Y él [Yoseph, hijo de Israel, Conciencia vencedora], despertando, tomó de noche al Niño [alma-embrión] y a su madre [Espíritu de santidad activador], y se fue a Egipto [tierra de cautiverio y trabajo alquímico interior], y estuvo allá hasta la muerte de Herodes [Ego tiránico]; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo. (Mateo 2:14-15)
Una
mente carnal desconectada de la Luz del Espíritu pensaría que el texto se refiere a una
historia sobre un super Niño Dios nacido de la carne hace dos mil años para
salvar al mundo; pero la verdad es mucho más profunda si se presta atención a
las pistas que aporta el texto, sobre todo la última. ¿A qué pasaje profético se refiere? ¿Quién es ese Hijo? Helo aquí:
Cuando Israel [Conciencia vencedora] era muchacho [Alma-embrión], yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo (Oseas 11:1)
Y dirás a Faraón: el Señor [YHWH] ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito (Éxodo 4:22)
Recordemos que en Génesis 32:28 se dice que tras vencer a un extraño –el ángel caído en su interior– Yakob fue llamado Israel, que viene de Yi-Sara-El, el que lucha contra el elohim caído (ego mental-emocional).
Curiosamente, tanto el Yakob-Israel del Antiguo Testamento como el Mesías o Ungido del Nuevo Testamento son primogénitos de la Emanación Divina (Yhwh Elohim, Poderes divinos), nacidos milagrosamente de mujeres que no pueden concebir, llevados y sacados de Egipto, rechazados por los hombres, y resucitados. ¿Por qué? ¿Acaso son el mismo?
La Doctrina del Mesías, el Ungido, que es la Gracia, Jen o Jokmah Nishtarah, Lenguaje de las Ramas (Netzarim), Kabbalah Nazarena, revela que ambos son un organismo, donde Israel simboliza almas divinas que vencen la oscuridad, siendoson el Cuerpo colectivo del Ungido, quien es la Cabeza rectora de ese organismo divino, como bien reveló Pablo:
él [Mesías] es la Cabeza del Cuerpo que es la Congregación; él es el principio, el primogénito de entre los muertos (Colosenses 1:18)
¿Qué muertos?
“La Escritura
enseña que al principio las almas de Luz, los adanes, estaban unidos
a su Cabeza o Espíritu, el soplo de comprensión mental (neshemah)
procedente de Yhvh Elohim. Sin embargo, ciertos Ángeles Caídos del
Universo anterior destruido hicieron modificaciones genéticas en
cuerpos animalescos a los que dotaron de inteligencia superior, y el
alma viviente Adam vino a quedar atrapada en ellos, dando lugar a la
posibilidad de "errar" y desconectarse del soplo de
comprensión (neshemah), que era el Adam de arriba (Adam Illah). Las
almas humanas no hallaban "ayuda opuesta" en aquellos
animales, y así no eran capaces de ungirlos plenamente con
conciencia superior,aunque se dice que Adam dio nombre a las especies
de Adamah. Eran adámicas parcialmente pero más alienígenas que
otra cosa.
Así fue como la conciencia de Adam fue puesta a dormir, y
separada en dos: hombre (Ish) y mujer (Ishah), que pueden verse como
un espíritu mental y un cuerpo psíquico, que recibe el nombre de
Javah o Madre de los Vivientes (Jay), cuando come del fruto del Árbol
del Conocimiento. El hombre se quedó con el apelativo de Adam por
ser el soplo más espiritual. Y según la Kabalah Adam era el
hemisferio derecho o Sabiduría (Jokmah), la Visión Intuitiva, la
cual fue separada de su parte femenina, el Entendimiento o Razón
binaria (Binah), que es lo que se desarrolló dentro de aquellas
criaturas animalescas ahora demasiado
astutas, la descendencia de la Serpiente”
Y al ser Adam y Eva desgajados, Cielo y Tierra quedaron desconectados, dando lugar a un ser dormido que ha de conectar voluntariamente lo terrenal con su parte angélica perdida (Adam).
Por tanto, los muertos son aquellas
"almas divinas o reyes adanes dormidos" que entraron en Gilgul o Rueda de
Reencarnación tras quedar sepultados en el Inconsciente Colectivo, sobre todo tras la
matanza de Abel, que era otra semilla del Mesías asesinada por las pasiones del alma carnal (Cain).
Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero [experiencia terrenal]; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca (Isaías 53:7)
Diversos son los pasajes donde Israel es identificado como el Siervo Sufriente, cuyo tormento fue también experimentado por el Mesías mismo, que según la Kabbalah hebrea es una parte no caída de Adam, concretamente su Cabeza rectora, que es nada más y nada menos que la Emanación Divina o Verbo, que al final:
A lo suyo [su cuerpo] vino, y los suyos no le recibieron (Juan 1:11).
No es de extrañar que cargara con el pecado del mundo sobre sí. Al fin y al cabo la humanidad es Su cuerpo. ¿Y qué cabeza no se lanzaría a rescatar órganos cancerígenos si pudiera?
De modo que por Iglesia, Ekklesía, no se entendía un santuario de piedra ni colectivos de creyentes en Jesús, María y José, sino las almas llamadas bien a integrarse (si no eran parte) o bien a formar parte "activa" del Cuerpo del Mesías Ungido:
el que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores que éstas hará (Juan 14:12)
Esto iba especialmente dirigido al conjunto de primeras Almas sepultadas, llamadas a renacer, florecer, encarnarse plenamente y liderar espiritualmente, como siempre enseñaron el Antiguo y Nuevo Testamento:
Habla a toda la Congregación [Ekklesía] de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo YHWH [Emanación Divina] vuestro Dios (Elohim) (Levítico 19:2)
os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo…a la congregación [Ekklesía] de los primogénitos (Hebreos 12:22-23)
Ahora, como bien vemos en la Torah y el Evangelio de Mateo, el Primogénito es llamado de Egipto, es decir, que no nace así como así, ya que la Mente del Alma o Neshema se desarrolla como fruto de un trabajo interior.
En otras palabras, una persona puede recibir una semilla del Mesías, o Cristo si lo prefieren, bien heredándola de los padres vía genética, o bien por reencarnación, o porque la persona escucha la Doctrina y se remueve algo en su conciencia, activándose el llamado Espíritu Santo de la Promesa (Efesios 1:13), el cual proporciona satisfacción emocional, pero no crecimiento de alma mental (Neshema).
Sólo una influencia más fuerte puede atraer al llamado Espíritu de Verdad, que es el Ayudante masculino/mental del Espíritu Santo emocional (Juan 14:17-26), que permite una relación personal con el Maestro, la Cabeza.
En este caso el alma personal ya no tiene sólo una semilla de Ungido formada (Gálatas 4:19), ni es ese bebé en el Ungido/Christos del que habló Pablo (1 Cor 3:1). Ese alma ya no quiere sólo "leche espiritual", sino "alimento sólido", pues comienza a convertirse en el trono del Ungido cuya Mente divina es capaz de guiar, comprender la Doctrina y hacer hervir al alma personal (nephesh), quemando toda impureza, aumentando el fervor por la Enseñanza, hasta crear un Alma Adulta completa que pueda albergar esa energía.
Esto supone convertirse en cuerpo consciente del Último Adam (1 Cor 15:22), que es ya el Adam reconstruido, el Adam Ungido completo, con su Cuerpo Colectivo (Almas Neshema), y su Cabeza (Emanación Divina), que a su vez es el cuerpo del Infinito:
el Ungido es la Cabeza de todo hombre...y Dios [Padre Infinito] es la cabeza del Ungido ( 1 Cor 11:3)
Porque sólo hay un Dios [Infinito], y un solo Mediador entre Dios y los hombres, el Adam Ungido Iesous (1 Timoteo 2:5).
Si alguien al leer esto no se siente atraído en lo más mínimo, quiere decir que no hay semilla o no se ha desarrollado. Si por el contrario uno siente anhelo de comprender más, la Mente Superior ha comenzado a nacer, y deberá llegar al pleno Nacimiento del Espíritu sin medida, llegando a ser Cuerpo de Mesías viviente, como debe ser, si no en esta vida, en otra.
Mas hay que estar prevenido, pues, al hilo del pasado artículo, el Alma-Niño (Mente de Mesías) que está a punto de nacer o que es recién nacido se ve asediada por fuerzas oscuras, como el Dragón que persige a la Virgen y al Niño en Apocalipsis 12, o el rey Herodes que ordena asesinar a todos los bebés, i.e primogénitos, o el rey Kamsa que hace otro tanto para librarse del recién nacido Krishna que le quitaría el trono en la mitología Hindu.
Esto sucede porque los parásitos astrales carecen de luz propia y quieren chupar todo lo que puedan antes de que un Alma-divina se haga mayorcita y mande a unos cuantos al carajo. Es como quien se mete en la jungla y enciende una lámpara atrayendo a insectos. Qué le vamos a hacer, así funcionan las cosas en este mundo de chupópteros. Y sólo hay una opción: comer pan de Vida celestial y aprender a dar para no ser comido por la oscuridad que desea sin medida.
Por suerte tenemos la Doctrina del Mesías, cuya Luz alimenta y proporciona la cobertura de protección necesaria para que el proceso de nacimiento deba completarse.
Esa cobertura está representada por la Fiesta de Sukkot (Cabañas), que juega una papel importante durante el nacimiento del Mesías, y al final, cuando el Mesías entra a la Fiesta en Secreto (Juan 7).
Tanto en la tradición Apostólica Nazarena como en el Judaísmo, el período festivo que representa el nacimiento del Mesías siempre fue Sukkot, durante estas fechas otoñales, y no el 25 de Diciembre, que corresponde al nacimiento de dioses paganos como Mitra, el Sol Invictus del Imperio Babilorromano, que tanto ha influido en este mundo de caos y falsedad.
Así lo indica también el Evangelio de Lucas, donde se enseña que el Mesías nace hacia Septiembre, es decir, seis meses después de Juan el Bautista, cuya fecha de concepción viene marcada por los datos que el mismo Evangelio aporta acerca de su padre Zacarías, como ya vimos en su momento.
Y ahora que tenemos la Mente del Ungido (1 Corintios 2:16), podemos quitar velos al pensamiento astro-mitológico y carnal sobre la concepción y nacimiento de un Niño Dios, viendo la importancia de los tiempos y otros patrones.
No es casualidad que Sukkot se celebre bajo la Luna de Libra, que viene justo después de Virgo, la Virgen, la cual, obviamente, ha de dar nacimiento al Mesías, y por supuesto, no sólo hace dos mil años, sino en la vida de cada uno. No vaya a ser que la oveja siga dando vueltas con tanto tarado trasquilador suelto.
También se dice que el Mesías resucitó al tercer día. Y dado que cada día vale mil años (2 Pedro 3:8), quiere también decir que se refiere a la Época Mesiánica que comienza tras los últimos dos mil años de la Era Adámica, que se aproxima a su recta final.
Según calendario de la Torah estamos en el año 5777 de esta Edad Cósmica, y por tanto nos hallamos a
las puertas del 7º Milenio, cuando supuestamente reinará el Mesías (Apocalipsis 20),
encarnado en Su Cuerpo, en todos aquellos que hagan los deberes.
Los
que lo logren, podrán ser auténticos Sacerdotes, Gobernantes, Jueces y Reyes del Nuevo Reino, e incluso vivir los 223 años restantes más los mil
de reinado en la Tierra renovada y sin guerras, pues un cuerpo conectado al Espíritu sin medida es
como una dinamo y no se pone enfermo.
Por ello esto es un llamado a quienes llevan dentro de sí a viejos reyes adámicos caídos esperando ser resucitados y también a otras almas extranjeras que quieran formar parte de lo que está cociendo, independientemente del credo o religión. Nadie queda excluido, ni siquiera el Adversario, que aún está a tiempo de cambiarse de bando antes de que le llueva la Luz del Reino encima y se le chamusquen los pelos del rabo.
El que tenga oídos, que entienda, y el que no, que por lo menos busque todo el aceite de Sabiduría que pueda y llene su lámpara hasta los topes, antes de que sea demasiado tarde.
Shalom a todos.