Recapitulando
brevemente, Iesous/Y´shou/Yeshua mostró y demostró el Camino de
unificación que ha seguir cada humano potencial para manifestar toda
la naturaleza espiritual de Adán (cuerpo, alma y espíritu) y
convertirse así en Humano pleno, el cual es divino en cuanto miembro
del Hijo Único del Supremo Amado.
Pues
vosotros [niños de la Luz] sois el cuerpo del Mashiaj (Cerebro Cósmico) y
miembros parciales (1 Corintios 12:27)
El
cuerpo humano tiene un enorme potencial para recibir una Inteligencia
más fina, pero hoy el humano se halla caído y no logra comprender
siquiera qué es, ni quién es.
Antes
de caer, Adam era imagen perfecta del Nombre (YHVH, Verbo Existencial) del Eterno Ser, y participaba de una
chispa de su Espíritu, estando destinado a gobernar sobre todas
las bestias del cielo y la tierra, dentro de sí mismo (Génesis 1).
En
ese sentido asegura Pablo que:
tenemos la Mente [noûs] de Cristo (1 Corintios 2:16)
Por
desgracia, debido a una pésima educación, característica de la
edad oscura de los últimos 2000 años, este mensaje fue pervertido y
manipulado en masa, lo cual lleva a mucha gente a pensar que con
creer de boquilla, sin desarrollarse a nivel espiritual, ya tiene esa
Mente y se halla a salvo de la oscuridad, pues, como ya lo hizo todo
Jesucristo...
Cabe
preguntarse entonces, ¿por qué hay tanto miedo, odio, división y
desordenes de todo tipo en las 35.000 denominaciones diferentes donde
supuestamente predomina la fe cristiana?
¿Por
qué nunca hubo fragmentación en la primera Iglesia Nazarena ni su
ramificación Paulina y sí en las iglesias posteriores al
año 135? ¿Qué es lo que falta?
La
fe, sin obras, es de suyo muerta (Santiago 2:17)
vestíos
del nuevo hombre,
que es creado según Dios, en justicia y en santidad verdadera
(Efesios 4:24)
Si
sólo una persona por cada una de las 35.000 denominaciones
cristianas manifestara mínimamente la Mente y Corazón del Hombre
Nuevo, ahora mismo habría menos de la mitad de oscuridad y división
en el planeta.
Pero
el caos social demuestra que el llamado “humano” apenas llega a
desarrollarse, quedando en lo que profetas y apóstoles llamaron
hombre animal
–homínido
para los antropólogos–, el cual no logra encarnar el
alma espiritual y
prefiere contentarse con la desnudez de un cuerpo animado por los
tres niveles inferiores del alma: vital, emocional e intelectual, de
los cuales es esclavo, precisamente por la ausencia de conexión con
el Espíritu del Eterno, que todo lo gobierna.
Y
como las
cosas de Dios sólo las conoce el Espíritu de Dios...el
hombre animal
no percibe las cosas
del Espíritu de Dios;
son para él locura y no puede entenderlas–1 Corintios 2:11-14
He
ahí la razón por la cual los místicos fueron y son tachados de
locos o poseídos por el diablo.
Cuanto
más carnal o desnudo es el "humano potencial", menos
comprende la importancia de estudiarse, meditar, orar y limpiar todo
aquello que hay de animal dentro de sí mismo, pues la misma
oscuridad interior tiene miedo a que la verdadera Luz resplandezca y
le quite el puesto.
Y
allí donde hay miedo y división, no puede manifestarse la Luz de la
Verdad ni el Hombre Nuevo.
El
Reino de Dios está ya al alcance; transforma
tu mente (metanoeite)
y ten fe en la buena nueva
(Marcos 1:15)
Muy
lejos se halla esta exhortación de pésimas traducciones como
¡convertíos!
¡arrepentíos! y creed en el Evangelio.
Incluso
Pablo enseñó: os
ruego, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis
vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, grato a Dios; éste es
vuestro servicio de adoración; que no os conforméis a esta edad
(oscura) de tiempo [aiôn], sino que
os transforméis por la renovación de la mente,
para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, buena, grata
y perfecta (Romanos 12:1-2)
Y
el modo de lograrlo no es un esfuerzo titánico personal, ni consiste
en agitarse gritando Aleluya, ni chillando como un predicador, ni
repitiendo palabras como loros, ni rezando Biblia en mano frente a un
muro...
Sólo
el Espíritu del Supremo puede renovar al humano, cuando éste no
ofrece resistencia y le deja entrar en una mente-corazón pura y
silenciosa.
No
todos los que me dicen Señor, Señor entrarán en el Reino de los
Cielos, sino el que
hace la voluntad de mi Padre que
está en los Cielos (Mateo 7:21)
Evidentemente
se refería a los mandamientos-llamamientos (mitzvot) de la
Torah, regidos por los famosos
diez principios de Éxodo 20, con su sentido espiritual, y no meramente carnal.
Los
mitzvot son con respecto a Dios o con respecto al prójimo, como
señaló el mismo Jesús al citar Deuteronomio 6:4-5 y Levítico
19:18: amar al
Supremo con todo el ser por encima de todas las cosas y al prójimo
como a uno mismo,
es decir, como parte del Hijo Único.
Es
el mismo Espíritu del Eterno lo que puede transformar al “humano
potencial” en Humano, haciéndole capaz de Amar con su mismo Amor
consciente, y así ser capaz de completar los
mandamientos-llamamientos, los cuales restablecen las conexiones del
alma con el cuerpo, la mente superior y el
espíritu/voluntad. Mitzvah también significa conexión.
El
modo en que el Espíritu reconecta al humano a la Luz es por
medio de la Palabra, no sólo la que está presente en las
Escrituras–las cuales son ciertamente un manual espiritual completo
para quienes no tiran por el water closet la Llave
del Conocimiento/Consciencia (Lucas 11:52).
Antes
de que Yeshua la llamara así, dicha llave era también conocida
como Torah
ha Sod
(Instrucción Secreta) y Jokmah
Nishtar
(Sabiduría Escondida), el título que emplea Pablo de Tarso en 1
Corintios 2:6-7.
Aunque
hoy ya la podemos llamar Sabiduría revelada, pues está al alcance
de todos.
Y
como ya comenté en el previo artículo, dicha llave, aún sin
ser conocida de modo completo, sirvió para aunar Judaísmo,
Cristianismo e Islam durante la Edad Media, por única vez en la
historia.
Lo
cual demuestra que sin ella, la Biblia, incluido el Nuevo
Testamento, no sólo es incomprensible, sino que puede ser muy
peligrosa, pues si bien la Palabra purifica como el agua (Efesios
5:26), también destruye separando alma y espíritu cuando es
empleada por corazones impuros que no la encarnan en sí mismos
(Hebreos 4:12).
La
Fe viene de la audición, y la audición por la Palabra del Mesías (Romanos 10:17)
Así
pues, es necesario limpiar oídos y mente para recibir al
Espíritu/voluntad y participar de una Mente-Corazón de orden
superior.
¿Acaso
no sabéis que vuestro cuerpo es templo
del Espíritu Santo,
que está en vosotros y que habéis recibido de parte de Dios?
(1
Corintios 6:19)
En
la Enseñanza antigua, el Espíritu Santo no era una persona, sino la
manifestación de la Luz divina del cuerpo del Cerebro Cósmico a
través del alma de las personas y sus acciones: hay
diversidad de dones pero el Espíritu es el mismo (1 Corintios 12:4)
Sin
embargo, el Espíritu Santo por sí mismo no libera, pues requiere un
cambio de mente:
los
dones y la vocación de Dios son sin arrepentimiento–Romanos 11:29
Por
contra, al vivir considerando el cuerpo como un templo que hay que
cuidar y limpiar,
las
siete esferas del Espíritu lo espiritualizan, armonizando el cuerpo y alma vital-emocional, ahorrando de paso depresiones,
fobias, medicamentos y visitas innecesarias al médico.
El
cuerpo armonizado no está en conflicto con el alma ni con el
Espíritu, pues el cuerpo no es otra cosa que Luz Madre condensada.
La materia es luz-energía, reconoce la ciencia actual. Espacio,
tiempo y vacío son pura ilusión, todo está lleno luz en unidad
–que no monismo:
La
lámpara de tu cuerpo es tu ojo (de Conciencia real);
cuando tu ojo
está sano,
también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando está malo,
también tu cuerpo está lleno de oscuridad (Lucas 11:34)
Al
unir cuerpo, alma y espíritu puede uno comenzar a comprender por qué
vive en un planeta y adquirir así un buen vestido
de bodas (alma
espiritual madura),
sin el cual no se puede entrar en las Nupcias Celestiales (Mt
22:11-14).
En
ellas los Hijos de la Luz, habiendo adquirido la comprensión
necesaria, se casan con el Espíritu más elevado, también conocido
como Señor del alma:
Y
llegará el día, declara el Verbo Existencial, en que me llamarás Esposo y no Mi Señor (Oseas 2:16)
Como
mancebo que se desposa con una doncella, así el que te edificará se
desposará contigo (Isaías 62:5)
He
ahí la razón por la cual Yeshua y los apóstoles transmitieron que
la Congregación (Iglesia) formaría una Nueva Jerusalén, que se
convertiría en la Esposa del Eterno (Apocalipsis 21:2) y cada uno llevaría un Nuevo Nombre, siendo reflejo del Flujo de la Totalidad YHVH.
No se referían pues a iglesias de piedra ni de carne sino a la
Congregación de Hijos de la Luz que es invisible para el hombre
animal.
No
entrará en ella [la Nueva Jerusalén] cosa inmunda, ni que cometa
abominación y mentira, sino solamente los
que están inscritos en el Libro de la Vida del Cordero
(Apocalipsis 21:27)
Y
por supuesto, el Matrimonio Sagrado no es perder la individualidad en
una extinción nirvánica, la cual sigue obligando al átomo de
espíritu inmaduro a retornar por no haber hecho los deberes.
El
humano debe desarrollar la Mente Universal para comprender
por qué vive y servir de instrumento al Ser Completo, de lo contrario su
espíritu divino repite curso, aunque el alma vital y emocional sean
dóciles.
Con
paciencia ganaréis vuestro alma (Lucas 21:19)
Ganar
el alma espiritual madura, con su Mente iluminada es un proceso de gestación. Se puede lograr en una vida si se comprende que es posible y se vive
en la Luz.
Al
no ser capaces de comprender estas ideas místicas, las mentes
literales rechazaron la primera Torah que tuvo que romper Moisés
(Éxodo 32:15-19), y al final muchos tuvieron que conformarse con la
Torah codificada en piedra que pocos cumplieron, y con sacrificios de
animales en el Templo, sin reparar en que los animales a sacrificar
son las pasiones del hombre animal: orgullo, ira, glotonería, celos,
desenfreno sexual, pereza, envidia...
¿Qué
es para mí la abundancia de vuestros sacrificios?, dice el Señor.
Harto estoy de holocaustos de carneros, y de sebo de ganado cebado; y
la sangre de novillos, corderos y machos cabríos no me complace
(Isaías 1:11)
Sólo
cuando se sacrifican las fieras interiores:
Morará
el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará
(Isaías 11:6)
Y
el hombre nuevo habrá hecho sus deberes, sin necesidad de
repeticiones inútiles.
No
exageraba Simón Pedro al decir:
Basta
ya de hacer, como en tiempo pasado, la voluntad de los gentiles
(idólatras), viviendo en desenfreno, en liviandades, en crápula, en
comilonas, en embriagueces y en abominables idolatrías (1ª Epístola
de Pedro 4:3)
Cabe
recordar que una condición establecida por el apóstol Jacobo
(Santiago) para los cristianos no judíos fue: que
se abstengan de la contaminación de los ídolos (i.e carne
sacrificada), de la fornicación, de la sangre y de lo ahogado (i.e
animales que sufren muerte violenta) (Hechos 15:20)
Supuestamente,
fueron palabras del primer Jefe de la Iglesia Nazarena, la cual fue
condenada no sólo por el Judaísmo sectario de fariseos y saduceos,
sino por el Judaísmo rabínico que perdura hasta hoy desde la
reforma de Yohanan ben Zakai (70 A.D), quien introdujo la
famosa decimonovena bendición o Birkat ha Minim, con la
que se maldice a nazarenos y gentiles en las sinagogas.
En
el judaísmo rabínico se enfatiza la alimentación kosher (pura), el
Shabat y la circuncisión según la Torah, como hacía también
los nazarenos (con pequeñas diferencias).
Por
desgracia, luego se condena al no judío y se organizan
banquetes que no son precisamente recatados, todo lo cual mantiene a
la mente carnal activa.
Más
curioso si cabe es que muchos "cristianismos adulterados"
tienden a hacen prácticamente lo mismo, saltándose de lleno
toda la Escritura, incluso las aclaraciones del Maestro y sus
discípulos al respecto de los ídolos de la carne y la mente;
incluso toda forma de idolatría a estatuas e imágenes quedaba
relegada, como bien señaló Pablo en Romanos 1.
Todo
arranca de interpretaciones ligeras de las Escrituras, pues el ego
animal barre siempre para su casa.
Así,
hay quienes ven en las palabras de Pablo, carta abierta para hacer,
creer y trinchar a gusto:
Así,
también vosotros mis hermanos, habéis muerto a la Ley por el cuerpo
de Cristo (Romanos 7:4)
Esto
no significa que la Ley divina quede anulada, sino que sólo
puede cumplirse cuando uno participa de la Vida, la Luz y la
Verdad en el Corazón y Mente de Massiah-Cristo dentro de cada uno,
dejando atrás los apetitos del hombre animal:
la
finalidad (telos) de la Ley es el Mesías (Romanos 10:4)
Otros
pasajes empleados como justificación:
no
es la comida la que nos hace aceptos de Dios, y ni por abstenernos
escasearemos ni por comer abundaremos (1 Corintios 8:8)
Lo
cual es cierto, y no se halla en contradicción con la Torah.
Todo
cuanto se vende en el mercado comedlo sin hacer averiguaciones por
motivo de conciencia, porque de YHVH es la tierra y cuanto la
llena...–en
pleno siglo XXI eso sería casi un suicidio–...Ya
comáis, ya bebáis o ya hagáis alguna cosa, hacedlo todo para
gloria de Dios, y no seáis objeto de escándalo ni para judíos, ni
para griegos, ni para la Iglesia de Dios, como procuro yo agradar a
todos en todo, no buscando mi conveniencia, sino la de todos para que
se salven (1 Cor 10:25-33)
Esto
hay que comprenderlo en contexto, pues Pablo respondía a preguntas
específicas y tenía como misión hacerlo sin transgredir la Torah. Y evidentemente, no quería crear
sectarismos ideológicos por cuestiones alimenticias. Tan sólo pide
no ofender ni condenar a los que no sigan los principios de la
Palabra, a los cuales no se les aplican mandamientos tales como no
comer cerdo, marisco y otros animales impuros.
Pero
eso no equivale a negar la Palabra, sino a reafirmarla: ama a tu
prójimo.
No
hay manera de zafarse de las leyes divinas que delimitan el
funcionamiento del Espíritu, y por tanto, si uno las transgrede,
contrae deuda espiritual (jub), que se manifiesta en enfermedades
y otras dolencias.
Sabemos
que le hemos conocido si guardamos sus mandamientos [porque
es grato, no doloroso].
El que dice que le conoce y no guarda sus mandamientos, miente y la
verdad no está en él (1 Juan 2:3-4)
El
propio Yeshua reafirmó la Torah en incontables
ocasiones:
No
penséis que he venido a anular la Torah o los profetas, sino a
consumarla (Mateo 5:17)
...más
fácilmente es que pasen el cielo y la tierra que el faltar un solo
ápice de la Ley (Lucas 16:16-17)
Es
cierto que el Maestro dijo: No
es lo que entra por su boca lo que contamina al hombre, sino lo que
de su boca sale (Mateo 15:11)
Mas
aquí simplemente refutaba a los fariseos la acusación sobre el
hecho de que sus discípulos no se lavaban las manos antes de comer;
un hábito que no estaba en la Torah, y pertenecía a "tradición
de hombres", por muy necesario que sea.
Curiosamente,
ni Iesous/Yeshua ni sus discípulos comían sangre ni cerdo ni
siquiera carne permitida por la Torah, como el cordero, ni bebían
alcohol o derivado de la uva, pues no sólo eran hebreos, sino que
vivían bajo voto
nazareo
(Números 6), como indican las referencias hebreas,
además de textos sobre Jacobo y Pedro.
Así
recuperaron el estado edénico de Adam, cuya comida se indica en
Génesis 1:29:
He
aquí, yo os he dado toda planta que da semilla que hay en la
superficie de toda la tierra, y todo árbol que tiene fruto que da
semilla; esto os servirá de alimento.
A
ellos podrían atribuirse las palabras de San Francisco de Asís:
Los
animales son mis amigos y yo a mis amigos no me los como.
Esto
tiene que ver con la transformación interior. Hay alimentos y
bebidas cuya carga energética constituye un obstáculo, sobre todo
la carne de cerdo y la sangre, la cual contiene la energía emocional
del animal, y pasa al organismo, contaminándolo.
Cualquiera
que tenga experiencia en la senda interior sabe lo pesado y agitado
que se siente el organismo con ciertos alimentos, lo cual dificulta
el trabajo interno a la hora de meditar, orar y no digamos ya si se
aspira a entrar en contemplación para sentir plenamente el Amor del
Espíritu.
Comer
pollo, pavo o pescado con escamas y aletas ocasionalmente no va a
hacer daño a nadie, siempre y cuando no estén contaminados por la
producción industrial o las toxinas del mar, como el mercurio que
almacenan grandes peces azules (i.e pez espada, atún...)
Las
carnes en general son demasiado pesadas y hoy incluso tremendamente
dañinas, no sólo por la crueldad con que se asesina a los animales,
sino por los aditivos y antibióticos que se les mente a los piensos.
En
cambio, semillas (lentejas, arroz integral, mijo, garbanzos...),
frutas y vegetales (lechugas, escarola, tomate, cebolla...) siempre
han constituido la dieta de los grandes místicos, y de las gentes
más sanas y longevas, como los Hunza del Himalaya. Por algo será.
Cualquiera
que lleve tiempo en proceso de renovación sabe bien que llega un
punto en que el mismo cuerpo no pide carne pesada, aunque sea muy
kosher y se vea apetitosa, con patatas y salsa en abundancia.
Con
todo, la alimentación es sólo una parte de la renovación interior.
Hace falta aprender a dominar la mente y las emociones, y para ello
hay que conocer el Espíritu de la gran Mente. Pero eso para
el culmen del Solsticio.
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