La Fe de la Consciencia es libertad.
La Fe del sentimiento es debilidad.
La Fe del cuerpo es estupidez.
El Amor de la Consciencia provoca en respuesta su igual.
El Amor del sentimiento provoca su contrario.
El Amor del cuerpo depende tan sólo del tipo y de la polaridad.
La Esperanza de la Consciencia es fuerza.
La Esperanza del sentimiento es esclavitud.
La Esperanza del cuerpo es enfermedad.
[...]
[...]
Sólo podrá decirse y llegar a ser el Hijo de Dios aquel que posea Conciencia.
–G.I.Gurdjieff, Todo y todas las cosas, Primera Serie
Otra versión de este texto aparecerá en el siguiente post, para mayor aclaración.
Estas sabias palabras son un perfecto complemento explicativo de las llamadas virtudes teologales: Fe, Esperanza y Amor, mencionadas por Pablo en el famoso pasaje de Corintios 13, donde hace una de las más bellas descripciones del Amor consciente, llamado Caridad o Ágape, que nada tiene que ver con el Amor Eros:
La
caridad es longánime, es benigna; no es envidiosa, no es jactanciosa,
no se hincha; no es descortés, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa
mal; no se alegra de la injusticia, se complace en la verdad; todo lo
excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera. La caridad jamás
decae; las profecías desaparecerán, las lenguas cesarán, la ciencia se desvanecerá.Conocemos sólo en parte y
profetizamos también parcialmente; pero cuando llegue lo perfecto,
desaparecerá lo parcial. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba
como niño, razonaba como niño. Cuando llegué a ser hombre, me despojé de las niñerías.
Ahora vemos por un espejo y oscuramente, pero entonces veremos cara a
cara. Al presente conozco sólo parcialmente, pero entonces conoceré como soy conocido. Ahora permanecen estas tres cosas: la Fe, la Esperanza, la Caridad; pero la más excelente de ellas es la Caridad.
Al manifestar "conoceré como soy conocido" Pablo alude a una muy importante cualidad divina, la Consciencia de Sí, donde, como diría Meister Eckhart: La mirada por la que le contemplo es la mirada por la que me contempla.
La Consciencia no depende del cuerpo, ni de las emociones, ni de los pensamientos, pues es la Luz invisible, silenciosa, amorosa e inteligente emanada por la Mente del Padre Común.
Dicha Consciencia amorosa contempla el mundo y nos contempla desde dentro, esperando a ser reconocida y cultivada. Es el Logos, la Mente divina que se descubre a sí misma en nosotros.
Al vaciarnos de pensamientos, miedos y deseos vanos, aceptando la vida sin resistencia, dejamos que el Amor consciente bese nuestra presencia en silencio, y así somos realmente engendrados, alimentados y elevados por encima de nuestros pesares e imperfecciones, como lo fueron Jesucristo y Buda, a quien los textos pali también llaman Hijo del Padre Verdad.
De ahí la sentencia de Gurdjieff:
Sólo podrá llegar a decirse y llegar a ser el Hijo de Dios aquel que posea Conciencia.
Sin esa cualidad, no puede haber nada genuino, por mucha religiosidad que se manifieste.
La Fe verdadera es confianza en aquello perfecto, sublime e inmortal que no vemos, pero sabemos que es verdad, porque lo hemos conocido dentro de algún modo.
es la Fe la garantía de lo que se espera, la prueba de las cosas que no se ven dice Palob en Hebreos 11, el capítulo sobre la Fe.
Del mismo modo, el verdadero Amor consciente sólo quiere reflejar la perfección y hacer a otros partícipes de la misma, con ayuda de la Fe.
¿Y qué otra cosa nos cabe esperar si nos es la manifestación plena de la Perfección Divina en nosotros y los demás? He ahí la genuina esperanza consciente.
La Fe verdadera es confianza en aquello perfecto, sublime e inmortal que no vemos, pero sabemos que es verdad, porque lo hemos conocido dentro de algún modo.
es la Fe la garantía de lo que se espera, la prueba de las cosas que no se ven dice Palob en Hebreos 11, el capítulo sobre la Fe.
Del mismo modo, el verdadero Amor consciente sólo quiere reflejar la perfección y hacer a otros partícipes de la misma, con ayuda de la Fe.
¿Y qué otra cosa nos cabe esperar si nos es la manifestación plena de la Perfección Divina en nosotros y los demás? He ahí la genuina esperanza consciente.
Felipe el evangelista parecía muy consciente de ello al escribir en su Evangelio:
La economía de Dios depende de cuatro elementos: Fe, Esperanza, Amor y Conocimiento.
[...]
La Fe recibe, el Amor da. Nadie será capaz de recibir sin Fe. Nadie será capaz de dar sin Amor.
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[1] Para una buena traducción del Evangelio de Felipe:
http://escrituras.tripod.com/Textos/EvFelipe.htm
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