sábado, 19 de octubre de 2013

¿Qué es la meditación no condicionada? – Parte II

Buda alejándose de los ascetas



Continuando con la "meditación", veamos ahora algunas implicaciones importantes del término, ya que la palabra ha sido secuestrada y es utilizada indistintamente para hablar de una variedad de técnicas mentales, algunas de las cuales pueden incluso obstaculizar la "visión profunda".
El término "meditación" deriva originariamente de meditatio, concepto latino para “reflexión"; el verbo meditare significa precisamente “reflexionar" [1]. Sin embargo, la raíz de la palabra, med, “medir”, puede ayudarnos a recuperar un sentido aún mayor de la meditación, como veremos.
La idea de meditación como proceso "discursivo" cruzó la Edad Media alcanzando los siglos XVII y XVIII. El famoso libro Meditaciones de Descartes inauguró incluso un paradigmas intelectual: la Era de la Razón.
Más tarde, con la proliferación de los estudios orientales, en el siglo XIX, los eruditos emplearon el término para traducir el vocablo sánscrito dhyana [2], séptima etapa del óctuple sendero del Yoga [3]. El problema es que dhyana no puede ser un mero proceso conceptual-discursivo, ya que transciende ese nivel. 
Por otra parte, en la tradición de Yoga, dhyana es precedida por pratyahara, la retirada o absorción de los sentidos, simbolizada por una tortuga que se esconde dentro de su caparazón.
 ¿No se halla en contradicción dicha privación sensorial con las pistas del post anterior?
Por supuesto, buscamos un sentido radicalmente diferente de meditación que nos ayude a vernos a nosotros mismos y descubrir nuestra naturaleza verdadera, rasgando los velos de la realidad, empleando los seis sentidos refinados,  distinguiendo lo que es "falso" o "aparente" de lo  absolutamente real e indestructible; un movimiento inteligente que halla e identifica las "máscaras" que convierten a los humanos en zombis y tiranos. Una vez que ese movimiento tiene lugar, uno está realmente en condiciones de hacer la vida real, de Ser.
Esto no significa que la meditación reflexiva o  concentrativa sean inútiles. Pueden ser útiles. Pero no son incondicionadas, porque dependen de ciertas circunstancias externas y de funciones psicológicas que son limitadas.

Los Padres del Desierto (verdaderos herederos de las enseñanzas de Jesús y los Esenios) fueron bien conscientes de ello. Se hicieron expertos en técnicas meditativas como la oración del Señor o el examen de los "obstáculos psicológicos"; sin embargo, sus textos (i.e Philokalia) inciden en la importancia de abrirnos a esa "presencia divina silente" que limpia nuestro corazón, disolviendo todo conflicto. Eso es precisamente lo que significa "meditación no condicionada".
Otra profunda investigación que merece la pena recordar es la presentada en el Canon Pali, colección de textos que recogen interpretaciones de las enseñanzas de Buda. Estos textos ofrecen formas de estudiar las trampas mentales que mantienen a los seres humanos prisioneros de sí mismos. El estudio incluye métodos como la reflexión sobre los cinco componentes del ego mortal ( skhandas); la observación de las sensaciones corporales, la respiración y la mente, así como el claro reconocimiento de cada sensación, emoción, pensamiento e impulso, y su lugar en el todo. Para los principiantes, dicho reconocimiento incluso puede ser apoyado conceptualmente con la denominada "anotación mental”, i.e, "ansiedad", "ensoñación”, "agitación", "irritación" etc, manteniendo siempre una actitud inquisitiva. Una práctica que puede ser realmente extenuante, ya que exige mucha diligencia y atención, razón por la que tiene que ser dosificada.
El propio Canon Pali nos da una imagen sobre la atención al cuerpo [4]:
Al estar de pie, el monje es consciente de que está de pie. Al estar sentado, es consciente de que está sentado. Cuando se acuesta, es consciente de que se está acostando. O como quiera que su cuerpo esté dispuesto, así él lo percibe. Y permaneciendo atento, vibrante y resoluto, cualquier recuerdo o determinación concerniente a los asuntos domésticos se abandona, y con ese abandono, su mente se recoge y establece hacia dentro, crece unificada y centrada. Así es como un monje desarrolla la atención inmersa en el cuerpo.
Además, al ir y venir, se torna completamente alerta; al mirar de un lado para otro...al doblar y extender sus extremidades...al llevar su manto, túnica y cuenco...al comer, beber, masticar y saborear...al orinar y defecar...al caminar, detenerse, sentarse, dormir, despertar, hablar y permanecer en silencio, se torna totalmente alerta. Y permaneciendo atento, vibrante y resoluto...
Y una vez más, los grandes maestros del Budismo, señalan que lo que realmente importa en la auto- investigación no son tanto los métodos de atención, cuanto el acceso a la "visión penetrante", vipassana
Por desgracia muchos todavía la confunden con la atención al cuerpo, a la mente y la respiración. 

Bien es cierto que la atención al cuerpo es más productiva que recitar mantras como loros o fijar bizcos la atención en una vela, pero cualquiera puede entender que la concentración y la atención se vuelven "auto-hipnosis" si la Inteligencia no está presente. Por eso la doctrina Dzogchen del Budismo tibetano especifica que la meditación, gom, es realmente familiarizarse con la verdadera Naturaleza de la Mente, y no sólo con la pequeña mente-ego.

La meditación viviente está verdaderamente integrada en nuestra vida diaria y no busca iluminarse, no busca experiencias superiores ni otros mundos, sino que nos ayuda a vernos como realmente somos, no como pensamos que somos o como una tradición dice que somos.  Esto puede ser doloroso, pero también es increíblemente liberador, pues entonces ya no tenemos que ocultar nada, ni sufrir por nuestros autoengaños. Y lo Infinito inunda nuestro corazón sin aviso.
De ahí que maestros radicalmente críticos como J.Krishnamurti consideraran engañosas muchas técnicas concentrativas de meditación. Siddharta Gautama hizo exactamente lo mismo al desviarse del brahmanismo.
La llamada meditación "sentada" es, si cabe, una preparación para potenciar la atención y prolongar el contacto consciente con energías purificadora, ambas muy necesarias. Pero para ser realmente libres de ilusiones y miedos, ¿no debe ser nuestra visión libre desde el principio, más que tras una sentada silenciosa? ¿Qué persona se sienta? ¿Cuál se levanta? ¿Hay coherencia en nosotros o somos Legión?
Dicho esto, cabe ahora reflexionar sobre algo curioso que tiene que ver con la raíz de la palabra meditación, med, “medir”. ¿Hay medición en el acto de la visión penetrante? ¿Qué ocurre en un proceso de medición? ¿No se establece un contraste entre un gran marco de referencia y elementos más pequeños? ¿Cómo nos medimos a nosotros mismos, en sentido profundo? 

Extraña cuestión ¿no es así? Sin embargo, podemos encontrar algo muy significativo. Y he ahí el enlace con el siguiente post, en el que oiremos hablar de un arte olvidado conocido por los maestros de la Antigua Grecia, una visión que se mantiene firme en sí misma, resultando ser la senda sin senda hacia nosotros mismos.
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Imagen tomada de www.commons.wikimedia.com

[1] http://www.etymonline.com/index.php?term=meditation
[2] dhyana deriva de dhyai, "a reflexionar, pensar en "
[3] Los tres últimos miembros del Yoga son dharana, consistente en la observación y concentración en un objeto, i.e, la respiración o la sensación del cuerpo; dhyana, una vigilancia alerta e indagadora que desemboca en el samadhi, la reunificación de la conciencia con su objeto. Estos tres momentos, junto con pratyahara (absorción de los sentidos), integran el llamado Samyama, que completa las otras dos herramientas del Yoga, Yama (las prohibiciones) y Niyama (comportamientos positivos).
Para un vídeo interesante y original de Pierre Grimes sobre el tema, ver: https://www.youtube.com/watch?v=ARftLEL0Aag
[4] Majjhima Nikaya 119, Kayagata-sati Sutta, Atención Inmersa en el Cuerpo

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