Sin duda alguna, el paso más importante del despertar es asombrarse realmente con el hecho de que habitualmente vivimos dormidos incluso después de levantarnos. Hacemos todo mecánicamente. La existencia nos pasa por encima.
Pero a veces algo impactante sucede y nos saca del ensueño y la existencia nos parece el sueño que es. A veces son momentos de verdadera felicidad, escuchando música, o viendo un paisaje conmovedor.
En otras ocasiones, ese despertar nos viene de un suceso muy doloroso e impactante. En momentos de peligro hay algo que emerge, sobre todo en quienes conectamos diariamente con nuestro Ser. Entonces todo parece más vívido.
Sin embargo, cuando el despertar se produce por algo muy doloroso, la vivencia es algo distinta, ya que hay una mezcla de amor y dolor profundo.
En mi caso, después del episodio de transcendencia de mi madre, como ya conté en el vídeo anterior, siento como si se hubiera abierto una especie de agujero negro en mi corazón, que se traga muchos pensamientos.
Al mismo tiempo, el niño inocente que era hace décadas surge con más facilidad y algo parece incluso más fuerte ante la adversidad.
Y en estos momentos, es el divino Maestro interior el que me hace recordar quién para no caer en las sombra de la personalidad, donde incluso el Alma doncella puede quedar atrapada.
Es muy importante recordar que no podemos hacer nada centrándonos en la dimensión femenina de la realidad. El almah y la Madre universo necesitan la voluntad transformadora que viene del origen, y que se manifiesta en nosotros como Auto-conciencia Hijo.
Considerarnos parte de la Familia Divina es algo que no se hace en las tres religiones fundamentalistas, donde la gente se disocia de lo que llaman Dios, cuando el Ser Divino es Todo en todos por medio del Verbo Divino (Juan 17, Efesios 4, Efesios 3, etc).
Y la transcendencia del dolor no es posible fuera de la Familia Divina. Sobre ello profundizo más en el vídeo.