(extracto
de Fragmentos de Una Enseñanza Desconocida, P.D.Ouspensky)
En
casi todas sus exposiciones, Gurdjieff regresaba a un tema que
evidentemente consideraba de suma importancia, pero que era para
muchos de nosotros difícil de asimilar. —El desarrollo del hombre,
decía él, se opera a lo largo de dos líneas: «saber» y «ser».
Para que la evolución se realice correctamente, ambas líneas deben
avanzar juntas, paralelas una a otra y sosteniéndose una a otra. Si
la línea del saber sobrepasa demasiado a la del ser, o si la línea
del ser sobrepasa demasiado a la del saber, el desarrollo del hombre
no puede hacerse regularmente; tarde o temprano tiene que detenerse.
"La gente capta lo que debe entenderse por «saber». Reconocen
la posibilidad de diferentes niveles de saber: comprenden que el
saber puede ser más o menos elevado, es decir, de más o menos buena
calidad. Pero esta comprensión no la aplican al ser. Para ellos, el
ser designa simplemente
«la existencia», que ellos oponen a la «no existencia». No
comprenden que el ser puede situarse a niveles muy diferentes,
incluir varias categorías. Tomen, por ejemplo, el ser de un mineral
y el ser de una planta. Son dos seres diferentes. El ser de una
planta y el de un animal, son también dos seres diferentes.
Igualmente lo son el ser de un animal y el ser de un hombre. Pero dos
hombres pueden diferir en su ser
más aún que un mineral y un animal. Esto es exactamente lo que la
gente no capta. Ellos no comprenden que el saber depende del ser.
Y no
solamente no lo comprenden, sino que no quieren comprenderlo. En la
civilización occidental en particular, se admite que un hombre pueda
poseer un saber vasto, que pueda ser por ejemplo un sabio eminente,
autor de grandes descubrimientos, un hombre que hace progresar la
ciencia, y que al mismo tiempo pueda ser, y tiene el derecho de ser,
un pobre hombre egoísta, discutidor, mezquino, envidioso, vanidoso,
ingenuo y distraído. Parece que aquí se considera que un profesor
tiene que olvidar en todas partes su paraguas.
"Y sin embargo,
tal es su ser. Pero en Occidente se estima que el saber de un hombre
no depende de su ser. La gente da mayor valor al saber, pero no sabe
darle al ser un valor igual, y no tiene vergüenza del nivel inferior
de su propio ser. Ni siquiera comprende lo que esto quiere decir.
Nadie comprende que el grado del saber de un hombre es función del
grado de su ser.
"Cuando el saber excede demasiado al ser, se
vuelve teórico, abstracto, inaplicable a la vida, aun puede tornarse
nocivo, porque en lugar de servir a la vida y de ayudar a la gente en
su lucha contra las dificultades que la asaltan, tal saber comienza a
complicarlo todo; desde luego, ya no puede aportar sino nuevas
dificultades, nuevos problemas y toda clase de calamidades que no
existían antes.
"La razón de esto es que el saber que no está
en armonía con el ser, nunca puede ser bastante grande o, mejor
dicho, no puede estar lo suficientemente calificado para las
necesidades reales del hombre. Éste será el saber de una cosa,
ligado a la
ignorancia de otra: será
el saber del detalle, ligado
a la ignorancia del todo: el
saber de la forma, ignorante
de la esencia.
"Tal preponderancia del saber sobre el ser puede
ser comprobada en la cultura actual. La idea del valor y de la
importancia del nivel del ser está completamente olvidada. Y se ha
olvidado también que el nivel del saber está determinado por el
nivel del ser. De hecho, a cada nivel de ser corresponden ciertas
posibilidades de saber bien definidas. Dentro de los limites de un
«ser» dado, la calidad del
saber no se puede cambiar, y dentro de estos límites, la única
posibilidad de cambio reside en la acumulación de informaciones de
una sola y misma naturaleza. Un cambio en la naturaleza del saber es
imposible sin un cambio en la naturaleza del ser.
"Tomado
en sí, el ser de un hombre presenta múltiples aspectos. El del
hombre moderno se caracteriza sobre todo por la ausencia de unidad en
si mismo y por la ausencia aun de la menor traza de aquellas
propiedades que le complace especialmente atribuirse, la «conciencia
lúcida», la «libre voluntad», un «ego permanente» o «Yo», y
la «capacidad de hacer». Sí, por asombroso que esto les parezca,
les diré que el rasgo principal del ser de un hombre moderno, que
explica todo lo que le falta, es el sueño.
"El
hombre moderno vive en el sueño. Nacido en el sueño, muere en el
sueño. Del sueño, de su significado y de su papel en la vida,
hablaremos más tarde. Ahora, reflexionen solamente en esto: ¿qué
puede saber un hombre que duerme? Si ustedes piensan en ello,
recordando al mismo tiempo que el sueño es el rasgo principal de
nuestro ser, no lardará en ser evidente para ustedes que Un hombre,
si verdaderamente quiere saber, debe reflexionar ante todo en las
maneras de despertarse, es decir, de cambiar su ser.
"El
ser exterior del hombre tiene muchos lados diferentes: actividad o
pasividad; veracidad o mala fe; sinceridad o falsedad; coraje o
cobardía; control de sí mismo o libertinaje; irritabilidad,
egoísmo, disposición al sacrificio, orgullo, vanidad, presunción,
asiduidad, pereza, sentido moral, depravación; todos estos rasgos, y
muchos más, componen el ser de un hombre.
"Pero
todo esto en el hombre es enteramente mecánico. Si
miente, significa que no puede dejar de mentir. Si dice la verdad,
significa que no puede dejar de decir la verdad; y así es en todo.
Todo sucede: un
hombre no puede hacer nada,
ni interior ni exteriormente.
"Sin
embargo, hay límites. Por regla general, el ser del hombre moderno
es de una calidad muy inferior. A veces de una calidad tan inferior
que no hay posibilidad de cambio para él. Nunca hay que olvidarlo.
Aquéllos cuyo ser puede aún cambiar se pueden considerar
afortunados. ¡Hay tantos que son definitivamente enfermos, máquinas
rotas con las cuales no se puede hacer nada! Son la gran mayoría.
Pocos son los hombres que pueden recibir el verdadero saber; si
ustedes reflexionan sobre esto, comprenderán por qué no lo pueden
los otros: su ser se opone a ello.
"En
general, el equilibrio del
ser y del saber es aún más importante que el desarrollo separado de
uno o del otro. Porque un desarrollo separado del ser o del saber no
es deseable de ninguna manera, aunque este desarrollo unilateral
sea
precisamente lo que parece atraer de manera especial a la gente.
"Cuando el saber predomina sobre el ser, el hombre sabe, pero no
tiene el poder de hacer. Es
un saber inútil. Inversamente, cuando el ser predomina sobre el
saber, el hombre tiene el poder de hacer, pero
no sabe qué hacer. Así el ser que él ha adquirido no le puede
servir para nada, y todos sus esfuerzos han sido inútiles.
"En
la historia de la humanidad, encontramos numerosos ejemplos de
civilizaciones enteras que perecieron ya sea porque su saber
sobrepasaba a su ser, o porque su ser sobrepasaba a su saber."
—¿A
qué conduce un desarrollo unilateral del saber y un desarrollo
unilateral del ser? preguntó uno de los asistentes. —El
desarrollo de la línea del saber sin un desarrollo correspondiente
de la línea del ser, respondió G., produce un Yogui débil,
quiero decir
un hombre que sabe mucho, pero que no puede hacer nada, un hombre que
no comprende (acentuó
esta palabra) lo que sabe, un hombre que no aprecia, es
decir: incapaz de evaluar las diferencias entre uno y otro tipo de
saber. Y el desarrollo de la línea del ser sin un correspondiente
desarrollo del saber produce un Santo estúpido. Es
un hombre que puede hacer mucho pero que no sabe qué hacer, ni con
qué; y si hace algo, actúa esclavizado por sus sentimientos
subjetivos que pueden desviarlo y hacerle cometer graves errores, es
decir, de facto, lo contrario de lo que quiere. Por consiguiente, en
ambos casos, tanto el Yogui débil como
el Santo estúpido llegan
a un punto muerto. Se han vuelto incapaces de todo desarrollo
ulterior.
"Para
captar esta distinción y, de una manera general, la diferencia entre
la naturaleza del saber y la del ser, y su interdependencia, es
indispensable comprender la relación que tienen con la comprensión
el saber y el ser, tomados en conjunto. El saber es una cosa, la
comprensión es otra. Pero
la gente confunde a menudo estas dos ideas, o bien no ve claramente
donde está la diferencia.
"El
saber por sí solo no da comprensión. Y la comprensión no se puede
aumentar por el solo acrecentamiento del saber. La comprensión
depende de la relación entre el saber y el ser. La comprensión
resulta de la conjunción del saber y del ser. Por consecuencia, el
ser y el saber no deben divergir demasiado, de otra manera la
comprensión
se encontraría muy alejada de ambos. Como ya hemos dicho, la
relación del saber con el ser no cambia por el simple
acrecentamiento del saber. Sólo cambia cuando el ser
crece paralelamente al saber. En otras palabras, la comprensión no
crece sino en función del desarrollo del ser.
"Con
el pensamiento ordinario, la gente no distingue entre saber y
comprensión. Piensan que cuanto más saben tanto mas deben
comprender. Es por esto que acumulan el saber o lo que ellos así
llaman, pero no saben cómo se acumula la comprensión
y no les
importa saberlo.
"Por
lo tanto, una persona ejercitada en la observación de sí, sabe con
certidumbre que en diferentes períodos de su vida ha comprendido una
sola y misma idea, un solo y mismo pensamiento, de maneras totalmente
diferentes. A menudo le parece extraño que haya podido comprender
tan mal lo que ahora comprende tan bien, según cree. Sin embargo, se
da cuenta que
su saber sigue siendo el mismo; que hoy no sabe nada más que ayer.
¿Qué es,
entonces, lo que ha cambiado? Lo que ha cambiado es su ser. Tan luego
cambia el ser, la
comprensión tiene también que cambiar. La diferencia entre el saber
y la comprensión se aclara al darnos cuenta que el saber puede ser
la función de un solo centro. Por el contrario, la comprensión es
la función de tres centros. De modo que el aparato del pensar puede
saber algo. Pero
la comprensión aparece solamente cuando un hombre tiene el
sentimiento y
la sensación de
todo lo que está vinculado a su saber.
"Anteriormente
hemos hablado de la mecanicidad. Un hombre no puede decir que
comprende la idea de la mecanicidad, cuando la sabe
solamente con
su cabeza. Tiene que sentirla con
toda su masa, con su ser entero. Sólo entonces la comprenderá.
"En
el campo de las actividades prácticas, la gente sabe muy bien
diferenciar entre el simple saber y la comprensión. Se da cuenta que
saber y saber hacer son
dos cosas completamente distintas, y que saber hacer no
es fruto sólo del saber. Pero, fuera de este campo de actividad
práctica, la gente deja de comprender lo que significa «comprender».
"Por
regla general, cuando la gente se da cuenta que no comprende una
cosa, trata de encontrarle un nombre, y
cuando le ha encontrado un nombre, dice que «comprende». Pero
«encontrar un nombre» no significa haber comprendido. Por
desgracia, la gente se satisface habitualmente con nombres. Y se
considera que un hombre 'que conoce un gran número de nombres, es
decir, una multitud de palabras, es muy comprensivo, excepto en las
cosas prácticas donde su ignorancia no tarda en ponerse en
evidencia.
"Una
de las razones de la divergencia entre la línea del saber y la línea
del ser en nuestra vida, en otras palabras, la falta de comprensión
que es en parte la causa y en parte el efecto de esta divergencia, se
encuentra en el lenguaje que emplea la gente. Este lenguaje está
lleno de conceptos falsos, de clasificaciones falsas y de
asociaciones
falsas. Lo peor es que las características esenciales del pensar
ordinario, su vaguedad y su imprecisión, hacen que cada palabra
pueda tener mil significados diferentes según el bagaje de que
dispone el que habla y el complejo de asociaciones en juego en el
momento mismo. La gente no se da cuenta de cuán subjetivo es su
lenguaje, de cuán diferentes son las cosas que dice, aun cuando
todos usan las mismas palabras. No ven que cada uno de ellos habla su
propia lengua sin comprender nada, o muy vagamente, la de los demás;
sin tener la menor idea que el otro les habla siempre en una lengua
que les es desconocida. La gente está absolutamente convencida de
tener un lenguaje común y de comprenderse entre sí. De hecho, esta
convicción no tiene el más mínimo fundamento. Las palabras que
usan están adaptadas a las necesidades de la vida práctica.. Pueden
comunicarse así informaciones de carácter práctico,
pero apenas entran en un dominio ligeramente más complejo, están
perdidos y dejan de comprenderse, aunque no se den cuenta de ello. A
menudo, si no siempre, las personas creen comprenderse y en todo caso
se imaginan que podrían comprenderse con sólo tomarse la molestia;
se imaginan también comprender a los autores de los libros que leen,
y no ser los únicos que son capaces de comprenderlos. Esta es una
ilusión más de las ilusiones que se forjan y en medio de las cuales
viven. En realidad, nadie comprende a nadie. Dos hombres pueden decir
la misma cosa con profunda convicción, pero dándole nombres
distintos, y discutir interminablemente sin sospechar que su
pensamiento es exactamente el mismo. O bien, inversamente, dos
hombres pueden usar las mismas palabras e imaginar que están de
acuerdo, que se comprenden, mientras que en realidad dicen cosas
absolutamente diferentes, y no se comprenden en lo más mínimo.
"Tomemos
las palabras más simples, las que nos vienen constantemente a los
labios, y tratemos de analizar el sentido que se les da: veremos que
en todo momento un hombre pone en
cada palabra un sentido especial que otro hombre nunca le da y que ni
aun sospecha.
"Tomemos
por ejemplo la palabra «hombre», e imaginemos una conversación en
la cual esta palabra se repitiese a menudo. Sin exagerar, habrá para
la palabra «hombre» tantos significados como personas presentes, y
estos significados no tendrán entre ellos nada en común.
"Al
pronunciar la palabra «hombre», cada cual la enfocará
involuntariamente desde el punto de vista desde el cual considera al
hombre en general, o desde donde lo considera actualmente por tal o
cual razón. Así una persona puede estar preocupada por la cuestión
sexual. Entonces la palabra «hombre» perderá para ella su sentido
general, y al oírla, se preguntará en seguida: ¿Quién? ¿Hombre o
mujer? Otra persona puede ser
devota, y su primera pregunta será: ¿Cristiano o no cristiano? Una
tercera quizá es médico, y el concepto «hombre» se reducirá para
ella a sano o enfermo... y por supuesto, desde el punto de vista de
su especialidad. Un espiritista pensará en el hombre desde el punto
de vista de su «cuerpo astral», y de la «vida en el más allá»,
etc., y si se le pregunta, dirá que hay dos clases de hombres: los
mediums y los no-mediums. Para un naturalista, el centro de gravedad
de sus pensamientos será la idea del hombre como tipo zoológico,
tendrá especialmente en vista
la estructura craneana, la distancia entre los ojos, el ángulo
facial... un abogado verá en
el «hombre» una unidad estadística o un sujeto para la aplicación
de leyes, un criminal potencial o un posible cliente. Un moralista,
al pronunciar la palabra «hombre» no dejará de introducir la idea
del bien y del mal. Y así sucesivamente, sin fin.
"La
gente no nota todas estas contradicciones, no ve que habla siempre de
cosas diferentes, que no se comprende nunca. Es muy evidente que para
estudios bien encaminados, para un intercambio exacto de
pensamientos, es necesario un lenguaje exacto, un lenguaje que haga
posible la expresión efectiva de lo que se quiere decir, que permita
incluir cada vez una indicación del punto de vista desde el cual se
encara un concepto dado, a fin de que el centro de gravedad de este
concepto esté bien determinado. Esta idea es perfectamente clara y
cada rama de la ciencia se esfuerza en elaborar y establecer un
lenguaje exacto. Pero no hay un idioma universal. La gente no deja de
confundir los lenguajes de las diferentes ciencias y nunca puede
establecer sus relaciones justas. Aun tomando aisladamente cada rama
de la ciencia aparecen constantemente nuevas terminologías, nuevas
nomenclaturas. Mientras más avanzan las cosas peor se ponen. La
incomprensión mutua, en lugar de disminuir, no hace sino crecer, y
hay toda razón para pensar que ésta seguirá ampliándose siempre
en el mismo sentido. La gente se comprenderá cada vez menos.
"Para
una comprensión exacta es imprescindible un lenguaje exacto. Y el
estudio de los sistemas del conocimiento antiguo comienza por
el estudio de
un lenguaje que permitirá precisar de inmediato lo que está dicho,
desde qué punto de vista y con relación a qué. Este lenguaje nuevo
casi no contiene términos nuevos ni nomenclatura nueva, pero su
estructura se basa sobre un principio nuevo: el principio de la
relatividad. En
otras palabras, introduce la relatividad en todos los conceptos y así
hace posible una determinación precisa del ángulo del pensamiento
ya que lo que más le falta al lenguaje ordinario son términos que
expresen la relatividad. "Cuando un hombre haya asimilado este
nuevo lenguaje, entonces, con su ayuda, pueden serle transmitidos
todos los conocimientos e informaciones que no pueden transmitírsele
por medio del lenguaje ordinario, ni aun con todo el refuerzo posible
de términos filosóficos y científicos.
"La
propiedad fundamental de este nuevo lenguaje es que en él se
concentran todas las
ideas alrededor de una sola idea;
en otras palabras, todas son enfocadas en sus relaciones mutuas desde
el punto de vista de una única idea. Esta idea es la idea de la
evolución. Naturalmente,
de ninguna manera en el sentido de una evolución mecánica,
porque ésta
no existe, sino en el sentido de una evolución consciente y
voluntaria, que es la única posible.
"Todo
en el mundo, desde el sistema solar hasta el hombre, y desde el
hombre hasta el átomo, se eleva o desciende, evoluciona o degenera,
se desarrolla o decae. Pero nada evoluciona mecánicamente.
Solamente la
degeneración y la destrucción proceden mecánicamente. Lo que no
puede evolucionar conscientemente, degenera. La ayuda del exterior no
es posible sino en la medida en que es apreciada y aceptada, aunque
al comienzo sólo lo sea por el sentimiento.
"El
lenguaje que permite la comprensión se basa sobre el conocimiento de
la relación del objeto examinado con su posible evolución, sobre el
conocimiento de su lugar en
la escala evolutiva.
"Con
este fin un gran número de nuestras ideas habituales están
divididas de
acuerdo a las etapas de esta evolución.
"Una
vez más, tomemos la idea del hombre. En
el lenguaje del que hablo, en lugar de la palabra «hombre» se usan
siete palabras que
son: hombre Nº 1, hombre Nº 2, hombre Nº 3, hombre Nº 4, hombre
Nº 5, hombre Nº 6 y hombre Nº 7. Con estas siete ideas, estaremos
en condiciones de comprendernos cuando hablemos del hombre.
"El
hombre Nº 7 ha llegado al más completo desarrollo que le es posible
al hombre, y posee todo lo que el hombre puede poseer, sobre todo la
voluntad, la conciencia, un «Yo» perma-nente e inmutable, la
individualidad, la inmortalidad, y muchas otras propiedades que, en
nuestra ceguera y nuestra ignorancia, nos atribuimos. Sólo podemos
comprender hasta cierto grado al hombre Nº 7 y a sus propiedades,
así como a las etapas graduales por las cuales podemos acercarnos a
él, es decir, el proceso del desarrollo que nos es posible.
"El
hombre No
6 sigue de
cerca al hombre Nº 7. No difiere de él sino porque algunas de sus
propiedades todavía no han llegado a ser permanentes.
"El
hombre Nº 5 es también para nosotros un tipo inaccesible de hombre,
pues ha alcanzado la unidad."El hombre Nº 4 es un grado
intermedio; hablaré de él más adelante.
"Los
hombres números 1, 2 y 3 constituyen la humanidad mecánica:
permanecen en el nivel en que han nacido. El hombre Nº 1
tiene el
centro de gravedad de su vida psíquica en el centro motor. Es el
hombre del cuerpo físico en el cual las funciones del instinto y del
movimiento siempre predominan sobre las funciones del sentimiento y
del pensar.
"El
hombre Nº 2 está en el mismo nivel de desarrollo, pero el centro de
gravedad de su vida psíquica está en el centro emocional; es
entonces aquel hombre en quien las funciones emocionales predominan
sobre todas las otras, es el hombre del sentimiento, el hombre
emocional.
"El
hombre Nº 3 también está en el mismo nivel de desarrollo, pero el
centro de gravedad de su vida psíquica se encuentra en el centro
intelectual, en otras palabras es un hombre en quien las funciones
intelectuales predominan sobre las funciones emocionales, instintivas
y motrices; es el hombre racional, que tiene una teoría para todo lo
que hace, que parte siempre de consideraciones mentales.
"Cada
hombre nace como hombre Nº 1, Nº 2 o Nº 3. "El hombre Nº 4
no nace como
tal. Nace como 1, 2 ó 3, y no llega a ser 4 sino como consecuencia
de esfuerzos de carácter muy definido. El hombre Nº 4 es siempre
producto de un trabajo de escuela. No
puede nacer como tal, ni desarrollarse accidentalmente; las
influencias ordinarias de la educación, de la cultura,
etc., no pueden producir un hombre Nº 4. Su nivel es superior al del
hombre Nº 1, 2 ó 3; tiene un centro de gravedad permanente
que está
hecho de sus ideas, de su apreciación del trabajo y de su relación
a la escuela. Además, sus centros psíquicos ya han comenzado a
equilibrarse; en él, un centro ya no puede tener preponderancia
sobre los otros, como es el caso de los hombres de las tres primeras
categorías. El hombre Nº 4 ya comienza a conocerse, comienza a
saber hacia dónde va.
"El
hombre Nº 5 ya es el producto de una cristalización; ya no puede
cambiar continuamente como el hombre Nº 1, 2 y 3. Pero se debe tener
en cuenta que el hombre Nº 5 puede ser tanto
el
resultado de un trabajo justo como el resultado de un trabajo
equivocado. Puede haber llegado a ser Nº 5 después de haber sido No
4, y puede
haber llegado a ser Nº 5 sin haber sido Nº 4. En este caso, no
podrá seguir desarrollándose, no podrá llegar a ser Nº 6 y Nº 7.
Para llegar a ser Nº 6, primero tendrá que volver a fundir
completamente su esencia ya cristalizada, tendrá que perder
intencionalmente su ser de hombre Nº 5. Pero esto no puede llevarse
a cabo sino a través de sufrimientos terribles. Felizmente, tales
casos de desarrollo equivocado son muy poco frecuentes.
"La
división del hombre en siete categorías permite darse
cuenta de miles de particularidades que no pueden ser comprendidas de
otra manera. Esta división es una primera aplicación al hombre del
concepto de la relatividad. Cosas
aparentemente idénticas pueden ser completamente diferentes, según
la categoría de hombres de donde realmente surgen, o en función de
la cual se las encara. "Según este concepto, todas las
manifestaciones interiores y exteriores del hombre, todo lo que le es
propio, todas sus creaciones, están igualmente divididas en siete
categorías. "Por lo tanto, ahora podemos decir que hay un saber
Nº 1, basado en la imitación, los instintos, o aprendido de
memoria, machacado, ejercitado repetidas veces. El hombre Nº 1, si
es un hombre Nº 1 en todo el sentido de la palabra, adquiere todo su
saber como un mono o como un loro. "El saber del hombre Nº 2 es
simplemente el saber de lo que a él le gusta. El hombre Nº 2 no
quiere saber nada de lo que no le gusta. Siempre y en todo, quiere
algo que le
agrade. O bien, si es un enfermo, por el contrario es atraído por
todo lo que
le desagrada, está fascinado por sus propias repugnancias, por todo
lo que provoca en él horror, espanto y náusea.
"El
saber del hombre Nº 3 es un saber basado en un pensar subjetivamente
lógico, en palabras, en una comprensión literal. Es el saber del
ratón de biblioteca, de los escolásticos. Por ejemplo, son hombres
N9 3 los que han contado cuántas veces se repite cada letra del
alfabeto árabe en el Corán y han basado en esto todo un sistema de
interpretación.
"El saber del hombre Nº 4 es de una especie
totalmente diferente. Es un saber que viene del hombre Nº 5, quien
lo ha recibido del hombre N9 6, el cual a su vez lo ha
recibido del hombre Nº 7. Sin embargo, es innecesario decir que el
hombre Nº 4 asimila sólo el conocimiento de lo que corresponde a
sus poderes. Pero en comparación con el saber del hombre Nº 1, 2 y
3, el saber del hombre Nº 4 ha comenzado a liberarse de los
elementos subjetivos. El hombre Nº 4 está en camino hacia el saber
objetivo.
"El
saber del hombre Nº 5 es un saber total e indivisible. El hombre Nº
5 posee ahora un Yo indivisible, y todo su conocimiento pertenece a
este Yo. Ya no puede tener un «yo» que sepa algo, sin que otro «yo»
no esté informado. Lo que sabe lo
sabe con la totalidad de su ser. Su saber está más cercano al saber
objetivo que el del hombre Nº 4.
"El saber del hombre Nº 6
representa la totalidad del saber accesible al hombre; pero aún
puede ser perdido.
"El saber del hombre Nº 7 es completamente
suyo y ya no se le puede quitar; es el saber objetivo y
enteramente práctico de
Todo.
"Con el ser pasa exactamente lo mismo. Hay el ser del
hombre Nº 1, es decir, de aquel que vive a través de sus instintos
y de sus sensaciones; hay el ser del hombre Nº 2, que vive de sus
sentimientos, de sus emociones; y el ser del hombre Nº 3, el hombre
racional, el teórico, y así sucesivamente. Es así que se comprende
por qué el
saber nunca puede estar muy alejado del ser. Debido a su ser los
hombres Nº 1, 2 y 3 no pueden poseer el saber de los hombres 4, 5 y
niveles superiores. Cualquier cosa que se les dé lo interpretan a su
modo, no sabrían hacerlo de otra manera sino rebajándolo a su
propio nivel inferior.
"Se
puede aplicar el mismo tipo de división en siete categorías a lodo
lo que se refiere al hombre. Hay un arte Nº 1, que es el arte del
hombre Nº 1, un arte de imitación, de simulacro o
bien
groseramente primitivo y sensual, como la música
y las danzas de los pueblos salvajes. Hay un arte Nº 2, un arte de
sentimiento; un arte Nº
3, que es intelectual, inventado; y debe haber un arte Nº 4, 5,
etc...
"Exactamente
de la misma manera, hay una religión del hombre Nº 1, es decir, una
religión hecha de ritos, de formas exteriores, de sacrificios y de
ceremonias brillantes, que a veces pueden ser de un esplendor
imponente o por el contrario de un carácter lúgubre, salvaje,
cruel, etc... Y hay una religión del hombre Nº 2: la religión de
la fe, del amor, del fervor, de la adoración y del entusiasmo, que
no tarda en transformarse en una religión de persecución, de
opresión y de exterminio de los «herejes» o de los «paganos».
Hay una religión del hombre Nº 3, intelectual y teórica, una
religión de pruebas y argumentos, basada en razonamientos,
interpretaciones y deducciones lógicas. En realidad las religiones
Nº 1, 2 y 3 son las únicas que conocemos; todas las formas
religiosas conocidas por nosotros pertenecen a una u otra de estas
tres categorías. En cuanto a la religión de los hombres Nº 4, 5, 6
y 7, no la conocemos y no podemos conocerla mientras sigamos siendo
lo que somos.