Foto tomada de la página http://www.grahamhancock.com/forum/CarlsonR2.php
El solsticio de invierno ha llegado, y esta vez trae consigo un curioso evento que puede perfectamente ser interpretado como punto de referencia para el trabajo interior.
Treinta y seis son aproximadamente los años que el sol se está tomando para cruzar –no literalmente– el famoso centro galáctico de la Vía Láctea –hecho que sólo ocurre cada 26.000 años (un Gran Año Platónico). Dicho abombamiento central, visible a simple vista sobre un cielo nocturno no contaminado, era venerado por muchas culturas antiguas, por razones que tal vez no estamos preparados para comprender del todo.
El centro galáctico es probablemente lo que en la tradición Hindú y Judeocristiana recibe el nombre de Trono de Dios, fuente de poderosas influencias que regula el reloj de las Edades Cósmicas, como bien explicó el sabio Swami Sri Yukteswar en su obra La Ciencia Sagrada.
Según ese Reloj, nuestro sistema solar ya habría dejado atrás un oscuro Invierno Cósmico y actualmente retorna hacia su estrella contraparte, experimentando un Otoño Cósmico (Edad de Bronce para los Griegos).
Interesantemente, nuestro sistema solar lleva alineado con el centro galáctico más de una década, y continuará así por varios años. Es más, durante el presente solsticio invernal, el sol aparece danzando justo en alineación con el "centro exacto".
Ahora, hay que tener en cuenta que la aproximación más cercana –literal– a dicho centro no tendría lugar hasta dentro de varios miles de años, cuando nuestra estrella se encuentre con su contraparte, según Sri Yukteswar.
De momento parece que estamos a mitad de camino. E independientemente de que el alineamiento del presente solsticio implique o no alguna influencia magnética relacionada con el ciclo solar, este fenómeno anticipa nuestro Destino esencial y puede ser visto como un recordatorio de la conexión con la Fuente. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que escuchando a nuestro corazón silencioso?
El centro galáctico es probablemente lo que en la tradición Hindú y Judeocristiana recibe el nombre de Trono de Dios, fuente de poderosas influencias que regula el reloj de las Edades Cósmicas, como bien explicó el sabio Swami Sri Yukteswar en su obra La Ciencia Sagrada.
Según ese Reloj, nuestro sistema solar ya habría dejado atrás un oscuro Invierno Cósmico y actualmente retorna hacia su estrella contraparte, experimentando un Otoño Cósmico (Edad de Bronce para los Griegos).
Interesantemente, nuestro sistema solar lleva alineado con el centro galáctico más de una década, y continuará así por varios años. Es más, durante el presente solsticio invernal, el sol aparece danzando justo en alineación con el "centro exacto".
Ahora, hay que tener en cuenta que la aproximación más cercana –literal– a dicho centro no tendría lugar hasta dentro de varios miles de años, cuando nuestra estrella se encuentre con su contraparte, según Sri Yukteswar.
De momento parece que estamos a mitad de camino. E independientemente de que el alineamiento del presente solsticio implique o no alguna influencia magnética relacionada con el ciclo solar, este fenómeno anticipa nuestro Destino esencial y puede ser visto como un recordatorio de la conexión con la Fuente. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que escuchando a nuestro corazón silencioso?
En la Orden Sufí Mevlevi, los derviches giran y giran como galaxias, hasta que una fuerza superior toma el control de sus cuerpos y su consciencia se funde con el "misterioso centro de gravedad". Algo similar sucede cuando tocamos música profunda y la escuchamos, en un estado adecuado de receptividad, a modo de oración:
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