1. Consciencia en la respiración. Estáte presente en cada aliento. Que la atención no divague. Acuérdate de ti mismo siempre y en todas las situaciones. La respiración es la base de nuestro trabajo. Cuanto más se es capaz de ser consciente de su respiración, más fuerte es su vida interior. Es un deber para todo el mundo para salvaguardar su aliento en el momento de la inhalación y la exhalación y, además, para salvaguardar su aliento en el intervalo entre la inhalación y la exhalación (Baha ad-din Naqshband)
2. Vigila el paso. Mantén la intención a la vista en cada decisión . Deseas la libertad, no lo olvides.
3. El viaje a casa. Recuerda que viajas desde el mundo de las apariencias al mundo de la realidad.
4. Soledad en la multitud. Permanece libre interiormente en cada actividad exterior. Aprende a no identificarte con nada.
5. Recuerda lo Divino. Que la oración de la palabra se convierta en oración del corazón.
6. Retorna a lo Divino. No hay más meta que alcanzar la Realidad.
7. Atención. Mantén alejados pensamientos ajenos y distractivos. Que la mente se centre en lo que hacemos.
8. Presencia Divina. Acostúmbrate a reconocer lo Divino en el corazón.
Estos recordatorios fueron originalmente presentados en la Esencia de las Enseñanzas de los Maestros, un compendio de técnicas y enseñanzas sufíes recogidas por el gran sabio, Abdulhalik Gudjuvani (fallecido en 1190 d.C). Fue considerado como jefe del círculo central de los llamados Maestros o Khwajagan. Él, junto con otros diez sabios, se convirtieron en la raíz de las órdenes sufíes más importantes, como la Naqshbandhi, Yesevi y Mevlevi.
Las matizaciones junto a los recordatorios pertenecen a John G. Bennett, quien examinó la historia de los Khwajagan en el libro Maestros de Sabiduría, concluyendo que aquellos legendarios personajes ejercieron una poderosa influencia en toda Asia Central, y probablemente en todo el mundo, entre los siglos XI y XV después de la era cristiana. Actuaron como guardianes de la Sabiduría en tiempos de grandes revoluciones y guerras.
Según el propio J.G.Bennett, Peter Kingsley y otros eruditos, los Khwajagan enviaron emisarios a lugares como Europa y China, mediando en eventos importantes que contribuyeron a dar forma a la historia moderna, salvándola de males mayores.
Un halo de misterio siempre les ha rodeado, pues parecen ser herederos de una tradición mucho más antigua que se remonta, al menos, hasta el 2500 a. C.
Cabe recordar que uno de los aspectos centrales de las tradiciones primordiales de sabiduría es que las grandes culturas y civilizaciones no surgen por casualidad, sino que son sembradas desde lo alto y guiadas hasta cierto punto, con una finalidad espiritual que el hombre moderno ha olvidado y parece querer ignorar. Y puesto que el mundo Occidental se desmorona, es hora de que vayamos recordando cuáles son nuestras raíces y cuál era el propósito que maestros como Parménides, Empédocles y Pitágoras dejaron vislumbrar en sus enseñanzas, de las cuales brotó la civilización contemporánea.
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