Árbol de Cidra o Citrón
Sin duda alguna, la vida puede ser muy dulce, pero también muy amarga y ácida, y en ausencia de la comprensión adecuada, la amargura y acidez se suelen convertir en un tormento insoportable.
Pero no olvidemos que frutas ácidas, como el limón, tienen unas propiedades medicinales sin igual. Para empezar, son ricas en vitamina C, la cual ayuda a mantener las venas y arterias en perfecto estado, protegiéndonos contra el famoso escorbuto, que tanto diezmaba a los marineros de épocas pasadas.
Por otra parte, el propio ácido cítrico desinfecta y contribuye a digerir grasas, mejorando el flujo sanguíneo y linfático.
El próximo mes veremos que esto tiene un significado a otros niveles, pues la "grasa" siempre ha sido símbolo de impureza y "pecado".
Pero por ahora, sólo con lo visto, no sorprende que el árbol de la Cidra tenga una connotación sagrada en la tradición hebrea.
Y tomaréis para vosotros el primer día [de Sukkot] el fruto del árbol Hadar [hermoso], ramas de palmera de dátiles, ramas de árbol frondoso y sauces que crecen junto a los arroyos, y os regocijaréis ante el Señor vuestro Dios por un período de siete días –Levítico 23:40
Según la tradición oral, la fruta hermosa a la que se hace referencia es la Cidra, Etrog, que que algunos la consideran como "manzana de Adam". En Kabbalah representa el corazón o aspecto femenino del alma, mientras que las ramas o ulav representan el lado masculino. Su unión durante la fiesta bajo la "cobertura" de la cabaña, sana los pecados y restaura la pureza de la consciencia.
Los árboles y ciertos arbustos siempre han llevado asociados secretos de sabiduría.
Bien es sabido que el vocablo hebreo para el fruto de la vid y el vino, Yayin, tiene un valor de 70, el mismo que Sod, Secreto.
Curiosamente, el valor numérico de Etrog es 610, que se aproxima a los 613 mitzvot o conexiones del Alma de Adam, cuya disolución generó las famosas "deudas" o "karma" pesado de la humanidad.
Y según veremos, estas conexiones encierran un mensaje de proporciones mayores respecto a cómo el Mesías u Hombre Cósmico redime a la Humanidad y qué papel juegan las almas humanas en ese proceso.
Pero primero de todo necesitamos darnos cuenta de que cada uno de nosotros carga con un número definido de "deudas" contraídas por comer del Fruto del Conocimiento sin comer del Árbol de la Vida, que aporta la Comprensión. Y estas deudas nos hacen seres incompletos y desequilibrados.
¿Pero qué deudas son esas?
–Deudas heredadas de ancestros y familiares cercanos, comenzando por el padre y la madre biológicos.
Se manifiestan en forma de traumas familiares escondidos, enfermedades congénitas, además de patrones de reacción inconscientes que se mantienen por generaciones.
El Señor es lento para la ira y abundante en misericordia, y perdona la iniquidad y la transgresión; mas de ningún modo tendrá por inocente al culpable; sino que castigará la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación (Números 14:18 LBLA).
mantiene su gracia por mil generaciones y perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, pero no los deja impunes, y castiga la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación (Éxodo 34:7 NC)
–Deudas que "fragmentos de un alma ya cristazada" contrajeron en otras vidas y que permanecen en forma de "memorias traumáticas no digeridas", las cuales retornan una y otra vez a cuerpos de vibración afín, hasta que son resueltas, completando la comprensión del alma.
Estas deudas determinan las circunstancias y el entorno, y también se reflejan en enfermedades, conflictos vitales, laborales o de personas cercanas.
Hasta que el trauma no se resuelve, los conflictos persiguen al alma que perpetúa ese "trauma no digerido".
–Deudas contraídas en la vida presente, a través de mala alimentación y acciones negativas que pueden llevar a la disolución del propio alma:
Los padres no morirán por sus hijos, ni los hijos por sus padres; cada uno morirá por su propio pecado (Deut 24:16).
He aquí, todas las almas son mías; tanto el alma del padre como el alma del hijo, mías son. El alma que peque, ésa morirá [...] El hijo no cargará con la iniquidad del padre, ni el padre cargará con la iniquidad del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la justicia del impío será sobre él (Ezekiel 18: 3-20.
Las deudas del alma nos convierten en morosos con respecto a otras personas y la Naturaleza, que forma parte de la Inteligencia que en la Biblia se conoce como Elohim, el lado femenino y plural de la Divinidad, de la cual nacen las almas y las Formas eternas de todas las cosas.
El hecho de que las religiones patriarcales –Judaísmo, Cristianismo e Islam– hayan generado tantos ríos de sangre se debe a la ceguera con respecto a la Madre Divina y su cuerpo, la Naturaleza.
Todos estamos bajo esa ceguera, razón por la cual el mundo físico se muestra muy hostil; el cuerpo de la Madre Divina se ha vuelto Madrastra; y mientras, nuestro alma se ha convertido en sombra acosadora.
La ceguera hace que muchos consideran injusto el nacer con deudas que no recuerdan haber contraído, pues ¿por qué tendría uno que pagar por lo que otros hicieron?
Y pocos se dan cuenta de que ahí radica una doble ceguera:
debido a nuestro egoísmo desmedido, no sólo no estamos dispuestos a pagar deudas por otros, sino que ni siquiera vemos que "todos somos parte del mismo Ser".
Ama al prójimo como a ti mismo no significa amar a otros como amamos nuestro sucio "ego", sino amar a los otros como "partes de nosotros", fragmentos de un Ser no reconocido.
Esto es sin duda el verdadero sentido de la Enseñanza de Yahshua ha Mashiaj, de quien se dice que cargó sobre sí mismo con los pecados del mundo.
¿Por qué lo hizo? ¿Sólo por compasión? Demasiado simple.
Realmente, esos pecados eran tanto suyos, como del resto de la Humanidad, cuyo Alma y Cuerpo son Uno.
La Enseñanza de la Ley revela que el Mesías, Cristo u Hombre Universal es la Cabeza de la Humanidad (1 Cor 11:3), y Él sabía muy bien que algo no andaba bien en las partes bajas del Alma de la Humanidad –su Novia–, pues un virus llamado "narcisismo luciférico" la había liado parda en universos anteriores a este físico que ahora habitamos, y que de hecho ha heredado el lío.
Por desgracia, tanto muchos creyentes que se arrogan el derecho de llamarse "cristianos" como los no creyentes que rechazan el Cristianismo siguen sin ver por qué se dice que un hombre cargó con los pecados de la humanidad sobre sí mismo.
Los primeros siguen creyendo que el perdón es un favor o concesión que un Dios benevolente hace sobre criaturas insignificantes, mientras que los segundos prefieren pensar que todo es una mala interpretación o simplemente una fantasía religiosa más.
Ciertamente, todas las deudas de la Humanidad están saldadas; pero sólo para quienes reconocen el organismo cósmico y a quién pertenecemos, viviendo a la altura de las circunstancias.
He ahí el reto que pocos han asumido, a pesar de "creer".
Es ingénuo es pensar que se nos ha dado una vida gratis cuando hay tanto trabajo por delante.
No os dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará (Gálatas 6:7).
Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues a Dios en vuestro cuerpo (1 Corintios 6:20).
Sólo al restablecer las conexiones del Alma, las deudas quedan saldadas.
He ahí la razón por la que antiguamente fueron expresadas en forma de Dharma o Deber –para los Orientales–, y de juicios, estatutos y mandamientos de la Ley o Torah hebrea.
No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir sino a cumplir, porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido (Mateo 5:17-19).
Contrariamente a lo que piensa la Cristiandad moderna, la Ley aún nos afecta a los morosos del alma, concretamente en su lectura espiritual, pues la letra mata pero el Espíritu vivifica.
Y esto conlleva incluso nutrir y purificar el cuerpo, cuidando incluso lo que comemos, como veremos el próximo mes.
Ahora, no cuesta darse cuenta de que esos "deberes morales y vitales" han generado tanto orden como violencia y juicio. De hecho, nadie fue ni es capaz de cumplirlos en su totalidad, excepto la Cabeza de la Humanidad o Mesías, en quien todo se cumple.
En relación a este punto, existe aún otro secreto, conectado también al árbol de Sukkot.
Y dejaré un texto revelador al respecto para el octavo día de la fiesta, que es este Sábado.
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