Foto F.D.J ©
Abrimos hoy una serie de tres entradas sobre un tema que constituye, sin lugar a dudas, el aspecto más importante de la verdadera vida humana. Por falta de un término mejor, vamos a llamarlo "meditación no condicionada", aunque esta vez esperamos poder resolver cualquiera de las "contradicciones" asociadas con la palabra "meditación". Y para empezar, podemos escuchar lo que dos buenos maestros dijeron sobre el asunto:
"La meditación no es una búsqueda, ni un sondeo, ni una exploración. Es una explosión y un descubrimiento. No es la doma del cerebro para que éste se adapte ni es un análisis introspectivo, y desde luego, no es el entrenamiento basado en la concentración, el cual incluye elecciones y rechazos. Es algo que acaece de modo natural cuando todas las afirmaciones y logros positivos o negativos se han comprendido y soltado fácilmente. Es el vacío total del cerebro. Y lo esencial es precisamente la vacuidad, no lo que se haya dentro de esa vacuidad; toda virtud –no la moral ni la respetabilidad social– nace de ella. De dicha vacuidad surge el amor, de lo contrario, no es amor. El fundamento de la justicia radica en este vacío. Es el principio y el fin de todas las cosas ". [1]
"El pensamiento es mecánico y la meditación no es".
"La meditación nunca es el control del cuerpo. No existe una división real entre el organismo y la mente. El cerebro, el sistema nervioso y lo que llamamos la mente son uno e indivisible. Es el acto natural de la meditación lo que trae el movimiento armonioso del todo. Separar el cuerpo de la mente y tratar de controlar el cuerpo con las decisiones intelectuales provoca contradicción, de la cual surgen diversas formas de lucha, conflicto y resistencia. Cada decisión para controlar sólo engendra resistencia, incluso la determinación de ser conscientes. La meditación es la comprensión de la división provocada por la decisión. La libertad no es el acto de decisión, pero el acto de la percepción. El ver es el hacer. No es una determinación de ver y entonces actuar. Después de todo, la voluntad es el deseo con todas sus contradicciones. Cuando un deseo asume la autoridad sobre otro, el deseo se convierte en voluntad. Ahí es inevitable la división. Y la meditación es la comprensión del deseo, no superar un deseo con otro. El deseo es el movimiento de la sensación, que se convierte en el placer y el miedo. Esto es sustentado por el constante apego del pensamiento hacia un deseo u otro.
"No hay un yo que comprenda, sino que el pensamiento inventa ese yo. Cuando el organismo se halla sin el yo, la percepción, visual o no visual, no puede ser distorsionada. Simplemente hay visión de "lo que es ", y esa percepción va más allá de lo que es". [ 2 ]
La forma más elevada de la inteligencia es la meditación, una vigilancia intensa que libera a la mente de sus reacciones, y esto, por sí solo, sin intervención de voluntad alguna, produce un estado de tranquilidad. Esto requiere una energía extraordinaria que sólo puede aparecer cuando no hay conflicto en nosotros, cuando todos los ideales, toda creencia, esperanza y miedo han desaparecido por completo. Entonces no es contemplación lo que tiene lugar, sino un estado de atención en el que ya no hay un sentido del "yo", alguien presente que participe en la experiencia para identificarse con ella. Así que no hay experiencia. La comprensión de esto en el nivel más profundo es importante para alguien que desea saber qué es la verdad, qué es Dios, qué está más allá de los constructos de la mente humana. [ 3 ]
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[1] Diario, J.Krishnamurti, 1976
[2] The Beginnings of Learning. J.Krishnamurti, 1979
[3] The Reality of Being. Jeanne De Salzmann.
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