un mes, una semana, un día o incluso una hora. Comienza a trabajar de algún modo y después de un cierto lapso de tiempo no recuerda por qué comenzó. Hablando en general, se puede decir con verdad que si un hombre recuerda una cosa, olvida otras cosas que son mucho más importantes para él recordar 


Recordaos siempre y en todo lugar–G.I.Gurdjieff 




“Hay momentos en los que tomas conciencia no sólo de lo que estás haciendo sino también de ti mismo haciéndolo. Ves tanto el “yo” como el “aquí” de “yo estoy aquí”, tanto la ira como el “yo” que está enojado”Gurdjieff, recogido en Perspectivas desde el Mundo Real 


Cabe señalar que el recuerdo de sí, por intenso y completo que sea, puede ser de dos tipos, consciente y mecánico: recordarse a sí mismo conscientemente y recordarse a sí mismo mediante asociaciones. El recuerdo de sí mismo mecánico, es decir, asociativo, puede aportar beneficios no esenciales, pero ese recuerdo de sí asociativo tiene un valor tremendo al principio, no resulta en un hacer concreto. Pero al principio también es necesario. Existe otro, un recuerdo de sí consciente que no es mecánico– Perspectivas desde el Mundo Real 

Gurdjieff en el Prieure, 19 de Enero de 1923:

La gente no se recuerda porque trata de vivir sólo por medio de la mente, Sin embargo, la cantidad de atención acumulada en la mente (como la carga eléctrica de una batería ) es muy pequeña. Y otras partes del cuerpo no tienen deseo de recordad [...] Aunque alguien trabaje diez años con la mente y se esfuerce, no alcanzará nada útil o real porque en la mente no hay nada que cambiar; lo que debe cambiar es la disposición del caballo. El deseo debe estar en el caballo y la capacidad en el carruaje. [...] Cuando decimos “recuérdese a sí mismo” queremos decir a usted mismo...Yo mismo no soy mi mente, no soy mi pensamiento. Nuestra mente no es nosotros; es sólo una pequeña parte de nosotros. [...] es posible aumentar nuestro recuerdo de sí no agrandando nuestro acumulador sino trayendo otras partes con sus propios acumuladores y haciéndolas participar en el trabajo general

–Perspectivas desde el Mundo Real.


Es importante distinguir esta atención de la atención mecánica...La atención plena y altamente concentrada ha de posible que sea posible separar una de la otra–Gurdjieff, en Perspectivas desde el Mundo Real. 


Estoy muy contento con todos estos dolores. Me ayudan a recordarme a mí mismo –Comentario de Gurdjieff en su convalecencia tras un accidente de coche.


Pregunta: No puedo entender el enlace entre la observación de sí y el recuerdo de sí. ¿Cómo empezar, qué hacer? 

Ouspensky: El recuerdo de sí es un intento de estar consciente de usted mismo. La observación de sí está siempre dirigida hacia alguna función definida: usted observa sus pensamientos, o sus movimientos, o sus emociones, o sus sensaciones. Debe tener un objeto definido que observe en usted mismo. El recuerdo de sí no le divide, usted debe recordar el todo, es simplemente el sentimiento del "yo", de su propia persona. Pueden llegar juntos, particularmente en etapas posteriores, y entonces usted podrá hacer ambos al mismo tiempo: observar algo definido, o reconocer las manifestaciones en usted mismo, y recordarse; pero, al comienzo, las dos cosas son diferentes–Ouspensky, El Cuarto Camino 


Llega un punto en el Trabajo en que uno no se recuerda a sí mismo, sino que es Recordado–dicho del Cuarto Camino. 


"Hay dos tipos de recuerdo de sí. El primero es mental, el pensamiento surge para recordarse a uno mismo. Después de un largo tiempo de práctica repetida de obedecer este recordatorio para redirigir la atención al cuerpo, puede surgir el segundo, una experiencia orgánica y espontánea, en la que 'soy.


Pregunta: ¿Un niño está más cerca del recuerdo de sí que una persona adulta? ¡Uno tiene recuerdos tan vividos de la infancia! 


Ouspensky: No, no en absoluto; eso no es recuerdo de sí. El recuerdo de sí significa trabajo consciente, quiero decir "trabajo intencional". Los recuerdos vividos de la infancia se deben a la actividad del centro emocional. En un niño aquélla es más activa, y los momentos de consciencia sobrevienen por si mismos. Pero el recuerdo de sí es un momento de consciencia que sobreviene sin el esfuerzo propio de usted. Suponga que un niño tiene destellos de consciencia sin la posibilidad de usar estos momentos. Eso no ayuda para nada. (El Cuarto Camino) 



“Un hombre no puede recordarse a sí mismo porque intenta hacerlo con su mente, al menos al principio. El recuerdo de sí comienza con la sensación de sí. Debe hacerse a través del centro instintivo-motor y del centro emocional. La mente por sí sola no constituye un ser humano, como tampoco el conductor es todo el equipo. El centro de gravedad del cambio está en los centros motor y emocional, pero éstos sólo se ocupan del presente; la mente mira hacia adelante. El deseo de cambiar, de ser lo que se debe ser, debe estar en nuestro centro emocional, y la capacidad de hacerlo en nuestro cuerpo. Los sentimientos pueden ser fuertes, pero el cuerpo está perezoso, hundido en la inercia. La mente debe aprender el lenguaje del cuerpo y de los sentimientos, y esto se logra mediante la correcta observación de uno mismo. Uno de los beneficios del recuerdo de sí es que uno tiene la posibilidad de cometer menos errores en la vida. Pero para que el recuerdo de sí sea completo, todos los centros deben funcionar simultáneamente; y deben ser estimulados artificialmente; el centro mental desde fuera, los otros dos desde dentro. Debes distinguir entre sensación, emociones y pensamientos; y decir a cada sensación, emoción y pensamiento: “Recuérdame recordarte”, y para ello debes tener un “yo”. Y debes comenzar por separar las cosas internas de las externas, separar el “yo” del “ello”.– Enseñanzas de Gurdjieff: Diario de un Alumno, C.Stanley Nott (Nueva York: Samuel Weiser, 1974), p. 37. 



“En un momento de recuerdo de sí, el cuerpo, el alma y el espíritu están todos alineados. El entendimiento fluye entre ellos. Por lo tanto, en un momento de recuerdo de sí no tenemos sentido del tiempo, no tenemos miedo, no tenemos dudas. Otra vez nos olvidamos de nosotros mismos y regresa el tiempo, el miedo y la duda. Pero en el recuerdo de sí no tienen lugar. "Es la verdadera libertad"—Rodney Collin (discípulo de Ouspensky), en su obra Teoría de la Armonía Consciente

“Cuando llega el verdadero recuerdo de sí, uno no quiere alterarse a sí mismo ni a los demás; uno de alguna manera se eleva por encima de sus debilidades y de las propias. No puede haber culpa en ninguna parte. “Uno traga lo que es y se vuelve libre”—Rodney Collin, en su obra Teoría de la Armonía Consciente

“El cuerpo vive en el espacio y el tiempo, sujeto a la materia, la ilusión y los sentidos. El espíritu vive en la eternidad y la verdad. El alma debe unir a los dos. Entonces, todo lo que es seguro pertenece al espíritu, todo lo que es lucha pertenece al alma. El espíritu conoce a Dios, el alma tiene fe; el espíritu conoce a Dios, el alma tiene esperanza; el espíritu conoce a Dios, el alma tiene caridad. “Así se hace vibrar el alma y el hombre se vuelve uno, se vuelve él mismo”— Rodney Collin, en su obra Teoría de la Armonía Consciente.