En la verdadera escucha o “sentido común”, las vibraciones, los sonidos, no son meras vibraciones sin sentido, ni siquiera cuando carecen de organización musical. Y es que las vibraciones, audibles o no, apuntan al Canto que subyace a todos los cantos, al Espacio Silente donde todo surge, crece y perece, a la Luz Inteligente donde todo se percibe.
Al principio era la Palabra-Lógos (Juan I, 1)
Haciéndonos eco de Empédocles, las vibraciones son “promesas de la Musa”, y anhelan ser escuchadas, enviadas conscientemente de vuelta a la Fuente.
¿Cómo es la vibración de la forma, los colores, los sabores y los olores? ¿Cómo suenan nuestro cuerpo, pensamientos y emociones? ¿Cómo es el sonido de la vida y la muerte? ¿Qué sucede cuando incluimos sin esfuerzo, sin resistencia, los sonidos que normalmente encontramos aburridos o molestos? ¿No siente la mente una energía diferente y una apertura que nos libera?