viernes, 2 de junio de 2017

Desvelando el NOMBRE TRINO del SER UNO (Revisado)

Nudo Celta de Trinidad. Condado de Sligo, Irlanda.


Muchas antiguas enseñanzas tienen alguna trinidad en su panteón teo-mitológico, cada cual con sus matices propios.

En el Hinduismo es el Sonido Primordial  AUM, cuyas letras aluden a Brahma, arquetipo de Gran Mente (Ma) Creadora, Visnu o Conciencia Sustentadora y Shiva, arquetipo del Cambio y Destrucción.

Una visión aún más completa se halla en las Escrituras hebreas, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, aún malinterpretadas por la mente idólatra que sólo adora imaginarios dioses externos hechos a imagen del hombre, como bien explica Pablo en Romanos 1.

Por tanto, en primer lugar hay que señalar que el Antiguo Testamento nunca habla del Ser Supremo, que es sin forma e infinito, sino de sus artibutos personales, conocidos como Su Nombre, YHVH, que describe el Ser en forma de tres emanaciones: un Verbo-Principio o Padre, un Verbo-Palabra o Hijo y el Verbo-Espíritu o Seno del Padre donde ambos se despliegan desarrollando la Creación. 

Y los tres son YHVH, como se especifica en los Evangelios:

Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el Nombre [YHVH] del Padre [YHVH] y del Hijo [Yhvh] y del Espíritu Santo [Yhvh Elohim] (Mateo 28:19).

Así se atestigua también en los Targums, antiguos Parafraseados arameos de la Torah, los cuales especifican que allí donde aparece el tetragrammaton Yhvh en el texto hebreo, se refiere a la Palabra (Memra) de YHVH, como también se refleja en un Salmo:

Por la Palabra de YHVH fueron hechos los cielos, y todo su ejército por el aliento de su boca (Salmo 33:6 LBA).

Y la Palabra de YHVH dijo a Moisés: Yo Soy el Que Soy (Éxodo 3:14, Targum de Jersusalén)

Así es también expresado en la correcta traducción del primer verso del Génesis, revelado en el Zohar:

Por medio de un Principio (Bereshit) generó Elohim los Cielos (Et Shamayim) y la Tierra (Ve Eretz) –Génesis 1:1 

Según el Zohar, esto significa que el Ser Infinito, haciéndose Principio de Resplandor (Zohar), se extendió en forma de Dios-Elohim, un Espíritu Residencia o Palacio de donde emanó Su Palabra, i.e, el Alfabeto Divino, de la Alef a la Tav, letras/energías que forman la Torah celestial, con la que se vino construyendo la Creación.

El profeta Miqueas nos da otro testimonio:

Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Yhvh en Israel; y sus salidas [emanaciones] son desde el principio, desde los días de la eternidad (Miqueas 5:2) 

Y es que YHVH o Nombre del Ser Infinito, es en realidad un Verbo o Acción creadora que refleja el proyecto del Padre-Madre, cuya Voluntad o Acción emana a un Hijo o Mente de Sabiduría que  rige la Manifestación con energías de Vida. Todo en el Seno o Espíritu de Amor donde todo se conecta.

Esta enseñanza fue manifestada claramente en la Doctrina del Mesías ben Yosef presentada en los Evangelios, donde la Trinidad adopta matices claros, implícitos en numerosos pasajes nunca explicados:


Al principio existía el Verbo [YHVH Padre, Primera Emanación del Infinito], y el Verbo [Yhvh Hijo, Segunda Emanación] estaba con Dios [YHVH Padre], y el Verbo era Dios. Éste era el Principio [en unidad con] con Dios [Ser Infinito]. Todas las cosas fueron hechas a través de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho (Juan 1:1-2)

A Dios [Infinito] nadie le vio jamás; el Unigénito Dios [Hijo o Verbo Segundo], que está en el seno [Espíritu] del Padre [Verbo Primero], él le ha dado a conocer (Juan 1:18).


Dicho más claramente, el Logos o Verbo Divino procede de lo que antiguos cabalistas llaman el Sin Límites o Ayn Sof. No es que Dios sea tres, sino que al auto-limitarse, emana tres principios, o una Trinidad.

Al primero principio el Mesías Nazareno le llamó Padre y Único Dios verdadero. Y él mismo se identifica con la emanación segunda, la Palabra, en Juan 17, donde se hallan pasajes absolutamente contundentes:

Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y Yshu, a quien has enviado […] (Juan 17:3)

Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquel Esplendor que tuve contigo antes que el mundo fuese (Juan 17:5)

las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste (Juan 17:8)
 

Padre santo, protégelos con el poder de tu Nombre [YHVH], que me diste (Juan 17:11)


No es de extrañar que Shaul/Pablo hablara del Mesías en estos términos:


Él [Mesías] es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación...Él antecede a todas las cosas y en Él todas las cosas subsisten (Colosenses 1:15).

para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Maestro, Iesou el Mesías, por medio del cual son todas las cosas (1 Corintios 8:6)

Evidentemente, aquí Mesías es la Mente Divina que mantiene todo unido, y no sólo el profeta Nazareno de carne y hueso, como algunos quieren hacer ver.
 
 Tampoco extraña ver que concuerda a la perfección con la Kabbalah hebrea, que consideran al Hijo Unigénito como la Primera Idea Auto-Consciente que nace cuando el Ser Supremo se contrae con su acción humilde y abre un espacio de Luz para albergar la Creación, donde se ve reflejado. En otras palabras, el Padre se refleja en el Hijo, que es la Mente de Sabiduría Divina donde todo se une y reconcilia.  

Y esa Mente es conocida por los cabalistas hebreos como Torah y Sabiduría Escondida, Hochmah Nishtar, a la cual se refiere –qué casualidad– el mismisimo Pablito de Tarso:

hablamos Sabiduría de Dios en Misterio, la Sabiduría Oculta que, desde antes de los siglos, Dios predestinó para nuestra gloria (1 Corintios 2:7)

De las iniciales de Chochmah Nishtar proviene Chen, que significa Don Divino o Regalo en hebreo. 

Así pues, la Gracia o Regalo divino es la Sabiduría Oculta dada a la humanidad para iluminarse y formar parte de la idea original de Creación, la cual aspira a manifestarse y compartirse en toda su riqueza. 

Así, el Amor que nace entre el Padre y el Hijo, conduce a desarrollar un modelo de Universo Perfecto para encarnarse en el mismo. 

No por casualidad, la Trinidad viene reflejada en las tres primeras esferas del Árbol de la Vida: Corona de Acción con Sabiduría Comprensión

 

Sin embargo, la Sabiduría Escondida de la Torah revela que debido a un accidente universal conocido como la Caída del Querubín, se formaron siete mundos de caos y vacío (Génesis 1:2) donde la Conciencia de la Creación se fragmentó, rompiendo el Nombre por el medio:  YH V H.

Esta ruptura del Nombre obligó a realizar una Restauración para rescatar y redimir al Mundo caído, por medio de la Humanidad (Adam), que integraría la Luz y la Oscuridad.  

Y el agente de salvación no podía ser otro que el Hijo Unigénito, la Sabiduría o Mente Divina que se encarna en la oscuridad, descendiendo desde donde el Nombre está completo:

Y aquel Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros (Juan 1:3)

Y lo mismo debe hacer en cada uno de quienes creen verdaderamente: 
 
Padre santo, protégelos con el poder de tu Nombre que me diste, para que sean uno, lo mismo que nosotros (Juan 17:11)


El Nombre del Padre es el Hijo...Pero el Nombre es invisible porque sólo él es el secreto del invisible que viene a los oídos que están completamente llenos por Él. Porque, realmente, el Nombre del Padre no es dicho, sino que se revela por medio del Hijo (Evangelio de la Verdad, Biblioteca Nag Hammadi II, trad. Antonio Piñero. Editorial Trotta).


Recordemos que Yojanan/Juan asegura cómo el Hijo Ungénito mora en el seno del Padre. ¿Pero qué es el seno?

En el texto griego aparece el vocablo kolpos, que significa trambién "regazo" y "vientre", una pista que alude a la concepción que tenían los antiguos nazarenos acerca del aspecto femenino de la divinidad: el Espíritu Santo (Ruaj Kadosh) o Espíritu de Dios (Ruaj Elohim) y su presencia terrenal, la inspiración divina conocida como Espíritu de Santidad (Ruaj ha Kodesh). 

Es decir, el Padre alude a la transcendencia divina, y la Madre a la inmanencia o presencia.

De ahí que el Mesías sea fruto del Dios Padre (Yhvh) y Dios Madre (Elohim).

Esta visión se refleja claramente en el Evangelio de la Verdad atribuido a Valentín (S.II), portador de la teología Paulina:

De esta manera la Palabra del Padre surge en la Totalidad, como el fruto de [su] corazón y como impronta de su voluntad. Pero sostiene a la Totalidad eligiéndola y recibe también el aspecto de la Totalidad. Jesús, el de infinita dulzura, la purifica, le da la vuelta hacia el Padre y la Madre. El Padre descubre su Seno, pero su Seno es el Espíritu Santo. Descubre su secreto, su secreto es su Hijo, para que por la misericordia del Padre los eones [seres eternos] dejen de inquietarse buscando al Padre y descansen en el sabiendo que es el reposo. (Evangelio de la Verdad, Biblioteca Nag Hammadi II, trad. Antonio Piñero. Editorial Trotta).

A pesar de estas evidencias, últimamente se está poniendo muy de moda negar el hecho de que la Trinidad forme parte de la enseñanza hebrea. Algunos hasta niegan la autenticidad del único pasaje donde la Trinidad se menciona de modo explícito:

Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el Nombre [YHVH] del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:19).

Leer éste y otros pasajes desconociendo su transfondo hebreo inspirado ha llevado a muchos a  interpretarlo según creencias subjetivas, bien considerándolo una interpolación o viéndolo como un perfecto pretexto para captar adeptos.

Pero como estamos viendo, la Trinidad se refleja en el contenido cabalístico del mismo Tetragrammaton YHVH, cuyas letras aluden al Padre que da la semilla (Yod) de Amor, la cual se gesta en una Matriz/Madre de Vida (Hei), engendrando un Hijo de Luz (Vav), que nace en el mundo dentro de múltiples seres que expresan ese Amor, Vida, Luz que traen la Paz  o Armonía Serena del Espíritu. 

De ahí que sólo tenga tres letras, YHV, siendo la Hei doble, ya que alude al Ruaj Kadosh o Espíritu Santo y al Espíritu de Santidad o Ruaj ha Kodesh, que es su presencia en el mundo físico, o como decían los nazarenos, es la Madre Divina y la Hija, receptáculo de la misma.

Así pues, el Tetragrammaton YHVH representa un Verbo o Acción divina que en silencio revela al incognoscible Ser Infinito (Ayn Sof) en todas los aspectos de la Vida, y por ello abarca tanto al Padre como al Hijo y al Espíritu que los une.

Los tres son atributos o funciones personales de Un Solo Ser o Persona Divina, del mismo modo que alguien puede ser Padre, Hijo y Músico inspirador al mismo tiempo.

Por ello no tiene sentido defender, como hace la Iglesia Romana, que la Trinidad son tres personas divinas y un Dios. Dicho viejo dogma se parece a  imágenes teo-mitológicas como la de Osiris, Isis y Horus o Brahma, Shiva y Visnu, las cuales inducen a la idolatría que ve dioses externos por todas partes.

En realidad todos esos símbolos mitológicos apelan a un entendimiento superior, y ya es hora de dejar atrás viejas formas de entender el mundo.

La verdad se hace patente al traducir correctamente los vocablos, sin extrañas sustitucioines. Por ejemplo, YHVH sería Yud (Semilla de Amor  y Vida) + Hawah (Existencia), y lo podríamos traducir como la Semilla de Amor y Vida que origina y sustenta la existencia.

Nuestro Nombre debe ser el Hijo

En cuanto al nombre del Hijo mencionado en los Evangelios, fue también dado y codificado en la Torah, con el nombre del sucesor de Moisés, Joshua, traducido al griego como Iesous, mientras que en hebreo aparece como Yehosha, o salvación (Yasha) de YHVH.


Esto da sentido a pasajes como:

Yo soy YHVH (Existencia total) y aparte de mí no hay Salvador (Isaías 43:11).

Y tendrá un hijo y lo llamarás Salvación (Iesou), porque él salvará a su pueblo de sus pecados (Lucas 1:21).

oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?...Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Maestro dijo: Yo soy Iesou, a quien tú persigues (Hechos 26:14-15)

Este Iesou es la piedra desechada por vosotros los Constructores...Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre [YHVH] bajo el cielo dado a los hombres en el cual podamos ser salvos (Hechos 4:11).

Obviamente, todo esto no significa que deba uno clamar repetidamente y con súplicas el nombre Yeshua, Yahshua, Iesou o Jesús, como hacen papagallos religiosos, igual que los fariseos en sus tiempos (Mateo 6). 

El nombre del Padre y del Hijo se vive en la acción, no se pronuncia. El vivir del humano divino es la verdadera pronunciación. Hay pues que reconocerlo literalmente dentro de uno mismo, encarnando Su estado de Ser, entrando a formar parte del cuerpo divino, que es el Amor (Y), Vida (H), Conciencia de Sabiduría (V) y Paz (H). Eso es YHVH.

El proceso comienza viendo y reconociendo la propia naturaleza imperfecta, dejando de alimentarla, para que así muera de inanición. 

Y en segundo lugar se debe reconocer que todo ha sido reconciliado en la nueva naturaleza, lo que realmente somos, el cuerpo del Hijo.

Morar en la nueva naturaleza implica la eschucha y estudio profundo de la Palabra de Sabiduría para adquirir la Mente del Mesías y comprender el por qué (Binah) y el cómo actuar en cada situación, que es de hecho la noción hebrea de Sabiduría (Hochmah): obrar con diligencia.

Sólo así podemos sembrar amor consciente en cada momento, no con obras piadosas ni duros trabajos espirituales, lo cuales no transforman, ya que es posible hacer obras justas por razones equivocadas y de un modo meramente externo o egoísta. Las obras justas ni perfeccionan ni justifican ni salvan a nadie, sino que sólo pueden ser una evidencia más de la Verdad que mora dentro. 

En cambio, el mensaje del Maestro fue claro:

Yo [Sabiduría encarnada] Soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie viene al Padre sino por mí (Juan 14)

vestíos del Maestro Yshu [la Torah viviente]
, y no penséis en proveer para las lujurias de la carne (Romanos 13:14)

vestíos del nuevo hombre, hecho a imagen de Dios (Efesios 4:24)

Para ello debe uno establecer una relación directa con la Unicidad (Ejad) en la Trinidad, comprendiendo la Palabra en nuestra vida diaria.  Una visión implícita en varios pasajes:

Mas no ruego solamente por éstos [seguidores que me diste], sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste (Juan 17:3-21 RV).

Si logramos encarnar la Palabra, seremos capaces de sanar y hacer toda suerte milagros. Sólo así podremos dar  verdadero testimonio, como hace dos mil años los Apóstoles.

Del mismo modo que el Ser Infinito se contrae y deja un espacio donde nace la Sabiduría de la Creación, el Hijo hace lo mismo, siendo modelo para la humanidad, que debe vaciarse de orgullo para devolver la Creación a su fuente:


siendo [Yshu] en forma de Dios [YHVH], no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres (Filipnses 2:6-7).

Al desapegarse de lo puramente físico, las almas de la humanidad regenerada viven con la Mente sabia y serena del Hijo como células de una gran Mente Cósmica, al igual que el Hijo descansa en el seno del Padre (Juan 1:18). Y todo gracias a la fuerza unitiva y reconciliadora, el Espíritu Santo.

Como decía Raimon Panikkar, la Trinidad es relación. Pero, ¿relación de qué? De Padre e Hijo, que contiene al Universo y la humanidad regenerada, la verdadera Creación:

nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Yshu. Os escribimos estas cosas para que nuestro gozo sea completo (1ª Juan 1:3-4).

Dios estaba en la Conciencia (Christos) reconciliando al mundo consigo mismo (2 Corintios 5:19 LBLA)


Y por el mismo hecho de que somos reconciliados con Dios por medio del Espíritu Santo, por lo que también es llamado Gracia de Dios, piensan algunos que es bastante claro que el Espíritu Santo es el Amor de Dios, pues no nos reconciliamos con Dios sino por el amor, por el que también somos llamados hijos.

(San Agustín, De fide et symbolo IX, 19; PL 40, 191-192)


Simbólicamente, el Espíritu Santo es representado en las Escrituras tanto como la Madre o Jerusalén Celestial (Gálatas 4:26) y como la Hija, la Comunidad de almas que albergan el anhelo y amor de la Novia Divina o Shejiná, Esposa prometida del Hijo

De ahí que la Congregación espiritual no deba confundirse ni con iglesias de piedra, ni con las diversas congregaciones/iglesias carnales, cuyos miembros no difieren de otras agrupaciones ideológicas y en muchas ocasiones distan mucho de mostrar amor por los demás y lo divino. 

Formar parte de la verdadera Congreación espiritual es ser parte de la Trinidad Divina y depende de un hecho interior, una Fe que deriva de un vivencia: 

Mas el fruto del Espíritu (Ruaj, Madre divina) es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley (Gálatas 5:22).

Estos frutos indican que uno ha recibido y madurado en Espíritu, lo cual permite casarse/unirse con la Mente del Mesías, que conduce a un desarrollo de la Sabiduría (Hochma), Comprensión (Binah) y Conocimiento (Da´at)

Y en esa unión hay liberación completa, sin necesidad de tormentos ni inútiles reencarnaciones que sólo llevan a la repetición de la locura del mundo. 

Bienaventurados los muertos que de aquí en adelante mueren en el Maestro (Apocalipsis 14:13).


La Sabiduría encarnada es la Mediadora

Desde antiguo se sabe que el tetragrammaton YHVH alude al Árbol de la Vida  y tiene la forma de un Hombre Cósmico o Adam Primordial:


Yo Soy la Vid y vosotros sois las ramas (Juan 15:5).

Porque hay Un solo Dios (Ayn Sof), y también un solo Mediador entre Dios y los hombres,
el Adam Conciencia de Salvación (Christos Iesous) (1 Timoteo 2:5)

Por supuesto, esto se fundamentaba en el Génesis, código cabalístico por excelencia, y otros pasajes:

Y dijo Elohim: hagamos a Adam a nuestra imagen y semejanza (Génesis 1:26) 

¿A semejanza de quién? Del Verbo Divino, que es Padre Voluntad, Conciencia de Sabiduría y Espíritu conector.

toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en Él [Yshu], y habéis sido hechos completos en Él, que es la cabeza sobre todo poder y autoridad (Colosenses 2:8-10)


No hace mucho el Papa Francisco manifestó algo que comienza muy bien, pero acaba con algo que puede dar lugar a confusión:

Creo en Dios –no en un Dios católico; no hay Dios católico. Hay un Dios, y creo en Jesucristo, su encarnación. Jesús es mi maestro y mi pastor, pero Dios, el Padre, Abba, es la Luz y el Creador.

Según lo que hemos comprobado, hay que matizar que lo que viene a encarnarse es la Palabra de YHVH, no el Padre Supremo (Ayn Sof, YHVH) o Único Dios Verdadero (Juan 17).

y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (Juan 1:14) 

Como bien enseñaron los profetas, el Dios Supremo no puede encarnarse en lo limitado:

Pero, ¿morará realmente Dios sobre la tierra? He aquí, los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener, cuanto menos esta casa que yo he edificado (1 Reyes 8:27).

La gran confusión viene porque atributos del Ser, como Yhvh Elohim (poderes), son traducidos en la Biblia como "Theos/Deus/Dios", vocablos grecolatinos tremendamente confusos, ya que por Dios la mayoría entiende el Supremo Ser, y no sus atributos.

Se entiende ahora por qué el Mesías distinguía entre Mi Padre, el Único Dios Verdadero, y el Padre Nuestro que está en los cielos, o el Padre que mora en lo secreto (Mateo 6), que es la Sabiduría interior, también conocida como Abba.

Ya en el siglo l, el teólogo judío Filón de Alejandría, tomando el término Logos de Heráclito y algunas nociones de Platón, manifestó que el Logos, la Sabiduría Divina es el Mediador entre el Dios Supremo y la humanidad, y por tanto también el modelo, ya que el Supremo no tiene siquiera imagen:

...la sombra de Dios es su Logos, que Él empleó como un instrumento cuando hizo el mundo (Filón, Interpretaciones Alegóricas, III, 96).

...ninguna cosa mortal pudo ser formada a imagen del Padre Supremo del Universo, sino sólo en base al patrón de la segunda deidad, quien es el Logos del Ser Supremo (Filón de Alejandría, Preguntas y Respuestas Sobre Génesis II:62)

La visión judía helenizada de Filón está sin duda detrás del transfondo conceptual en el comienzo del Evangelio de Juan.

Y hemos de entender que el Logos de Sabiduría (Hochmah) ejerce también la función de Padre, algo que señala Felipe en su Evangelio, al igual que los cabalistas hebreos, quienes representan a la Sabiduría como Abba en el Árbol de la Vida.

Al fin y al cabo, la Palabra construye el Universo.

Abba tiene una doble connotación, masculina y femenina, haciendo alusión al Dios Padre-Madre que mora en nuestro interior: el Hijo y la Madre.

Todo está ahí delante para aquellos que hacen sus deberes y no se dejan llevar por dogmas ni por el odio hacia visiones trinitarias.

También es cierto que sólo hay dos referencias explícitas a la trinidad en el Nuevo Testamento, y una de ellas es una escandalosa interpolación de la Iglesia Romana, que por miedo y quizá vergüenza ya se anima a suprimirla de Biblias recientes, aunque sigue presente en todas las más clásicas [1]:

Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno (1ª de Juan 5:7).

Hay que reconocer, empero, que dicho falso pasaje no carece de ingenio, como toda buena maquinación eclesiástica. Y lo curioso es que puede pasar por verdadero.

En cambio, una gran pista sobre la Trinidad aparece en el descuartizado pasaje donde se injertó la zizaña:

Bien traducido desde el griego, el pasaje es una clave de comprensión de lo que la Sabiduría Escondida llama "los tres Testigos del Ser", un acertijo cabalístico de libro:

el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Y tres son los testigos, el espíritu, el agua y la sangre, y los tres son en uno (1 Juan 5:7) 

Y como última pista diré que estos tres testigos tienen que ver con la división trina del Nombre, y corresponden al cuerpo, alma y Mente-espíritu del Adam Primordial, que abarca todo el Kosmos, y debe constituir el sello/modelo de nuestro cuerpo, alma y espíritu.

Cualquier desarreglo a esos tres niveles sólo nos hará incompletos, privándonos del descanso y liberación que se nos ofrece.

Así pues, nos conviene recordar que nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Iesous.
(1ª Juan 1:3-4).

Es decir, con el Nombre completo, no fragmentado.

Por último, aquí va una pequeña joya, que ya resume algunas de las ideas principales de todo lo dicho:

En el comienzo de toda religión encontramos una afirmación de la existencia de Dios el Verbo y del Verbo-Dios. Una enseñanza dice que cuando el mundo todavía no era nada, había emanaciones, había Dios el Verbo. Dios el Verbo es el mundo. Dios dijo: “Que así sea”, y envió al Padre y al Hijo. Él está siempre enviando al Padre y al Hijo. Y una vez Él envió al Espíritu Santo.
 

Todo en el mundo obedece a la Ley de Tres, todo lo existente llegó a nacer de acuerdo con esta ley. Las combinaciones de principios positivos y negativos pueden producir nuevos resultados, diferentes del primero y del segundo, sólo si la tercera fuerza interviene.

Si yo afirmo, ella niega y por lo tanto discutimos. Pero nada nuevo es creado hasta que se añade algo diferente a la discusión. Entonces surge algo nuevo. 


Consideremos el Rayo de la Creación. En la cima está el Absoluto, Dios el Verbo, dividido en tres: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
 

El Absoluto crea de acuerdo a la misma ley, pero en este caso todas las tres fuerzas necesarias para producir una nueva manifestación están dentro del Absoluto Mismo. Las emite de Sí Mismo, las emana. Algunas veces las tres fuerzas intercambian sus lugares.
 

Las tres fuerzas o principios, provenientes del Absoluto, han creado toda la multitud de soles, uno de los cuales es nuestro sol. Todo tiene emanaciones. La interacción de emanaciones produce nuevas combinaciones. Esto se refiere al hombre, a la tierra y al microbio.

(G.I. Gurdjieff, Perspectivas desde el Mundo Real, p.193, Ed.Sirio)
 

–––––––––
[2] http://www.greekbible.com/index.php