Tras la crucifixión, llegada la tarde, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, el cual también había sido discípulo de Jesús. Éste llegó ante Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y corriendo una piedra grande a la puerta del sepulcro, se fue (Mateo 27, 56-60).
Si recordamos, en el nivel de compresión astronómico, Helios alcanza su sacrificio en la hora Novena, y es atravesado por la flecha de Sagitario, signo del noveno mes, Noviembre. A su muerte, Helios desciende por completo a las entrañas del inframundo, el sepulcro del evangelio. Nos encontramos en Solsticio de Invierno del 21 de Diciembre, punto de máxima oscuridad, día más corto del año, marcado en el cielo por Capricornio, que es el décimo signo. De ahí que Diciembre –del latín, Deca– fuese siempre el décimo mes, y no el doceavo. Naturalmente, esto concuerda con el simbolismo del Diez, que como enseñó Pitágoras, es el símbolo de la “completud”.
Y respecto al inframundo hemos de destacar que posee un carácter “purificador”, más que aterrador. Numerosas culturas antiguas describen esta oscura etapa como un viaje en el que se encuentran “guardianes” que, o bien devoran a las almas débiles que sólo tienen pasiones bajas y carecen por tanto de “espíritu”, o bien ayudan a las almas humano-divinas a deshacerse de las últimas ataduras anímicas para así poder ascender a las regiones de luz. En Egipto e India esos guardianes se representaban con la figura de un Cocodrilo o un Hipopótamo, o una mezcla de ambos; y dichos animales estaban asociados al signo híbrido de la Cabra-Marina o Capricornio, símbolo también de la "naturaleza dual de la psique". Resulta curioso comprobar cómo el propio Leonardo Da Vinci parece haber plasmado esta imaginería en el cuadro que vimos el otro día, la Última Cena, donde el apóstol que correspondería a Capricornio realiza un peculiar gesto con los brazos. ¿A qué parte del cocodrilo nos recuerda?
Y el siguiente día, que es el segundo día de la preparación [Sabbath, Sábado], se juntaron los príncipes de los sacerdotes y los fariseos a Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después del tercer día resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el día tercero; para que no vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de los muertos (Mateo 27: 62-64).
Sellada así la tumba de nuestro Héroe Solar, tendrá que ser mañana, pues, cuando prosiga la historia. Veremos entonces cómo el proceso da un giro sorprendente, donde el comienzo y el fin se tocan, donde los signos estelares se funden con nuestro alma y abren la puerta a un futuro de esperanza.
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