Jesús y sus discipulos, de James Tisot (1890)
La última vez dejamos abierta la posibilidad de la existencia de Jesús de Nazaret. Sin embargo nunca dijimos que era exactamente como la historia lo ha presentado. Pues bien, ahora hemos de dejar atrás prejuicios, ya que el Jesús que dejó huellas en la historia no encaja en "el estereotipo" de las películas. Incluso las hipotéticas fuentes judías describen a un Jesús que estaba más cerca del llamado paganismo que del judaísmo oficial o del cristianismo disoluto de los siglos posteriores. Huelga decir que la enseñanza contenida en los evangelios tiene un carácter místico-esotérico que pone al verdadero cristianismo en relación directa con tradiciones de Sabiduría y no con dogmas o instituciones.
La prueba de que Jesús fue más o menos conocido en ciertos círculos la tenemos quizá en cierto filósofo estoico llamado Mara bar Serapión, quien en una carta a su hijo alude sin duda a Jesús de una manera muy poco convencional. La carta se conserva actualmente en el Museo Británico de Londres, y a pesar de que está contenida en un manuscrito siriaco del siglo VII, está fechada entre en el siglo II y finales del I. En ella se lee lo siguiente:
¿Qué ventaja obtuvieron los atenienses cuando mataron a Sócrates? Carestía y destrucción les cayeron encima como un juicio por su crimen. ¿Qué ventaja obtuvieron los hombres de Samos cuando quemaron vivo a Pitágoras? En un instante su tierra fue cubierta por la arena. ¿Qué ventaja obtuvieron los judíos cuando condenaron a muerte a su rey sabio? Después de aquel hecho su reino fue abolido. Justamente Dios vengó a aquellos tres hombres sabios: los atenienses murieron de hambre; los habitantes de Samos fueron arrollados por el mar; los judíos, destruidos y expulsados de su país, viven en la dispersión total. Pero Sócrates no murió definitivamente: continuó viviendo en la enseñanza de Platón. Pitágoras no murió: continuó viviendo en la estatua de Hera. Ni tampoco el rey sabio murió verdaderamente: continuó viviendo en la enseñanza que había dado. [1]
Puesto que Jesús era tradicionalmente considerado Rey de los Judíos, y no hay otro rey sabio que encaje en este contexto, la carta sólo puede estar refiriéndose al hombre que trajo la enseñanza cristiana revolucionaria en medio de un ambiente judío. Y la forma en que el filósofo se refiere a él es todo menos apologética o dogmática, y además similar, por cierto, a la referencia de Flavio Josefo, quien llamó a Jesús "hombre sabio" –algo que un "cristiano convencional" nunca haría, insistimos–.
Los otros dos personajes de la carta, Pitágoras y Sócrates, son también figuras notables sobre las que que se han desarrollado leyendas y mitos con "fines educativos" (i.e Sócrates como protagonista de los diálogos de Platón). Sin embargo, hoy en día muy pocos podrían negar la existencia de esos dos hombres. Es cierto que fueron mencionados por filósofos e historiadores, pero también lo fue Jesús, aunque en menor medida, pues fue sin duda una "figura elusiva", como todos los grandes maestros espirituales de la humanidad. ¿Cuánto sabemos acerca de Sidarta Gautama el Buda al margen de las leyendas?
Escasa es también la información sobre una hermandad judía conocida como los Esenios, portadores de la enseñanza mística hebrea y autores de los rollos del Mar Muerto. Curiosamente, hay pistas que indican que Jesús estuvo de algún modo ligado a este grupo, sin pertenecer a él. Una es su falta de comunión con el judaísmo oficial, del cual criticó su dogmatismo e hipocresía, como harían los místicos Esenios. Por otro lado, como ya apuntó el filósofo y ex-papa Joseph Ratzinger, Jesús debió de guiarse por el calendario ritual esenio, lo cual explicaría algunas aparentes contradicciones en los evangelios. Además, tampoco sería extraño que Jesús hubiese recibido su primera iniciación de los Esenios, quienes le habrían ayudado a "recordar su naturaleza" y a despertar su potencial. Alguien tuvo que hacerlo, pues un niño y un hombre joven necesitan de cierta guía, incluso si su nivel de ser es muy elevado. Pero eso es otra historia que requeriría una reflexión más larga. Hay toneladas de especulación al respecto de los “años ocultos” de Jesús.
Es interesante apuntar que Galilea era un auténtico cruce de caminos, punto de encuentro entre el Este y el Oeste, y no lejos de Nazaret, donde supuestamente se crió Jesús (Mateo 2: 23), había una famosa ciudad llamada Séforis, donde las tradiciones mistéricas resonaban incluso en los lugares más inesperados, como en la propia Sinagoga de Séforis, que tiene un interesante mosaico en el suelo con una imagen del carro de Helios, el Sol, rodeado por las doce constelaciones [2] ¿No es una curiosa coincidencia?
El hombre que transmitió la enseñanza cristiana en Judea seguramente no ignoraba estas "corrientes culturales". Y dada la naturaleza y conceptos de los evangelios, sus discípulos debieron recibir una profunda formación espiritual en armonía con diferentes sistemas filosóficos y el antiguo lenguaje del mito, con el fin de difundir la enseñanza de manera apropiada.
Por estas y otras razones, es arriesgado pensar que Jesús vivió todos los episodios de los Evangelios "literalmente"; además de incorporar un "nivel histórico", éstos significan varias cosas más, como ya se vio en anteriores artículos. Para dar sólo otro detalle, si el Talmud realmente se refiere al Jesús cristiano, entonces a lo mejor éste no tuvo doce discípulos:
Nuestros rabinos enseñaron: Yeshu tenía cinco discípulos - Mattai, Nakkai, Netzer, Buni, y Todah (Sanhedrín 43a).
En cualquier caso, los detalles relativos a la figura de Jesús no son tan importantes como la enseñanza. Sin embargo, es importante darse cuenta de que alguien extraordinario debe haberla inspirado. Eso no surge de la noche al día, así porque sí.
En primer lugar, la cultura humana normalmente se rige por la "inercia" y por lo tanto cualquier cambio transformador implica "nadar contra corriente", lo que sólo puede ser realizado por personas muy voluntariosas e inteligentes, sobre todo en edades muy oscuras, como los comienzos de la Era Cristiana.
Una respuesta más profunda se encuentra en una Cadena Dorada de tradiciones que han transmitido, desde la remota antigüedad, que hay períodos de tiempo en que ciertos individuos con un alto nivel de perfección han de nacer en la tierra para abrir "nuevos ciclos" y guiar a la humanidad. Dichas tradiciones los consideran "encarnaciones" de diferentes niveles de Consciencia y les asignan diferentes nombres, dependiendo de su "nivel de ser y origen", el más alto de los cuales es la Luz-Inteligencia (el Pleroma y Noûs del Gnosticismo y Helenismo respectivamente). En la tradición gnóstico-cristiana Jesús, "el hombre", fue el más importante de los mensajeros, siendo el "vehículo" empleado para el descenso del llamado Hijo, que mora en Pleroma, el Océano de Luz. El antiguo gnóstico Valentino incluso señaló cómo dicho descenso se simboliza en los Evangelios con el bautismo de Jesús, momento en que Jesús se convierte en el Cristo (Christós significa Ungido en griego, igual que el término hebreo Messiah). De ahí que sea necesario distinguir entre un Jesús histórico de carne y hueso, y el Cristo, es decir, el "arquetipo de Luz" que los humanos aspiran a recibir para ser "salvados" del proceso de sufrimiento, muerte y repeticiones inútiles. Ésa es también la razón por la cual a aquel mensajero se le llamó Yahshua, "Vida que clama y salva". [3]
En la tradición hindú los mensajeros reciben el nombre de Avatares, que es precisamente el título dado a Jesucristo en la India, donde se lo equipara al Señor Krishna –el parecido de las palabras no parece coincidencia. [4]
Ha habido también avatares asociados a "planetas", como el príncipe Sidarta Gautama, que encarnaría el arquetipo del Buda, el Despierto.
En cualquier caso, aunque no hubiera ninguna evidencia que apoyase la existencia de avatares –que no es el caso– las enseñanzas que se les atribuyen seguirían siendo la llave para vivir la Realidad, ya que están destinadas a ayudar a los seres humanos a crecer completamente. En este sentido, tanto las discusiones escolásticas como las "posturas de desprestigio” pierden por completo el sentido, por lo que sólo pueden contribuir a reforzar el estado de sueño que esclaviza a la humanidad moderna.
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[1] Penna, Romano: Ambiente histórico-cultural de los orígenes del cristianismo: textos y comentarios, pág. 319, Bilbao, 1994.
[1] Penna, Romano: Ambiente histórico-cultural de los orígenes del cristianismo: textos y comentarios, pág. 319, Bilbao, 1994.
[3] El término “ungido” (christós, messiah) alude al hecho de ser literalmente "bañados" por emanaciones de energía provenientes de niveles superiores de Ser, lo cual implica un proceso de auto-perfeccionamiento y no creencia ciega.
[4] No debe confundirse con el concepto budista de Bodhisattva, que es un alma humana que, después de llegar a un nivel bastante alto de perfección decide regresar a la Tierra con el fin de ayudar.
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